Siempre hay salida

"No me apetece hacer pel¨ªculas donde no haya salida. No me apetece ni desde el punto de vista personal ni desde un planteamiento pol¨ªtico. A pesar de todo, ser¨ªa estupendo obtener algo de belleza de este final de siglo". L¨²cido y combativo, pero tambi¨¦n optimista, el realizador franc¨¦s Robert Gu¨¦diguian explic¨® ayer en San Sebasti¨¢n A la place du coeur (De todo coraz¨®n), que se estren¨® en la secci¨®n oficial del certamen donostiarra. Conocido en Espa?a s¨®lo por su anterior pel¨ªcula, Marius y Jeanette, este cineasta ha utilizado la conflictiva y dura ciudad de Marsella como un inmenso plat¨® para rodar sus historias."Marsella", coment¨® Gu¨¦diguian, "sufre una guerra econ¨®mica y un choque entre culturas que provoca tanto una destrucci¨®n f¨ªsica de la ciudad como brotes de racismo y de xenofobia". Ambientada en los barrios obreros de Marsella y a trav¨¦s de una tierna historia de amor entre una adolescente blanca y un joven negro, De todo coraz¨®n tiene un final feliz que el director defiende. "Es urgente", se?al¨®, "constatar el auge del racismo, pero tambi¨¦n hab¨ªa que ofrecer peque?as soluciones colectivas, aunque hoy en d¨ªa las salidas no est¨¦n muy claras".

Dos trabajadores que se sienten humillados por la Historia con may¨²sculas y que son los padres de los protagonistas le sirven a Gu¨¦diguian para mostrar la perplejidad del final de siglo en Europa en una narraci¨®n film¨ªca que no en vano concluye en Sarajevo.