Se les ca¨ªan las orejas

Menuda novillada vino de La Quinta, que es m¨¢s abajo de Despe?aperros. Se les ca¨ªan las orejas. Sal¨ªan ya con la oreja en la pezu?a y mug¨ªan "Tome". A los toreros se lo mug¨ªan. Y unos las tomaron, otros no. Los que no, deb¨ªan estar inapetentes.Otra igual ser¨¢ dif¨ªcil que les salga. No quiere uno pensar si esa novillada se la echan en Madrid o en Sevilla, y van, y se declaran tambi¨¦n inapetentes. ?Oh, no!, se dir¨¢. En Madrid y en Sevilla no, pues ah¨ª merece la pena hacer el esfuerzo.

Mal asunto si la cuesti¨®n se plantea desde el esfuerzo. Cuando un torero se encuentra con un toro de semejante docilidad, le hace el toreo aunque sea en el pasillo de su casa.

No se crea, de todos modos, que Arganda del Rey es plaza menor. La har¨¢n de talanqueras, pero lo que vale es el p¨²blico, su actitud durante la lidia. Y resulta que es el cl¨¢sico p¨²blico de toros, el de toda la vida antes de que tomaran al asalto los cosos esas masas triunfalistas a las que s¨®lo les interesa ver orejas.

Nada exigente la afici¨®n argande?a e incluso amable con los lidiadores, eso no quiere decir que acepte cualquier cosa. Lo bien hecho, lo aplaude, lo malo lo pita, y los excesos pegapasistas cuentan con su m¨¢s absoluta indiferencia. Al rev¨¦s que en muchas plazas de primera donde todo les parece colosal.

El toreo bueno quisiera haber saboreado esa afici¨®n, ya que sal¨ªan santos los novillos de La Quinta; pero que si quieres arroz. Las seis faenas se ajustaban al clich¨¦ de la moderna tauromaquia: que si el tanteo, que si los derechazos a manta, que unos naturales para cumplir, que vuelta a los derechazos, que me adorno, que me arrodillo, que mato como Dios me d¨¦ a entender.

La excepci¨®n fue Guillermo Alba que imprimi¨® sentimiento a su toreo y procuraba ce?ir los pases dichos, embarcarlos con finura, rematar detr¨¢s de la cadera y, en algunos momentos, hasta ligar.

Al sexto novillo, cuya docilidad no conoci¨® l¨ªmites, Guillermo Alba le hizo cuanto quiso. Tras recrearse en los pases fundamentales le empalm¨® circulares y pues la bondad absoluta del novillo no allegaba ninguna emoci¨®n, los dio en plan alarde con la muletilla plegada.

Macareno, que es torero de dinast¨ªa -su padre, de igual apodo, cuaj¨® tardes memorables cuando estaba en activo-, mulete¨® a destajo, m¨¢s voluntarioso que inspirado, y en diversas ocasiones le falt¨® templar los pases.

Torero asimismo de dinast¨ªa, Mario Coelho instrumentaba largas las suertes, corr¨ªa mucho y bien la mano, s¨®lo que citaba fuera de cacho y embarcaba por la periferia.

Banderille¨® y fue frustrante que no resolviera con brillantez esta suerte, que su padre, de igual nombre, ejecutaba a la perfecci¨®n.

Mario Coelho, padre, tambi¨¦n protagoniz¨® tardes memorables como subalterno. Muchas veces salud¨® montera en mano por sus pares de banderillas pero a¨²n era mejor para la brega. Su primera actuaci¨®n en Las Ventas, parando a los toros de salida, corri¨¦ndolos a una mano, poni¨¦ndolos en suerte, caus¨® sensaci¨®n y hubo lances que levantaron al p¨²blico de sus asientos. Aquella tarde quiso el destino que gloria y tragedia confluyeran dram¨¢ticamente en el ruedo de Las Ventas: un toro mat¨® a El Coli, precisamente en la acci¨®n de pararlo y correrlo a una mano.

La grandeza de la fiesta se reviv¨ªa cada tarde; la torer¨ªa brotaba con similar intensidad en los toreros de oro y en los de plata. Eran otros tiempos. Los toros podr¨¬an ser nobles pero nunca sacaban esa docilidad perruna... Llegan a salir como los de La Quinta y los toreros se los comen con patatas.

Triunfos en Albacete

Ponce y Caballero salieron a hombros en la segunda corrida de la feria de Albacete, celebrada ayer, informa Efe. Se lidiaron toros de Daniel Ruiz, cuarto premiado con vuelta al ruedo. Ponce, palmas y dos orejas. Caballero, dos orejas y ovaci¨®n. Jos¨¦ Antonio Iniesta, ovaci¨®n y oreja.