Chernomirdin cree necesaria una "dictadura econ¨®mica" para superar la crisis de Rusia
La crisis rusa sigue alimentando fantasmas. Ayer, fue el candidato a primer ministro, V¨ªktor Chernomirdin, quien dio rienda suelta al ¨²ltimo: "Dictadura econ¨®mica". Una propuesta para superar el caos que, en realidad, se limita a obligar a las empresas a que paguen sus deudas. Adem¨¢s, el que ya fuera jefe de Gobierno durante m¨¢s de cinco a?os sigue teniendo muy dif¨ªcil convertirse en ese dictador. Ayer logr¨® evitar la segunda bofetada de la Duma a su candidatura. La votaci¨®n se retras¨® al lunes. Los diputados discutir¨¢n antes nuevas propuestas del presidente, Bor¨ªs Yeltsin, para recortar sus poderes.
La cita era a las cuatro de la tarde. El ruedo de la Duma estaba listo para volver a sacrificarle. Pero la suerte de V¨ªktor Chernomirdin a¨²n no estaba echada. Por la ma?ana, fue al Consejo de la Federaci¨®n (C¨¢mara alta) donde present¨® un programa que incluye la implantaci¨®n de una "dictadura econ¨®mica" a partir del pr¨®ximo 1 de enero, de forma que la propiedad de las empresas que no paguen al fisco ser¨¢ confiscada autom¨¢ticamente.Igual que el ex general Alexandr L¨¦bed habla de que la situaci¨®n es peor que antes de la revoluci¨®n bolchevique de 1917, o que el l¨ªder comunista, Guennadi Ziug¨¢nov, se refiere al peligro de guerra civil y ba?o de sangre, Chernomirdin recurri¨® al catastrofismo (que ahora se parece alarmantemente al realismo) para referirse a la gravedad del momento. El pa¨ªs, se?al¨®, "est¨¢ al borde del abismo" y, "si cunde el p¨¢nico habr¨¢ dificultades como las de finales de los ochenta", en los estertores de la Uni¨®n Sovi¨¦tica. El Ej¨¦rcito, a?adi¨® en un gui?o inquietante, "estudia dar s¨®lo dos comidas al d¨ªa para los soldados". Aunque hace unos d¨ªas aseguraba que no tiene nada que ver con lo que ha ocurrido desde que el mismo Yeltsin le dio la patada, el pasado marzo, ayer fue m¨¢s modesto: "Ustedes y yo tenemos una carga pesada de responsabilidad". Pero, a?adi¨®, "si las cosas hubiesen mejorado yo no estar¨ªa aqu¨ª de nuevo". Hasta ahora, Chernomirdin ha mostrado un agarrotamiento agudo, como si no pudiera creer que la misma Duma con la que, mal que bien, hab¨ªa podido convivir durante a?os, le plantase casa y, con los comunistas en primera l¨ªnea, le acusara de complicidad en el desaguisado que amenaza con arruinar al pa¨ªs y a la mayor parte de sus 150 millones de habitantes.
Pero ayer busc¨® en el Senado el apoyo que no lograba en la Duma, y los grandes barones regionales, que a veces ejercen el poder con tanto absolutismo como Yeltsin en el Kremlin, fueron sensibles al peligro de inestabilidad que se puede llevar todo lo que pille por delante.
El Consejo de la Federaci¨®n vot¨® a favor de la confirmaci¨®n de Chernomirdin por 91 votos contra 7. Los efectos legales de este apoyo son nulos, pero la Duma tendr¨¢ un motivo adicional para pens¨¢rselo el pr¨®ximo lunes dos veces. Los comunistas dejaron claro que no votar¨¢n bajo ning¨²n concepto a Chernomirdin y que no firmar¨¢n ning¨²n acuerdo, despu¨¦s de que Yeltsin les torease el pasado fin de semana. Tambi¨¦n lo es que la aritm¨¦tica sigue estando en contra del ex patr¨®n de Gazprom, la primera empresa rusa. Pero al menos se aprecia la posibilidad de un di¨¢logo de trinchera a trinchera. Y nada es imposible, con el fin de semana por medio y la experiencia reciente de una Duma que ha mantenido sus desaf¨ªos al l¨ªder del Kremlin s¨®lo hasta que ha visto demasiado cerca la amenaza de disoluci¨®n.
Antes, los l¨ªderes pol¨ªticos buscar¨¢n con Yeltsin una salida a la crisis. De partida, las posturas son irreconciliables. A los comunistas (el grupo m¨¢s numeroso de la Duma) no les basta con que Yeltsin diga que va a dar m¨¢s atribuciones a los diputados en la formaci¨®n de Gobierno o que va a negociar limitados cambios constitucionales.
Ziug¨¢nov y los suyos insisten en que no hay salida mientras Yeltsin siga en el Kremlin. Puede que se conformasen con menos, pero el actual presidente ruso no es probable que acepte ceder el grueso de los poderes que logr¨® a costa de bombardear en 1993 la sede de un Parlamento hostil.
La situaci¨®n es propicia para la entrada en escena de personajes como L¨¦bed, el presidente del Consejo de la Federaci¨®n, Y¨¦gor Str¨®yev, y, sobre todos ellos, el alcalde de Mosc¨², Yuri Luzhkov. ?ste ¨²ltimo celebra en el fin de semana la fiesta de la capital con un despliegue de medios que, durante un par de d¨ªas, irradiar¨¢ la enga?osa ilusi¨®n de que no hay crisis.
Si la candidatura de Chernomirdin resulta inviable, la opci¨®n Luzhkov subir¨¢ muchos enteros. La decisi¨®n de recurrir a ¨¦l har¨ªa sudar sangre a Yeltsin (el alcalde es un l¨ªder con ideas propias y dif¨ªcil de controlar) y pondr¨ªa al elegido ante la apuesta m¨¢s arriesgada de su carrera, entre el ser y el no ser.
Atentado
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.