Gasolineras
Lo de poner al coche gasolina es ahora mucho m¨¢s emocionante. Desde que la OCU levant¨® esta primavera el marr¨®n de los Villanueva y vino a demostrar la sisa a la que era sometido inmisericorde nuestro dep¨®sito de carburante, la acci¨®n de repostar ha ganado ostensiblemente en morbo y notoriedad, al permitir al cliente cuestionar aviesamente si lo que anota el marcador se corresponde fielmente con la cantidad a pagar o, por el contrario, le est¨¢n timando.En la actualidad lo m¨¢s probable es que las mediciones sean correctas, porque despu¨¦s de la que se li¨® cuando salt¨® el asunto de los defraudadores, tanto los que pillaron como los que no, habr¨¢n corregido los mecanismos manipulados a la espera de que el temporal amaine.
De momento la tormenta ha servido para que la Comunidad de Madrid se ponga las pilas y le d¨¦ vueltas al asunto hasta establecer una nueva normativa regional capaz de dificultar el "mangue en la manguera". El cambio m¨¢s significativo es la consideraci¨®n legal de los propios precintos de los surtidores que pasan de ser privados a p¨²blicos. Un matiz ciertamente importante que permite contemplar cualquier manejo de los sellados de garant¨ªa como una alteraci¨®n de cosa p¨²blica, lo que equipara en gravedad el delito a la ruptura de un precinto judicial. El miedo siempre guard¨® la vi?a. El decreto del Gobierno regional redobla adem¨¢s los mecanismos de control hasta ahora existentes para las estaciones de servicio, obligando a todas las gasolineras a poner a disposici¨®n de sus clientes un recipiente de medida de 10 litros para que puedan verificar si el carburante que compran lleva o no "impuesto revolucionario". Un sistema que permite una comprobaci¨®n f¨¢cil para el com¨²n de los usuarios, no como el anterior de las probetas, cuya utilizaci¨®n requer¨ªa cursar un master en "pesas y medidas". De todas formas el consejero de Econom¨ªa se ha curado en salud reconociendo que el decreto no servir¨¢ para garantizar al completo que no se reproduzcan intentos de fraude al consumidor. Y hace bien. Las tecnolog¨ªas en electr¨®nica e inform¨¢tica avanzan a tal velocidad que resulta pr¨¢cticamente imposible asegurar que lo que hoy es un sistema inviolable dentro de cuatro d¨ªas no pueda ser f¨¢cilmente burlado con cualquier ingenio de nueva factura. En este sentido hay que reconocerle el acierto a la Comunidad y no tanto por ampliar de dos a seis los funcionarios dedicados a la inspecci¨®n de gasolineras (dos era un n¨²mero a todas luces rid¨ªculo para cumplir con una m¨ªnima eficacia esa funci¨®n inspectora) como por la incorporaci¨®n a la plantilla de expertos en software y electr¨®nica y tirar tambi¨¦n del personal del Centro de Metrolog¨ªa. A pesar de todo, la experiencia demuestra que el ingenio se aguza sobremanera cuando hay mucho dinero a ganar, una peque?a alteraci¨®n interesada en los surtidores supone millones, y esos inspectores inform¨¢ticos habr¨¢n de estar ojo avizor y no relajarse para evitar que les toreen.
Al margen de las medidas que tratan de conjurar posibles fraudes, la Comunidad ha aprovechado este nuevo decreto para poner al d¨ªa la normativa en otros aspectos que as¨ª lo requer¨ªan. Es el caso de la exigencia de un cartel perfectamente visible que aclare de inmediato al cliente si la gasolinera en cuesti¨®n funciona o no en r¨¦gimen de autoservicio, una iniciativa que evite esperar in¨²tilmente la comparecencia de un empleado que nunca llegar¨¢ o, por el contrario, que un gasolinero mal encarado te arrebate la manguera de la mano mientras aclara que "¨¦l est¨¢ ah¨ª para algo". Otro detalle es la exigencia de guantes de pl¨¢stico y papel de limpieza en las estaciones de servicio donde el cliente tenga que servirse, algo que agradecer¨¢n muy especialmente los que manejen la apestosa manguera del gas¨®leo. La normativa obliga tambi¨¦n a mantener los aparatos de presi¨®n de neum¨¢ticos y de suministro de agua en correcto estado de conservaci¨®n y funcionamiento, aunque nada dice de si ese servicio puede ser cobrado, como ya sucede en algunas gasolineras en las que obligan a meter una monedita.
Algo desde luego ha empezado a cambiar en las estaciones de servicio de la regi¨®n. Un cambio tristemente inducido por la constataci¨®n de que algunas gasolineras estafaban vilmente a su clientela. No hay mal que por bien no venga.
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