Once d¨ªas en una bolsa de basura
Dos m¨¦dicos espa?oles en misi¨®n humanitaria denuncian que fueron maltratados por la polic¨ªa en Guinea
Ser espa?ol empieza a ser peligroso en Guinea Ecuatorial. Dos m¨¦dicos, Eva Alvira, de 28 a?os, y Emilio Ledesma, de 27, pagaron con 11 d¨ªas de estancia en los hediondos calabozos policiales de Malabo su decisi¨®n de cooperar, invitados por la Cruz Roja de Guinea Ecuatorial, en un proyecto humanitario que financia la poderosa compa?¨ªa petrol¨ªfera Mobil Oil. "Ha sido como vivir 11 d¨ªas en una bolsa de basura", recuerda el doctor Ledesma. Un supuesto problema burocr¨¢tico -la ausencia de visado de entrada, que tramitaron al llegar al aeropuerto- desencaden¨® su arresto y su estancia, en condiciones infrahumanas, en las dependencias policiales. S¨®lo pudieron escapar de esta pesadilla tras las intensas gestiones realizadas por el Ministerio espa?ol de Asuntos Exteriores y de la propia compa?¨ªa Mobil Oil. Eva y Emilio fueron "expulsados" el pasado domingo. Desde los calabozos fueron llevados directamente al avi¨®n de Iberia que les devolvi¨® a Espa?a, pese a que la Embajada espa?ola se quiso hacer responsable de su custodia el viernes anterior. Ese d¨ªa, los m¨¦dicos recibieron autorizaci¨®n para abandonar el pa¨ªs, pero la ausencia de plazas libres en el avi¨®n que deb¨ªa llevarlos a Europa impidi¨® su salida de comisar¨ªa. De nada sirvi¨® la insistencia de los diplom¨¢ticos espa?oles, y los m¨¦dicos tuvieron que soportar otras 48 horas de prisi¨®n. "Si hubi¨¦ramos sido de cualquier otra nacionalidad, no habr¨ªa ocurrido", dice Ledesma.La arbitrariedad con que han sido tratados, el horror que han podido ver y la indefensi¨®n padecida no ha reducido su voluntad de seguir cooperando en el futuro con sociedades como la guineana, que son las principales v¨ªctimas de sus propios gobernantes.
Emilio y Eva hab¨ªan recibido la llamada del responsable de ayuda a la comunidad guineana de la empresa Mobil a trav¨¦s de la organizaci¨®n Kalib¨², una ONG en la que Eva Alvira pasa consulta, en Madrid, a los emigrantes que no tienen cobertura de la Seguridad Social.
Llegaron en vuelo directo a Malabo el pasado 25 de agosto y entregaron a la polic¨ªa de aduanas sus pasaportes; informaron de que no ten¨ªan visado porque lo estaba tramitando la compa?¨ªa que les invitaba, y entregaron fotograf¨ªas y fichas de inmigraci¨®n.
Recibidos por el personal de Mobil en el propio aeropuerto, su paseo kafkiano por el miedo comenz¨® al d¨ªa siguiente, cuando fueron localizados por la polic¨ªa en el despacho del presidente de la Cruz Roja de Guinea, el doctor Maho Sicacha, quien les hab¨ªa invitado por escrito a viajar a Malabo y se hab¨ªa comprometido a conseguirles los visados.
Fueron obligados a entrar a medianoche en los calabozos sin saber de qu¨¦ se les acusaba; forzados a dormir en el suelo, sin una estera que les aislase m¨ªnimamente de las inmundicias, hacinados junto a otros cinco detenidos en una habitaci¨®n mal ventilada de cuatro por tres metros, con unas letrinas abiertas enfrente de la verja que cerraba la celda... Fue, sin duda, el peor momento de su cautiverio.
La doctora Alvira, la ¨²nica mujer del grupo, se vio obligada a utilizar las mismas letrinas que los hombres, de donde hab¨ªa que espantar a las ratas. En esas condiciones pasaron cuatro d¨ªas, esperando a ser llamados para declarar, y otra semana m¨¢s de espera cuando ya se hab¨ªa aclarado que no hab¨ªa nada en su conducta que les hiciera sospechosos.
El comportamiento del doctor Maho Sicacha, presidente de la Cruz Roja de Guinea, quien tard¨® m¨¢s de una semana en aparecer por la comisar¨ªa y que dijo, en su declaraci¨®n, que hab¨ªa firmado la carta de invitaci¨®n a los m¨¦dicos espa?oles sin leerla, amarga el recuerdo del doctor Ledesma. "S¨®lo el miedo cerval que el r¨¦gimen del general Obiang despierta entre la poblaci¨®n explica la conducta del m¨¦dico guineano", se?ala Ledesma.
La asistencia de la compa?¨ªa Mobil, varios de cuyos empleados compartieron celda con los m¨¦dicos durante ocho d¨ªas, redujo en parte las penalidades sufridas a lo largo de los 11 d¨ªas de cautiverio.
Mientras tanto, la diplomacia espa?ola intentaba, sin ¨¦xito durante m¨¢s de una semana, sacarlos del calabozo. Es un nuevo desprecio del r¨¦gimen de Obiang por la antigua metr¨®poli.
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