Rushdie gan¨® a Sat¨¢n
SALMAN RUSHDIE nunca dormir¨¢ tranquilo, pero al menos ha podido gritar ?libertad!, aunque sea condicional. Su descenso en vida a los infiernos se ha invertido con el anuncio del presidente iran¨ª, el m¨¢s moderado Mohamed Jatam¨ª, de que ha quedado anulada la ejecuci¨®n de la fatwa, el edicto religioso de muerte que lanz¨® hace casi diez a?os Jomeini contra el autor de Vers¨ªculos sat¨¢nicos, que el ayatol¨¢ consider¨® blasfemos. Probablemente, Rushdie permanecer¨¢ en el purgatorio, pues nunca se ver¨¢ libre de la amenaza de alg¨²n fan¨¢tico y no podr¨¢ nunca tener una vida normal, aunque quiz¨¢ algo m¨¢s relajada. El gesto de Jatam¨ª es una indicaci¨®n de que algo est¨¢ cambiando en profundidad en Ir¨¢n, de que gana terreno la tolerancia, aunque con dificultades.En estos a?os, desde aquel 14 de febrero de 1989, en que la fatwa sorprendi¨® a Rushdie mientras escrib¨ªa otro libro, el apoyo de tantos escritores, editores, lectores -adem¨¢s de la protecci¨®n ofrecida por los servicios de seguridad brit¨¢nicos- pueden haberle servido de consuelo y de sost¨¦n al escritor en un caso que se ha resuelto, aunque sea parcialmente, gracias a la lucha perseverante de los defensores de la libertad de expresi¨®n en todo el mundo.
Es terrible que Jatam¨ª s¨®lo se haya podido limitar a se?alar que su Gobierno "no tiene la intenci¨®n de ejecutar esa sentencia", que ven¨ªa acompa?ada de una recompensa millonaria por el asesinato del escritor, porque ¨²nicamente puede anularla quien la dict¨®, y que ya ha fallecido. Si el presidente iran¨ª se ha pronunciado claramente, el clero en Ir¨¢n, que es el que manda a¨²n en el pa¨ªs, ha guardado un elocuente silencio.
No obstante, Jatam¨ª, cuya fuerza reside en los votos que arrastra en su pa¨ªs, ha adoptado una decisi¨®n valiente. Esa declaraci¨®n, en su primer viaje a territorio estadounidense, no necesariamente mejora sus posiciones en la lucha de poder que mantiene en su pa¨ªs con el clero conservador. Jatam¨ª tiene dificultades para lograr que Ir¨¢n se abra interna y externamente, pero consigue avanzar en esta direcci¨®n. Ir¨¢n se va reintegrando en la comunidad de naciones y recupera peso internacional. La primera consecuencia pr¨¢ctica ha sido el restablecimiento de las relaciones diplom¨¢ticas entre Teher¨¢n y Londres y una actitud m¨¢s positiva de las relaciones con la Uni¨®n Europea.
Significativamente, en su discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, Jatam¨ª no cit¨® a Estados Unidos. Abog¨® -como hiciera unos meses atr¨¢s en su sorprendente entrevista a la CNN- por un di¨¢logo entre sociedades y entre civilizaciones. Pero tambi¨¦n tuvo posteriormente que dejar muy claro que no estaba en una operaci¨®n de "apertura" hacia Estados Unidos, y el ministro de Asuntos Exteriores iran¨ª no acudi¨® a una reuni¨®n sobre Afganist¨¢n en la que podr¨ªa haberse encontrado por vez primera con su hom¨®loga norteamericana, Madeleine Albright. Estados Unidos sigue despidiendo a¨²n olor a azufre para muchos de los que verdaderamente mandan en Teher¨¢n. Jatam¨ª lo sabe y act¨²a con prudencia.
Estamos ante un proceso de acercamiento que puede tener repercusiones geopol¨ªticas de gran calibre. Pese a que EE UU siga acusando a Ir¨¢n de apoyar el terrorismo, pese a que Washington tema que la construcci¨®n de un nuevo oleoducto a trav¨¦s de ese pa¨ªs lo convierta en una arteria esencial de la zona, pese a que Ir¨¢n gane peso militar en la regi¨®n, empiezan de nuevo a surgir intereses comunes, como el de frenar a los talib¨¢n en Afganist¨¢n. El lenguaje de Jatam¨ª est¨¢ lleno de sobreentendidos. Lo m¨¢s probable es que acabe produci¨¦ndose ese sensato acercamiento entre EE UU e Ir¨¢n, cuya ruptura caus¨® la fiebre del fundamentalismo del r¨¦gimen de Jomeini y el negro pasado de apoyo norteamericano a un emperador dictatorial en Teher¨¢n. Es bueno para todos, y para Salman Rushdie en primer lugar.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.