S¨®lo para sus ojos
Las Cortes con un ambiente sosegado, tranquilo y con un trato amable y espont¨¢neo por los pasillos. En el hemiciclo, un comportamiento err¨¢tico en general, sin direcci¨®n clara, y a veces poco recomendable: risas inoportunas, ausencias, crispaciones un tanto infantiles. Sin duda, comparado con los a?os anteriores, el mejor discurso del presidente, en cuanto a contenido y estrategia, pero con una comunicaci¨®n demasiado plana y uniforme que desdibuj¨® mucho el impacto directo de su exposici¨®n. La oposici¨®n, al menos la socialista, con algunos temas importantes de debate pero que se perd¨ªan en el forcejeo del cuerpo a cuerpo, con un estilo poco actual; es decir, m¨¢s de lo mismo y sin renovaci¨®n. Un debate, en definitiva, complejo, lleno de matices, extra?o por sus aciertos y contradicciones, que produce algo de perplejidad. Es muy posible que estos sean los s¨ªntomas caracter¨ªsticos del comienzo de una nueva ¨¦poca en la pol¨ªtica valenciana. Pero por encima de todo, fue un debate s¨®lo para sus ojos, por utilizar la t¨ªpica expresi¨®n traducida de las viejas novelas de espionaje, s¨®lo para los ojos de sus se?or¨ªas, de los representantes de los medios de comunicaci¨®n y de algunos invitados. Merece la pena ampliar algunas de estas opiniones. El discurso de Zaplana destaca claramente sobre las anteriores versiones. Fue m¨¢s breve que el a?o anterior, una hora escasa frente a la hora y media del pasado debate. El contenido est¨¢ mucho m¨¢s elaborado, m¨¢s pensado, a pesar de que sigue alargando excesivamente el recurso a los n¨²meros, pero este parece un vicio inevitable de todos los pol¨ªticos. Por fin se decide a reconocer expl¨ªcitamente el papel de los ciudadanos, las iniciativas individuales y asociativas, en cualquier proyecto pol¨ªtico actual; algo que es recurrente en este discurso y se echaba de menos en los anteriores. Despu¨¦s del aparente ¨¦xito del pacto ling¨¹¨ªstico, se nota que ya es consciente de que su terreno pol¨ªtico natural es la negociaci¨®n, el consenso, el di¨¢logo; y tambi¨¦n sabe que esta imagen le favorece estrat¨¦gicamente, modera el desgaste del gobierno y favorece su aproximaci¨®n al centro. Por eso plantea como proyectos comunes, dif¨ªciles de rechazar por la oposici¨®n, pol¨ªticas concretas sobre el empleo, sobre el medio ambiente, sobre comunicaciones. No me parece nada exagerado afirmar que Eduardo Zaplana est¨¢ alcanzando su madurez pol¨ªtica. Sin embargo, la exposici¨®n no estuvo a la misma altura por razones que son dif¨ªciles de comprender. Por resumirlo de alg¨²n modo, bien parece que sufri¨® un ataque de aton¨ªa comunicativa, de extra?amiento ante su propio discurso. Hab¨ªan transcurrido 37 minutos cuando se puso a ordenar de forma ritual el peque?o mont¨®n de p¨¢ginas ya pasadas, intentando centrarse en sus 11 minutos finales, los minutos sobre las nuevas propuestas. No lo consigui¨®, sus propuestas sonaban a balance de gesti¨®n. Si hubiese empezado por las propuestas, simplemente, el impacto y la din¨¢mica del debate habr¨ªan sido completamente distintas. Seg¨²n parece, nadie le dijo que en estos discursos lo primero que se dice es lo que marca el ritmo, mientras que lo ¨²ltimo queda enmascarado por el siguiente discurso. Antonio Moreno, por el grupo socialista, sabe perfectamente que los n¨²meros son relativos, que depende, que todo depende, como en la canci¨®n y, sin embargo, se aferra a la cifra como si fuera la madre de todas las cat¨¢strofes y de todas las corrupciones. Tiene argumentos s¨®lidos para criticar algunos aspectos de las pol¨ªticas concretas de los populares, en relaci¨®n con la educaci¨®n, con los accidentes laborales o con la sanidad, pero los despilfarra intentando volatilizar a la oposici¨®n. Quedar¨ªa mejor colaborando con ellos en la mejora de la vida ciudadana; por ejemplo, haci¨¦ndole ver al presidente que los problemas repetidos de la sanidad valenciana tienen todo el aspecto de convertirse en un conflicto maligno, que en lugar de mejorar tiende a crear met¨¢stasis, perjudicando a todos, a la propia pol¨ªtica de su gobierno, a los profesionales en los cuidados de la salud y, lo m¨¢s grave de todo, a los ciudadanos mismos. En definitiva, ofreci¨¦ndose a colaborar con ¨¦l para realizar la cirug¨ªa necesaria o, si no estamos ahora para grandes traumas, al menos para aplicar quimioterapia y evitar males mayores, que sin duda alguna van a llegar. En las ¨¦pocas que corren, se?or Moreno, oponerse ya no significa destruir al enemigo pol¨ªtico, significa colaborar con ¨¦l desde fuera y mejorar sus propuestas hasta conseguir desplazarlo de la confianza p¨²blica. El debate de este a?o ha sido extra?o y complejo, pero no es un mal debate. Marca el final de una ¨¦poca y los pasos inseguros de una nueva. Pero lo que no tiene perd¨®n es que haya sido s¨®lo para sus ojos, sin que los valencianos hayan podido seguirlo en directo. No tiene sentido que se tenga acceso en vivo a las acusaciones sobre el comportamiento de Clinton, pero que no podamos conocer directamente lo que hacen, dicen y deciden en las Cortes los representantes que nosotros hemos elegido. Alguien debe pedir disculpas. Y rectificar inmediatamente ante una pr¨®xima campa?a electoral, que no s¨®lo debe perseguir el voto, sino que tiene que ser abierta y sensible a la interacci¨®n con el ciudadano.
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