Euskadi electoral
EL 'LEHENDAKARI' firmar¨¢ hoy el decreto de disoluci¨®n del Parlamento vasco y la convocatoria de las elecciones auton¨®micas que se celebrar¨¢n el 25 de octubre. Ser¨¢n las primeras elecciones celebradas tras la movilizaci¨®n que sigui¨® al asesinato de Miguel ?ngel Blanco, que muchos consideraron el punto de partida para un cambio de rumbo de la pol¨ªtica vasca. Son tambi¨¦n las primeras tras la ruptura del pacto -inestable, pero resistente- que ha asociado al PNV y PSOE durante una d¨¦cada en el gobierno de Vitoria. La expectativa de un cambio radical en los resultados electorales no ha sido confirmada por las encuestas. ?stas pronostican, de todas formas, un crecimiento del voto no nacionalista que, de verificarse, podr¨ªa modificar los equilibrios que hasta ahora han definido el escenario vasco. Sobre todo, a la vista del acuerdo impl¨ªcito entre el PP y PSOE para no entrar en una puja por ver qui¨¦n cede m¨¢s para ser admitido por el PNV como socio en un Gobierno de mayor¨ªa nacionalista. Ambas formaciones condicionan ahora su participaci¨®n a un acuerdo con el PNV en materia de pacificaci¨®n. La respuesta de los nacionalistas fue amagar con la posibilidad de incluir a HB en un Gobierno frentista; m¨¢s tarde han insinuado, sobre todo el partido de Garaikoetxea, la posibilidad de mantener la f¨®rmula actual -desde la salida del PSOE- de Gobierno de minor¨ªa PNV-EA. Al menos, hasta las municipales de junio.Entretanto, el debate gira en torno a lo de siempre, por m¨¢s que Garaikoetxea, por ejemplo, se queje de que los partidos nacionalistas espa?oles carezcan de programa sobre paro, vivienda, sanidad, etc¨¦tera. Lo de siempre es la violencia y las f¨®rmulas que cada cual cree tener para atajarla, que en el caso de los partidos nacionalistas, y ahora tambi¨¦n IU, pasa por cuestionar el actual marco auton¨®mico mediante f¨®rmulas soberanistas y otras destinadas a convencer a ETA por las buenas. El portavoz del PNV, Joseba Egibar, ha reconocido que durante este verano han continuado los contactos con HB, y el propio Arzalluz asegur¨® recientemente que "manejamos datos que no podemos hacer p¨²blicos", pero que confirmar¨ªan su hip¨®tesis de que algo se mueve en el mundo de ETA-HB. No se sabe qu¨¦ pueda ser. El viernes, HB present¨® p¨²blicamente su propia alternativa, el Acuerdo nacional, un escrito desusadamente extenso en el que aparentemente no hay m¨¢s novedad que la de incluir a IU y a un sector desgajado del navarrismo tradicional entre los recuperables. Fuera de eso, el planteamiento sigue siendo que los dem¨¢s asuman su programa: autodeterminaci¨®n, unidad territorial (con Navarra y Pa¨ªs Vasco franc¨¦s)... Tambi¨¦n se habla de un refer¨¦ndum "que cierre definitivamente el conflicto", pero no hay ninguna menci¨®n a ETA, que es quien prolonga el tal conflicto contra la voluntad expresa de la mayor¨ªa.
No habr¨ªa que descartar, sin embargo, la hip¨®tesis de que la situaci¨®n irlandesa haya sido interiorizada por alg¨²n sector de ese mundo como una se?al de que se acerca el final de la lucha armada. Tal vez ese misterioso acontecimiento del que hablan los nacionalistas sea una asamblea -o un periodo asambleario- de ETA, de la que podr¨ªa salir una tregua. La verborrea del escrito de HB no es mala se?al: las tres veces que en ETA se ha planteado el abandono de las armas (en 1966, con ETA-berri; en 1970, con ETAVI, y en 1981, con ETApm) la decisi¨®n ha ido precedida de un ataque de logomaquia tendente a justificar el cambio de l¨ªnea en nombre de la fidelidad a los principios. Ojal¨¢ que se trate de eso, pero la experiencia indica que para ayudar a los que dudan lo mejor es decirles la verdad, y no dorarles la p¨ªldora: no hay una v¨ªa intermedia entre la democracia pluralista -que hoy encarna el Estatuto de Gernika- y la imposici¨®n fascista por parte de una minor¨ªa.
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