Correctos y cre¨ªbles
LAS GRANDES cifras de ingresos y gastos p¨²blicos que vertebrar¨¢n los Presupuestos Generales del Estado para 1999, y que ayer explic¨® el Gobierno, parecen correctas en esta coyuntura y relativamente cre¨ªbles en una primera lectura, a la espera de conocer el detalle, que se dar¨¢ a conocer el martes. No es disparatado prever un aumento en los ingresos p¨²blicos del 4,8%, incluso a sabiendas de que la reforma del IRPF reducir¨¢ la recaudaci¨®n p¨²blica en 400.000 millones en la hip¨®tesis m¨¢s favorable. La tasa de crecimiento, la prolongaci¨®n de los beneficios empresariales y el aumento de los impuestos de la gasolina -ayer se anunci¨® que subir¨¢ 1,50 pesetas por litro- pueden compensar sobradamente el efecto de la reforma fiscal (se cambian impuestos directos por indirectos, lo que es discutible). Es coherente la cifra de d¨¦ficit p¨²blico, el 1,6% del PIB, dos d¨¦cimas inferior al establecido en el programa de convergencia, si se admite una subida de los ingresos pr¨®xima al 5%. Tambi¨¦n es razonable el reajuste de las previsiones de crecimiento, aunque quiz¨¢ el 3,8% de aumento del PIB sea una previsi¨®n todav¨ªa optimista, visto lo que cae. Es chocante que con ese crecimiento anual se apueste por un aumento tan moderado del empleo (2,8%). Rato explic¨® esta anomal¨ªa por la prudencia: vale m¨¢s quedarse cortos en la previsi¨®n de ingresos por cotizaciones sociales. Pero tambi¨¦n puede ser un reconocimiento anticipado de que la creaci¨®n de empleo ya ha visto sus mejores momentos.Puede objetarse que las previsiones de aumento del gasto p¨²blico son menos cre¨ªbles: el Gobierno apuesta por una tasa de aumento del gasto del 3,8%, igual a la del crecimiento econ¨®mico. Los fundamentos de esta presunci¨®n son el ahorro aproximado de 150.000 millones en los costes financieros de la deuda, el recorte de pagos de cuant¨ªa parecida en la protecci¨®n al desempleo y en la disminuci¨®n real de los gastos corrientes, que crecer¨¢n menos que la econom¨ªa (3,6%). Pero hay otras incertidumbres importantes: el gasto en sanidad crecer¨¢ a un ritmo del 9% y el Gobierno pretende dotar de un cierto pulso a la construcci¨®n de infraestructuras con un aumento de las inversiones del 6,1%. Si en alg¨²n punto los argumentos del Gobierno flaquean es precisamente en ¨¦ste. La contenci¨®n del d¨¦ficit en 1997 y 1998 se ha sustentado precisamente en un control f¨¦rreo del gasto en inversiones p¨²blicas, cuando no directamente en su supresi¨®n. Si el a?o pr¨®ximo se introduce el factor de crecimiento de la inversi¨®n y adem¨¢s se incluye la financiaci¨®n de la sanidad p¨²blica, el riesgo de que se rompa el equilibrio presupuestario es elevado. Podr¨ªa afectar indirectamente a la pieza central del Presupuesto, que es la contenci¨®n del d¨¦ficit en los l¨ªmites del programa de convergencia y que el Gobierno ha cumplido hasta ahora con suficiencia.
El eje presupuestario para el a?o pr¨®ximo es la coordinaci¨®n de dos objetivos aparentemente contradictorios: continuidad en la reducci¨®n del d¨¦ficit, para respetar la condici¨®n de convergencia, y recuperaci¨®n de la inversi¨®n p¨²blica, seriamente da?ada en ejercicios anteriores. Los instrumentos de ajuste siguen siendo los de 1997 y 1998: el recorte del gasto corriente, el ahorro en los intereses de la deuda, la rebaja de los costes de protecci¨®n social y la moderaci¨®n salarial de los funcionarios, cuyos sueldos crecen como la inflaci¨®n (1,8%).
No es un Presupuesto restrictivo, aunque Rato lo haya definido as¨ª. No se advierten ajustes estructurales en la pol¨ªtica fiscal que permitan sostener esa definici¨®n. Tampoco es un Presupuesto expansivo, dada la contenci¨®n del d¨¦ficit y la indefinida apuesta por la inversi¨®n. Pero s¨ª es un Presupuesto acomodado al ciclo econ¨®mico, que arrastra la inercia del crecimiento y de los excelentes resultados empresariales de 1998. Este car¨¢cter inercial puede chocar con la realidad econ¨®mica de 1999 si efectivamente se confirma una desaceleraci¨®n econ¨®mica a causa de la crisis financiera. Quiz¨¢ hubiese sido m¨¢s apropiado esgrimir mayor cautela en las previsiones de crecimiento.
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