Una vida de "tourn¨¦e"
El maestro Freire, compositor de la copla 'Doce cascabeles', rememora sus giras por los pueblos de Espa?a
"Ad¨¢n s¨®lo tuvo una mujer, as¨ª que tendr¨¢ que cambiar el t¨ªtulo del espect¨¢culo". El joven compositor y pianista Ricardo Freire ten¨ªa previsto estrenar en 1950, en el madrile?o teatro Alb¨¦niz, la revista musical Las mujeres de Ad¨¢n, y no hab¨ªa manera de convencer al censor de que el protagonista de la obra no ten¨ªa que ver con el personaje b¨ªblico. La revista se estren¨® finalmente gracias a la mediaci¨®n del autor de teatro Alfonso Paso, y se convirti¨® en el esc¨¢ndalo del a?o en Madrid. "Los ni?itos de Acci¨®n Cat¨®lica salieron a la calle a arrancar los carteles publicitarios, pero nos hicieron un favor: lo ¨²nico que consiguieron fue llenar el teatro. Lo gracioso es que era una obra tan infantil que la gente sal¨ªa desilusionada". Lo cuenta, y a¨²n le llevan los demonios, el maestro Freire, compositor de coplas tan populares como Doce cascabeles, Estudiantina de Madrid o Caballito bandolero. El m¨²sico, de 70 a?os, acaba de recibir la medalla de Madrid al M¨¦rito Art¨ªstico, que concede el Ayuntamiento de la capital. El concejal de Cultura, Juan Antonio G¨®mez-Angulo, se la entreg¨® el pasado jueves, durante un homenaje en el patio central del Conde Duque que le dedicaron al maestro los artistas flamencos.La vida de este m¨²sico, casado con Rita Garrido, una ex bailarina profundamente devota -las estampas de los santos compiten con las fotograf¨ªas familiares en su casa del barrio de Embajadores-, parece sacada de un gui¨®n de Luis Garc¨ªa Berlanga. M¨¢s que su fertilidad creativa -es autor de unas dos mil canciones y de medio centenar de revistas musicales- sorprende el ¨¢nimo con que sobrellev¨® las interminables giras por los pueblos de Espa?a en una tourn¨¦e pr¨¢cticamente ininterrumpida que dur¨® m¨¢s de dos d¨¦cadas, desde finales de los a?os cuarenta.
Hijo de padres gallegos, naci¨® en Brasil y se traslad¨® con su familia a Madrid cuando era ni?o. Trabaj¨® de botones para pagarse los estudios en el conservatorio de la capital y mont¨® una academia en la calle de la Aduana. Fue pianista en el Circo Price, donde trabaj¨® con las figuras m¨¢s renombradas de la ¨¦poca. A pesar del ¨¦xito de muchas de sus canciones, reconoce que se vio obligado a enrolarse como pianista en espect¨¢culos mediocres para sobrevivir. "He tenido la desgracia de no ver crecer a mis hijas. Las giras duraban once meses y todo eran dificultades: lleg¨¢bamos a un pueblo y enseguida aparec¨ªa el cura poniendo pegas. Algunos se pon¨ªan junto a la taquilla del teatro y amenazaban con excomulgar a quien comprara entradas". Dos eran las estrategias que utilizaba Freire para ganarse a los p¨¢rrocos: mandar a las bailarinas a misa, aunque en la mayor¨ªa de las ocasiones no las dejaban entrar a la iglesia "por pecadoras", o bien ofrecer al cura el 10% de la recaudaci¨®n, sistema que sol¨ªa dar mejor resultado. "Los donativos eran el ¨²nico modo de que nos dejaran en paz", afirma el m¨²sico. En estas giras, Freire era el responsable del cuerpo de baile de la compa?¨ªa, formado por una docena de j¨®venes bailarinas, entre las que se encontraba su mujer, Rita. "En una ocasi¨®n ten¨ªamos que actuar en el pueblo abulense de Ar¨¦valo, en un teatro llamado La Esperanza, situado junto a un convento. Justo el d¨ªa que llegamos acababan de cerrarlo por alteraci¨®n del orden p¨²blico. No ten¨ªamos un duro y yo era responsable de las chicas. Ped¨ª ayuda econ¨®mica al alcalde para dormir en una pensi¨®n. No me dio dinero, pero me ofreci¨® la c¨¢rcel para pernoctar. Sac¨® al borracho que hab¨ªa en el calabozo y nos acomodamos all¨ª", relata divertido.
"Era una vida bohemia, muy bonita. A veces ten¨ªamos que ir a pescar al r¨ªo para poder comer. Las chicas nos lo pas¨¢bamos fenomenal", a?ade Rita, a quien su marido retir¨® pronto del escenario. "A los hombres no les interesaba el teatro. S¨®lo iban a ver culos. Aunque Rita se vistiera de aragonesa, si al saltar se le ve¨ªan las piernas, gritaban como borregos. A m¨ª eso me indignaba, as¨ª que la mand¨¦ para casa", se justifica Freire.
Con la emigraci¨®n de los a?os sesenta, las giras se ampliaron a Francia, B¨¦lgica y Alemania. Las cosas tampoco fueron f¨¢ciles m¨¢s all¨¢ de los Pirineos. Antonio Molina, el Ni?o Ricardo y el maestro Freire tuvieron que salir por pies de la ciudad francesa de Toulouse. Un grupo de exiliados coloc¨® en el autob¨²s en el que viajaba la compa?¨ªa pegatinas con la frase "Espa?oles muertos de hambre" y se liaron a pedradas. La polic¨ªa francesa tuvo que escoltar el autocar hasta la frontera. "Que conste que yo no soy franquista, pero me molestaba que nos quisieran utilizar pol¨ªticamente. En cambio, en Par¨ªs, estando con Juanito Valderrama, el entonces secretario general del PCE, Santiago Carrillo, nos invit¨® a la sede del partido a tomar un vino. Tambi¨¦n estaba Pasionaria, nos hicimos fotos y nos trataron estupendamente".
Sus peores recuerdos est¨¢n vinculados a la censura. "Los censores ten¨ªan muy mala leche. Nos obligaban a presentar hasta los bocetos con los vestidos de las vedettes. Nos hac¨ªan cambiar las letras de las canciones, subir el escote a los trajes de las bailarinas o suprimir gestos que consideraban provocadores. Ten¨ªamos incluso que montar una funci¨®n privada s¨®lo para el censor. Lo absurdo era que a veces te autorizaban la revista en Madrid y te la prohib¨ªan en Toledo. Era un cachondeo".
Su comedia musical m¨¢s pol¨¦mica fue El vis¨®n de Lul¨², estrenada en el teatro Fuencarral. "Las protagonistas eran las hermanas Amaya y Eugenia Roca, unas vedettes muy guapas, pero no ven¨ªa nadie a verlas. Trajimos a un mariquita de Barcelona, Escamillo, muy llamativo. La sala se pon¨ªa a rebosar. La bronca se montaba cuando Escamillo gritaba en una de las canciones "?Soy un machote!". La censura nos levant¨® 60 actas". Aunque cueste creerlo, las inocentes letras de las canciones de Freire, escritas por Basilio Garc¨ªa Cabello y Juan Solano Garc¨ªa, no se libraban de los recortes. "Hice una copla preciosa que dec¨ªa: "Yo soy bombero, bombero, y con la manga te vengo a enchufar", y nos la prohibieron alegando que ten¨ªa doble intenci¨®n".
El maestro dej¨® de hacer giras en 1971. Fue contratado por la Sociedad General de Autores (SGAE) como inspector t¨¦cnico musical, cargo que ocup¨® hasta que se jubil¨® el pasado a?o. En la SGAE se dedic¨® sobre todo a orientar a los artistas flamencos en la defensa de los derechos de autor. Gracias a Freire, cantaores, bailaores y guitarristas cobran hoy los derechos de sus interpretaciones. Por eso, agradecidos, le brindaron su homenaje.
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