Una pel¨ªcula que mezcla Hitchcock y Bioy Casares
?Qu¨¦ ocurrir¨ªa si un suceso cualquiera del cual hubi¨¦semos sido testigos se volviera a repetir, pero con una peque?a variaci¨®n que cambia por completo su desarrollo posterior? Este punto de partida, que no desagradar¨ªa a Bioy Casares, a Italo Calvino o al Edgar Neville de La vida en un hilo, es el que explota Hotel Room, una deliciosa, extravagante pel¨ªcula espa?ola, rodada al alim¨®n en Nueva York por un catal¨¢n, Cesc Gay y un argentino, Daniel Gimelberg, con las armas que desde siempre han permitido la libertad art¨ªstica m¨¢s extrema: poco dinero, un pu?ado de buenos actores, escenarios m¨ªnimos -aqu¨ª, pr¨¢cticamente uno: la habitaci¨®n del t¨ªtulo- y una historia interesante para desarrollar.Por el filme, rodado en un desastrado blanco y negro y en ingl¨¦s, desfila una galer¨ªa de personajes extra?os, no todos dibujados con la misma precisi¨®n, pero en general al servicio de unas historias presididas por el humor, que no excluyen muerte y tragedia, aunque nunca sepamos en realidad si lo que acabamos de ver ser¨¢ luego "corregido" por una variaci¨®n que por lo dem¨¢s no siempre se produce. Contracampo que raramente aparece en la pantalla, se dir¨ªa que la ciudad de los rascacielos est¨¢ ah¨ª como territorio para un homenaje, el que el filme hace a la m¨¢s grande de las pel¨ªculas de Hitchcock, La ventana indiscreta, a partir de las fotograf¨ªas de un profesional que se llama igual que James Stewart en el filme del maestro ingl¨¦s, y que como ¨¦l est¨¢ escayolado mientras contempla un suceso banal que devendr¨¢ en tragedia.
Tiene la pel¨ªcula alg¨²n exceso de ret¨®rica visual, alg¨²n desmayo innecesario y alg¨²n hiato de gui¨®n que una producci¨®n m¨¢s saneada, riesgos de la independencia, tal vez hubiese subsanado. Pero se salva siempre por la sana insolencia que lo preside, por la buena relaci¨®n entre esfuerzos y resultados, por el humor zumb¨®n de que hace gala hasta erigirse en uno de los contados candidatos al premio de Nuevos Realizadores de cuantos hayamos visto hasta la fecha.
En un festival que, como el de este a?o, est¨¢ presidido por grandes actuaciones, destac¨® ayer el impresionante trabajo de dos j¨®venes actrices francesas, Elodie Bouchez -la magn¨¦tica adolescente de Los juncos salvajes, de Andr¨¦ Techin¨¦- y Natacha R¨¦gnier, ya premiadas al alim¨®n en el pasado Festival de Cannes, en La vida so?ada de los ¨¢ngeles, ¨®pera prima del franc¨¦s Erick Zonca, proyectada fuera de concurso. Sus personajes, entre la banalidad y la desesperaci¨®n por fijar alg¨²n objetivo a sus apocadas existencias, no se diferencian mucho de tantos adolescentes de hoy.
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