Un chaval de m¨¢s de 80 a?os
A esa hora, las 12 de la noche, los de su edad, 81 a?os cumplidos en mayo, estaban ya en brazos de Morfeo. Juanito Valderrama alcanz¨® la cima de la inspiraci¨®n y si lo dej¨® no fue por falta de ganas sino por exceso de cortes¨ªa: "Os digo adi¨®s, no quiero abusar de la familia". En su momento, Joan Manuel Serrat lo reconoci¨® como el primero de sus maestros; Rafael S¨¢nchez Ferlosio lo inmortaliz¨® en El Jarama. Ten¨ªa una asignatura pendiente: la Bienal de Sevilla. "En el a?o 40 me dieron la alternativa los Pavones en Calatrava, 20". Entre el p¨²blico estaba Naranjito de Triana. "La primera vez que cant¨¦ con Juan yo ten¨ªa 9 a?os. Fue en el teatro Cervantes". La suya fue una actuaci¨®n con bibliograf¨ªa. Siempre con ese sombrero que le tapa la cara con el rictus de misterio de Clint Eastwood en las pel¨ªculas de Leone. Cant¨® fandangos a tres de los grandes: Pepe Pinto, Caracol y Vallejo. Y un martinete "del cantaor m¨¢s original que dio Sevilla, el abuelo Cagancho". "Les llamamos martinetes, pero son ton¨¢s, ton¨¢s de fragua, casi todas de Triana". De Triana al mundo: a Turqu¨ªa, a Babilonia. La noche era para Chac¨®n, pero los otros dos cantaores, Calixto S¨¢nchez y Luis de C¨®rdoba, se la dedicaron a Juanito Valderrama. Calixto es un maestro de escuela de la estirpe de Juan de Mairena. Su voz es un manantial: siempre corre, siempre refresca. Por sus cantes se paseaban Alberti, los Machado y B¨¦cquer. Y siempre una sonrisa en los labios, porque este cantaor est¨¢ en las ant¨ªpodas de ese existencialismo de pitimin¨ª que dejaron en mentes ¨¢grafas Sartre y la gran Simone. Calixto es de la escuela de Camus. Entre el p¨²blico, Rodrigo de Zayas y Anne Perret, el matrimonio en cuya casa Calixto S¨¢nchez grab¨® un disco que ha sido un acontecimiento en los mercados discogr¨¢ficos de B¨¦lgica y Holanda. "En esos pa¨ªses", dice Zayas, "viv¨ªan con la ecuaci¨®n de flamenco igual a gitano y han descubierto a un payo genial". Luis de C¨®rdoba tuvo como pre¨¢mbulo los compases de una grana¨ªna en la guitarra de Manuel Silveria. Se centr¨® en los cantes gentilicios: malague?as, grana¨ªnas y colombianas. Colombia fue la Nueva Granada que en su flora desmenuz¨® el bot¨¢nico gaditano Celestino Mutis. Nada que ver con el vallenato ni la gota fr¨ªa. El baile de Ana Mar¨ªa Bueno puso una nota de sobriedad y clasicismo; decadentismo encomiable ante tanta vanguardia de rebotica. Con alg¨²n pero a su vestuario. "El traje de la farruca parec¨ªa un chaleco de cosaco para bailar el kasaschov".
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