La ancha sombra de Sof¨ªa Loren oscurece a¨²n m¨¢s a Spike Lee, Lelouch y James Ivory
Los filmes "El peral" y "Lola corre" colocan el nivel del concurso casi por los suelos
Convaleciente la actriz de una crisis cardiaca, el acto de reconocimiento y tributo de la Mostra a la gran Sof¨ªa Loren, una leyenda viva del cine, y una de las personas m¨¢s un¨¢nimemente respetadas de Italia, donde casi nada se respeta, no pudo contar con su presencia. La sustituyeron Ettore Scola, director de Una jornada particular, uno de sus filmes m¨¢s c¨¦lebres; su marido, el productor Carlo Ponti, y sus dos hijos. Pero incluso en ausencia la fuerza convocadora de esta mujer es tanta y fluye de manera tan natural que oscureci¨® m¨¢s de lo que ya est¨¢n a los directores estadounidenses James Ivory y Spike Lee y al franc¨¦s Claude Lelouch. Mientras tanto, comenz¨® el concurso, pero demasiado a la baja, casi por los suelos.
ENVIADO ESPECIAL, Concurs¨® la pel¨ªcula italiana El peral, argot del submundo romano de la droga que equivale al t¨¦rmino espa?ol chute, dirigida por Francesca Archibugi, actriz, guionista y directora de Mignon e Partita, que gan¨® hace unos a?os el premio ?pera Prima en el Festival de San Sebsati¨¢n. Quiere contar un asunto muy duro y s¨®rdido sobre la vida cotidiana de una mujer drogadicta, interpretada por la guap¨ªsima Valeria Golino, que con una jeringa contagia a su peque?a hija una grave hepatitis. Y digo que lo quiere contar, porque en realidad no lo cuenta: lo enuncia confusa, ruidosa y epid¨¦rmicamente, y no pasa de la c¨¢scara de esta devastadora an¨¦cdota
Tramposa agilidad
Y concurs¨® tambi¨¦n la pel¨ªcula alemana Lola corre, dirigida por Tom Tykwer, de 33 a?os, que organiza un relato de corte experimental, aparentemente rompedor, pero en realidad mucho m¨¢s convencional de lo que parece. El resultado es una pel¨ªcula que est¨¢ atrayendo mucho p¨²blico joven en Alemania y que comienza ya a romper fronteras, por lo que aqu¨ª puede llamar la atenci¨®n de los jurados predispuestos a dejarse embaucar por la tramposa agilidad que este joven cineasta imprime al ritmo de un relato en el que derrocha habilidades y ofrece s¨ªntomas de olfato comercial, pero nada m¨¢s.Las sesiones de escaparate estuvieron ayer ocupadas por tres cineastas con mucho renombre, pero que est¨¢n lejos de merecerlo. Claude Lelouch, que todav¨ªa sigue viviendo de las rentas de aquel prehist¨®rico monumento de cursiler¨ªa francesa titulado Un hombre y una mujer, vuelve a insistir en el celuloide de alm¨ªbar con esta Azares y coincidencias, que en realidad es un producto de c¨¢lculo casero alicorto y de esos que vende colonia a granel disfrazada de frasco de Chanel. Esta jugada de exquisitez completamente vulgar es lo que, con m¨¢s solvencia y picard¨ªa, nos vende el ilustre norteamericano James Ivory en La hija del soldado nunca llora, que parece ya haberse decidido a dejar atr¨¢s su persistente dedicaci¨®n a pel¨ªculas sobre el mundo brit¨¢nico de la ¨¦poca victoriana y vuelve a los peque?os asuntos caseros de su propio pa¨ªs, con una pel¨ªcula de esas llamadas de "conflictos familiares", que con toques liberales, elegantosos, distantes y pretendidamente cosmopolitas, se limita a ofrecernos una redonda y brillante pompa de jab¨®n de tocador de lujo.
M¨¢s consistencia, m¨¢s olor a vida y menos a perfumer¨ªa, hay en El que juega, ¨²ltima obra del estadounidense Spike Lee, cineasta solvente pero que fue encumbrado demasiado deprisa y con algo de temeridad, lo que le vali¨® un prematuro batacazo, sobre todo a ra¨ªz de Malcolm X. Es Spike Lee un cineasta con buen oficio y s¨ªntomas de inteligencia, pero que incurri¨® en el candor de creerse un Orson Welles negro, y as¨ª le fue. Sin embargo, Spike Lee supo encajar con deportividad su entrada prematura en barrena, lo que pone de manifiesto que es un hombre sagaz, que sabe algo de s¨ª mismo: erguirse discretamente, pero sin ocultar las heridas, tras una tan dura ca¨ªda como la que su petulancia y su falsa radicalidad le acarrearon, como demostr¨® hace un par de a?os con Get on the bus, sencillo, humilde y muy convincente filme, casi minimalista, que con cuatro d¨®lares le permiti¨® a Spike Lee seguir adelante, seguir convenciendo, pero como si recomenzara desde cero.
El que juega es una interesante incursi¨®n en una de las parcelas de la vida de su pa¨ªs donde el pueblo negro ha ganado por goleada la batalla al sofocante cerco de racismo blanco que le envuelve. Es el mundo del baloncesto, que Lee ve no s¨®lo como un deporte y un espect¨¢culo, sino tambi¨¦n como un complejo y enrevesado submundo, una especie de universo-iceberg, del que los no iniciados s¨®lo conocemos su hermosa parte visible. Conducida por Denzel Washington, la pel¨ªcula arranca con buenas y fuertes im¨¢genes, pero, una vez m¨¢s, a Spike Lee se le rompe a media pel¨ªcula el tarro de la contenci¨®n y prolonga la duraci¨®n, con el agravante de un excesivo juego de ambig¨¹edades en la zona de desenlace, media hora m¨¢s de lo necesario. Y el gozo inicial deriva al pozo del tedio.
Babelia
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