Padre e hijo, dos semidioses
La luz es un lujo del que s¨®lo gozan el actual presidente, Kim Jong Il, y su padre, el presidente eterno Kim Il Sung, fallecido en 1994. Corea del Norte es un pa¨ªs que vive a oscuras a causa de la penuria energ¨¦tica.Las ciudades y los pueblos carecen de alumbrado p¨²blico; en las casas, las bombillas son de escasa potencia para no despilfarrar corriente y la vetustez de los escasos autobuses y camiones adscritos al transporte p¨²blico explica que circulen a menudo sin luces. De noche los accidentes son numerosos.
De d¨ªa los reiterados cortes de luz convierten en arriesgado subir en ascensor a los rascacielos de Pyongyang. En los quir¨®fanos de los hospitales se opera al lado de una ventana para poder continuar la intervenci¨®n si se interrumpe la corriente.
El pa¨ªs est¨¢ salpicado por miles de estatuas de Kim Il Sung y su hijo y de murales en los que, solos o separados, aparecen rodeados por obreros mod¨¦licos o soldados dispuestos a arrollar al enemigo yanqui, como tambi¨¦n se le llama en coreano a los norteamericanos. Todos ellos permanecen iluminados por la noche mientras a sus pies yace una hilera de ramos de flores constantemente renovadas.
El hu¨¦sped extranjero no puede pisar Pyongyang sin acudir primero a depositar unas flores al pie de la enorme estatua del presidente eterno que desde lo alto de la colina de Mansudae domina la capital. Este corresponsal no se libr¨® de comparecer ante la escultura -negarse es una ofensa-, pero cuando lleg¨® la florister¨ªa de la explanada hab¨ªa agotado sus existencias.
Los extranjeros pasan delante de los coreanos que guardan largas colas para rendir all¨ª homenaje al difunto l¨ªder. De noche siguen acudiendo, incluso en pleno invierno, y la peregrinaci¨®n a Mansudae adquiere connotaciones religiosas. Le piden al Gran L¨ªder salud y otros favores, pero no dinero. En la sociedad norcoreana tiene poco valor porque es la "unidad de trabajo" la que satisface las necesidades b¨¢sicas del obrero.
Padre e hijo son semidioses y la propaganda oficial alienta esta idea. "Kim Jong Il es el divino de nuestro siglo (...)", es una de las alabanzas que pronuncian algunos jerarcas y que la prensa recoge.
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