Higiene y literatura
Cuando pienso en los libros para la vacaciones, dice mi amigo Mariano, pienso en las olas del oc¨¦ano, adonde acudo para librarme de la escoria acumulada durante el invierno; nunca se debe cometer el error de recurrir a libros de entretenimiento, pensando en desintoxicarse con lecturas "ligeras", porque son peores que esos pesados que te tienen una hora al tel¨¦fono convencidos de que sus problemas con su editor o con su mujer o con su amante son lo m¨¢s importante del mundo.Qu¨¦ sabio es mi amigo Mariano. Me lo imagino en una playa del Atl¨¢ntico, al norte de Portugal (pues es un portugu¨¦s del norte) tumbado boca abajo bajo una sombrilla, con un libro en las manos entre cuyas p¨¢ginas la brisa marina deposita algunos granos de arena. Y de tanto en tanto, para restaurar fuerzas, un ba?o en las olas frescas. Nada de televisi¨®n, nada de radio, nada de peri¨®dicos, nada de fax, nada de tel¨¦fono, nada de pesados que te cuenten sus dramas con su editor, su amante, su mujer o su suegra. Solamente ¨¦l, el mar y el libro que ha escogido. Limpieza.
La situaci¨®n de mi amigo Mariano me sugiere algunas consideraciones sobre la relaci¨®n Higiene / Literatura. ?Cu¨¢les son los libros que han "oxigenado" nuestra vida de lectores, contribuyendo de esta forma a nuestra higiene mental? Naturalmente, no me refiero a los numerosos manuales que propugnan una mens sana in corpore sano, ni a los sacerdotes o alquimistas de nirvanas al alcance de todos los bolsillos que pretenden vendernos la felicidad junto a una receta vegetariana o al arroz integral: ?que Dios nos pille confesados! Estoy hablando de otro tipo de libros, de esos que contribuyen a limpiarnos determinadas tuber¨ªas, que en ocasiones est¨¢n algo atascadas y no permiten una buena circulaci¨®n de los vasos sangu¨ªneos del cerebro. La lista de tales libros es muy variada y depende de la sensibilidad (o de la necesidad) de cada uno de nosotros. Porque no cabe duda de que cada uno tiene su propio libro, acaso muy diferente en g¨¦nero y estilo, que ha podido contribuir a un aligeramiento, a una p¨¦rdida de escorias, en resumidas cuentas, a una buena limpieza. Por ejemplo, para quien, en un determinado momento de su vida, se haya encontrado en una especie de puerto de la niebla, cuando todo se detiene y hasta la imaginaci¨®n est¨¢ atascada, pudo haberle resultado ¨²til un libro repleto de viento, de ox¨ªgeno, de azul y de fantas¨ªa como La isla del tesoro. Al igual que a quien estaba acostumbrado a contemplar el mundo desde una perspectiva que no tomaba en consideraci¨®n el punto de vista femenino, en la creencia de que la vida no es m¨¢s que lo que los hombres comprenden, pudo haber sido de cierta utilidad La plaza del diamante, de Merc¨¦ Rodoreda. O bien, para alguien que, eventualmente, no llegue a entender del todo en qu¨¦ clase de siglo le ha tocado nacer, puede serle de ayuda en su tarea de comprensi¨®n un libro que nos ha desvelado las letrinas de esta ¨¦poca nuestra, con toda su mierda, como Si esto es un hombre, de Primo Levi, que representa al mismo tiempo una buena vacuna contra los llamados historiadores "revisionistas", aunque ¨¦stos en realidad no supongan m¨¢s que el retorno de lo viejo. En resumidas cuentas, los libros que limpian la vista, el alma y sus tuber¨ªas son aquellos que consiguen que, despu¨¦s de su lectura, nuestras neuronas funcionen mejor, los nexos l¨®gicos resulten m¨¢s f¨¢ciles y la realidad parezca menos opaca o, por lo menos, m¨¢s descifrable.
Me gustar¨ªa mandar un libro a mi amigo Mariano, si supiera en qu¨¦ lugar del Atl¨¢ntico est¨¢ pasando sus vacaciones. Acabo de terminar de leerlo y trata precisamente de higiene. Mejor dicho, trata de una limpieza que es al mismo tiempo simb¨®lica y muy real, porque el protagonista (intelectual fracasado, profesor fracasado, marido fracasado, padre fracasado; de profesi¨®n, parado), despu¨¦s de innumerables descalabros de car¨¢cter cultural, social y sentimental, obtiene un empleo en la empresa de limpieza urbana de su ciudad, y se entrega con alacridad y satisfacci¨®n a su nueva tarea: sanear a fondo la ciudad de las escorias que produce cotidianamente. Tal labor ya la ha llevado a cabo meticulosamente en su propia vivienda, tras la marcha de su mujer, tirando a la basura todos los objetos in¨²tiles acumulados en treinta a?os de convivencia con su consorte. Pero en su funci¨®n oficial de barrendero municipal, este noble y util¨ªsimo quehacer se transforma en una especie de examen hist¨®rico-filol¨®gico de las zarandajas que, en forma de estratos, al igual que sucede con las eras geol¨®gicas terrestres, se han ido depositando en nuestros cubos de la basura (y en nuestra conciencias) durante los ¨²ltimos cincuenta a?os. Y llegados a este punto, la ciudad del implacable barrendero se eleva a met¨¢fora de un pa¨ªs entero, que en este caso concreto es Italia, pero que podr¨ªa ser cualquier otro pa¨ªs de nuestra Europa unida.
Una historia de la posguerra a trav¨¦s de la basura no se hab¨ªa intentado hasta ahora. A ello se consagra esta novela, con una considerable carga de amargura y sarcasmo en la cual no falta sin embargo una buena dosis de liberatoria hilaridad, que lleva a cabo un desinfectaci¨®n radical, sin que falten excavaciones "arqueol¨®gicas", de los objetos superfluos que han asediado a dos o tres generaciones. En efecto, todas las zarandajas producidas por la civilizaci¨®n del consumo, que ha transformado los acontecimientos hist¨®ricos en gadgets, a los guerrilleros en posters y las apariciones de la Virgen en souvenirs, tras una memorable exposici¨®n p¨²blica (con su correspondiente cat¨¢logo ilustrado) titulada "El olor de las cosas", acabar¨¢n en la Cloaca M¨¢xima de la ¨¦poca moderna: el super-tecnol¨®gico Vertedero Municipal, donde todo se convierte en l¨ªquido primordial.
El libro del que hablo se titula precisamente El vertedero (La discarica ). Su autor es Paolo Teobaldi y ha sido publicado por la editorial romana e/o. Obs¨¦rvese de pasada que la pedante formulilla e/o (es decir, y/o en castellano), y no s¨¦ en qu¨¦ medida ha sido adoptada ir¨®nicamente por el editor, que nos ha atormentado durante a?os, acaba tambi¨¦n para nuestro consuelo en el vertedero de la cr¨ªtica literaria.?ste es el libro que me gustar¨ªa mandarle a mi amigo Mariano, que est¨¢ pasando unas vacaciones higi¨¦nicas, si supiera su direcci¨®n. Estoy convencido de que le gustar¨ªa.
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