El Alarde incomprensible
Los argumentos aducidos para negar el derecho de las mujeres a desfilar en igualdad de condiciones con los hombres en el Alarde de Hondarribia son, a juicio de la autora, incomprensibles al filo del siglo XXI
"Desde fuera no se puede entender lo que significa el Alarde". Este es el principal argumento -si se le puede llamar as¨ª- que esgrime la gente de Hondarribia que est¨¢ en contra de la participaci¨®n igualitaria de las mujeres en el desfile del Alarde. Y quiz¨¢s tengamos que acabar d¨¢ndoles la raz¨®n: cada vez resulta m¨¢s incomprensible lo que pasa en esta localidad. Ya resultaba dif¨ªcil de creer que, casi en el siglo XXI, en la era de la igualdad, la mayor¨ªa de la poblaci¨®n de Hondarribia se empe?e en excluir del acto principal de sus fiestas a las mujeres, porque "es tradici¨®n". Tampoco es f¨¢cilmente comprensible que haya personas dispuestas a todo, incluso a emplear la violencia, para impedir que las mujeres que lo desean participen en el Alarde. Pero esto es lo que ocurri¨® en la edici¨®n de 1996, cuando fueron agredidas las mujeres que trataron de integrarse en una compa?¨ªa como soldados. Es bastante l¨®gico, sin embargo, que un alcalde procure defender la postura mayoritaria de la poblaci¨®n que le ha elegido, pero no resulta admisible que ello se haga a costa de ignorar los derechos fundamentales de la minor¨ªa. Y, desde luego, no se entiende que el alcalde de Hondarribia, en vez de fomentar el di¨¢logo y el consenso, deniegue a las mujeres el derecho a desfilar como soldados, y luego se oponga al reconocimiento judicial de ese derecho. Y el tema va m¨¢s lejos, porque el Tribunal Superior de Justicia del Pa¨ªs Vasco sentenci¨® el pasado a?o la nulidad de la actuaci¨®n del alcalde por considerarla discriminatoria. Estableci¨® as¨ª mismo el derecho de las mujeres a participar en el Alarde en iguales condiciones que sus convecinos varones y record¨® a la autoridad municipal su obligaci¨®n de promover la igualdad efectiva entre todas las personas. Pero, lejos de cumplir sentencia, el se?or alcalde, como hizo Pilatos, elude sus deberes explicando que el Ayuntamiento no tiene nada que ver con la organizaci¨®n del Alarde, que corresponde en exclusiva, dice, a una reci¨¦n aparecida fundaci¨®n. Ciertamente, desde fuera resulta incomprensible que las fiestas de un pueblo, de pronto, dejen de ser un acontecimiento p¨²blico y se conviertan en privadas. Seg¨²n parece, de la noche a la ma?ana no es el pueblo ni sus representantes institucionales quienes las organizan, sino que las fiestas pasan a ser patrimonio de una fundaci¨®n privada, que decide qui¨¦n participa en ellas y qui¨¦n no. Y m¨¢s raro todav¨ªa: resulta que esa fundaci¨®n en realidad no existe, no est¨¢ formalmente constituida y registrada. Sus promotores intentaron crearla en la Comunidad Aut¨®noma del Pa¨ªs Vasco, pero les fue denegada la inscripci¨®n en el registro, por lo que lo han solicitado en la Administraci¨®n foral de Navarra, sin que hasta la fecha la hayan obtenido. Complicado ?no? Quiz¨¢ la clave para comprender todas estas cuestiones est¨¦ en las ¨²ltimas declaraciones del alcalde de Hondarribia, donde explica que el Alarde es una "procesi¨®n c¨ªvico-religiosa" y, por tanto, que pertenece "al ¨¢mbito de las creencias religiosas". ?Claro!, igual todo es un problema de fe y hay que creer que la fundaci¨®n ya exist¨ªa y que el Ayuntamiento no tiene ni ha tenido nada que ver con la principal manifestaci¨®n cultural y festiva de la localidad... Pero hay que reconocer que cuesta cre¨¦rselo.Por otra parte, si se trata de creencias religiosas, no se entiende que estas se puedan expresar o no en funci¨®n del sexo de la persona. ?O es que quienes defienden el Alarde tradicional siguen pensando, como en la Edad Media, que las mujeres no tienen alma? En otro orden de cosas, tampoco es f¨¢cil de comprender que sean las mujeres, y en particular las j¨®venes, las que m¨¢s se opongan a la evoluci¨®n del Alarde. Parece extra?o que renuncien a dar un paso adelante en el camino de la igualdad a cambio de mantener la esperanza de que, por una ¨²nica vez en su vida, mientras est¨¦n solteras y resulten decorativas, puedan ser elegidas por una compa?¨ªa de hombres de verdad para ser nada m¨¢s y nada menos que su cantinera. No se entiende. En definitiva, desde fuera resulta dif¨ªcil de entender lo que ocurre en Hondarribia pero, lo entendamos o no, el coraz¨®n y el sentido com¨²n nos dice que la raz¨®n asiste a las personas que han apostado por construir una sociedad m¨¢s igualitaria y, jug¨¢ndose su fama, su tranquilidad e incluso su pellejo, defienden el derecho de las mujeres a participar en el Alarde en igualdad de condiciones con los varones. Y quiero creer que ese sentido com¨²n se impondr¨¢ finalmente y que no toda la gente que est¨¢ en contra se mostrar¨¢ tan intransigente como para impedir en el d¨ªa de hoy desfilar a las mujeres que lo deseen. Al fin y al cabo, lo ¨²nico que desde fuera de Hondarribia se percibe con claridad es que, cada uno a su manera, todos y todas sienten el Alarde como algo propio y muy querido. Por eso, desde aqu¨ª, desde fuera, pero desde mi condici¨®n de mujer, quiero hacer una llamada a la cordura y, sobre todo, mostrar toda mi solidaridad y apoyo a quienes hoy, en Hondarribia, est¨¢n luchando por una sociedad m¨¢s justa.
Pili Gonz¨¢lez de Zarate es miembro del Forum Feminista Mar¨ªa de Maeztu.
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