La neura
Hay una estampa muy madrile?a de Sevilla: esa hora de los atascos, los cl¨¢xones y las colegialas cruzando el paso de cebra con Alejandro Sanz parti¨¦ndoles el coraz¨®n desde sus carpetas. Sevilla conquista a sus conquistadores, se dice en los discursos y c¨®cteles cortesanos. No se sabe si saldr¨¢ ilesa de la ¨²ltima invasi¨®n, la de los tres mil neur¨®logos que llegaron a la ciudad, invasi¨®n de la que probablemente no hablar¨¢n los profesionales de la Historia Contempor¨¢nea que hoy invaden Sevilla en congreso que inaugura Esperanza Aguirre, la ministra que se carg¨® a Clemente. Cantatore, tiembla, que viene la c¨®lera de Dios. Con los neur¨®logos llegaron los nervios. No dejaron una sola plaza hotelera libre y dejaron a Alejandro Rojas-Marcos tras el acto inaugural "atascad¨ªsimo", en palabras traducidas desde el m¨®vil por su portavoz municipal, Jos¨¦ Luis Villar. Rojas-Marcos es hermano de psiquiatra y no pierde los nervios f¨¢cilmente, pero el lunes se perdi¨® una rueda de prensa en su semana fant¨¢stica. El s¨¢bado, el mismo d¨ªa que Joselito se encierra con seis toros en la Maestranza, el primer teniente de alcalde presenta su candidatura a la alcald¨ªa. S¨®lo se conoce el primer espada. Todos los dem¨¢s van de sobresalientes, como el colombiano Vicente Salamanca en el foro de los maestrantes. Nervios los que ten¨ªa Manuel Herrera, director de la Bienal, la noche del domingo. Ajustes de protocolo con las alcaldesas de Sevilla y C¨¢diz en el patio de butacas. Y una llamada telef¨®nica: Antonia Iborra, esposa de Manuel Chaves, presidente de la Junta de Andaluc¨ªa, no quer¨ªa perderse la actuaci¨®n de Sara Baras. Estaba todo vendido. ?A los tres mil neur¨®logos tambi¨¦n les gusta el baile?. Eso es telepat¨ªa familiar. El marido bailando un tango en Montevideo -danzad, danzad, malditos, con su consejero Guillermo Guti¨¦rrez aguantando el tipo durante 35 horas en la pista de baile-, en el paisito, como llama Mario Benedetti al Uruguay; la esposa saboreando ecos gaditanos de Rancapino y Chano Lobato. S¨®lo les separaba un oc¨¦ano. Nervios los que hoy tendr¨¢n los clientes del hotel Alfonso XIII, XII en Canarias, convertido en un Potenkim de cinco estrellas. Este hotel tuvo durante la Rep¨²blica un conserje franc¨¦s muy b¨¦tico, seg¨²n cuenta Isabel Gonz¨¢lez Turmo en un documentado libro sobre antropolog¨ªa de la alimentaci¨®n. Y un Lopera (Antonio) que fue director entre 1963 y 1969.
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