Apriorismos
LUIS DANIEL IZPIZUA En un art¨ªculo publicado en El Diario Vasco, Rufino Iraola afirma que "el euskara es el fundamento y sustancia del nacionalismo", y que lo que le sorprende no es el hecho de que los partidos nacionalistas introduzcan en sus programas electorales una serie de reivindicaciones sobre el euskara, sino el que luego, en la pr¨¢ctica, las olviden tan f¨¢cilmente. El art¨ªculo, escrito en euskera, trata de poner objeciones a las propuestas sobre pol¨ªtica ling¨¹¨ªstica incluidas por los socialistas en su programa para las pr¨®ximas elecciones; propuestas que, al parecer, introducir¨ªan una revisi¨®n a la baja de la pol¨ªtica de euskaldunizaci¨®n realizada hasta ahora. He de confesar que s¨¦ bien poco del programa del PSE. Lo que s¨¦ lo he conocido a trav¨¦s de la prensa y con algo de modorra vacacional. Tambi¨¦n he de confesar que el art¨ªculo de Iraola me parece, adem¨¢s de bienintencionado, razonable en el tono y en el contenido, y que puedo estar de acuerdo en la preocupaci¨®n de fondo que se deja intuir en ¨¦l. No obstante, mi inter¨¦s por ese art¨ªculo radica en la presencia en ¨¦l de determinados apriorismos incuestionables, que en mi opini¨®n est¨¢n condicionando todo nuestro quehacer pol¨ªtico, y no s¨®lo en materia ling¨¹¨ªstica. Desconozco si Rufino Iraola es o no nacionalista, pero intentar¨¦ obviar esa cuesti¨®n y me centrar¨¦ en esos que yo llamo apriorismos, y que pueden ser propios de un euskaldun, sea cual sea su adscripci¨®n ideol¨®gica. Llamo apriorismos a ciertos postulados que se consideran naturales, obviedades, de forma que toda propuesta que no cuente con ellos o los ponga en cuesti¨®n se hace sospechosa de intenciones aviesas. Entran dentro de esos apriorismos: la consideraci¨®n de que todo lo que se haga por el euskara es bueno per se y que la tarea de su promoci¨®n carece de l¨ªmites democr¨¢ticos; la equiparaci¨®n del aprendizaje del euskara y del castellano en cualquier caso y circunstancia -los vascoparlantes habr¨ªan hecho el esfuerzo de aprender el castellano, esfuerzo no correspondido por los castellanoparlantes-; la sospecha de electoralismo vertida sobre todo programa pol¨ªtico que ponga objeciones a los dos puntos anteriores. As¨ª, a la queja de los socialistas de que las reivindicaciones nacionalistas en materia de euskara rozan la vulneraci¨®n de derechos como el de la igualdad ante la ley, a Iraola s¨®lo se le ocurre atribuirle mala intenci¨®n y considerarla un chiste malo. Eso s¨ª, reconoce que otra cosa es lo del perfil ling¨¹¨ªstico de los trabajadores de la Administraci¨®n, y ve bien que si el PSOE cree necesario revisarlo, lo proponga. Pero no se trata de otra cosa, sino de la misma, puesto que los empleados p¨²blicos son ciudadanos, y porque, con mayor gravedad, los puestos de la Administraci¨®n est¨¢n, o debieran estar, abiertos a una ciudadan¨ªa que en sus dos tercios desconoce o conoce mal el euskara. La proporci¨®n entre hablantes y no hablantes de esta lengua es tan delicada, que se debiera tener en cuenta no s¨®lo uno de los peligros que entra?a -el del ahogo y extinci¨®n de la lengua minoritaria-, sino tambi¨¦n el otro: el riesgo de convertirla en un instrumento discriminatorio que otorgue privilegios a un determinado sector social, a una casta. Rufino Iraola es consciente de esto ¨²ltimo, o al menos de que existe un sector social silencioso, acobardado o avergonzado, que no es el que ocupa la calle. Pero ese sector vota, y lo hace para defender sus prerrogativas o sus derechos. Ser¨ªa ah¨ª donde, seg¨²n Iraola, entrar¨ªan el PSE y su programa electoral, a los que tacha de electoralistas. Ahora bien, ?por qu¨¦ es electoralista un programa que trata de defender los derechos de un sector de la poblaci¨®n, y no lo es otro que defiende los derechos de otro sector? Naturalmente, nos hallamos ante otro apriorismo que puede dar respuesta a esa pregunta: la concepci¨®n de la lengua como un valor que est¨¢ por encima del de sus usuarios, reales o potenciales. De modo que todo lo que se haga por ella es bueno, aunque se haga en contra de los ciudadanos. Y eso es un error. Estoy de acuerdo con Iraola en que algo habr¨¢ para que nuestra situaci¨®n se normalice, pero pienso que para ello no nos vendr¨ªa mal someter a cr¨ªtica algunos de nuestros apriorismos.
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