Decadencia
Otra vez el teatro se muestra a s¨ª mismo en el escenario. Su dolor, su miedo, su agon¨ªa. La ¨²ltima nota que hice fue la de Odio a Hamlet; casi tendr¨ªa que repetirla para este estreno simult¨¢neo, La opini¨®n de Amy, de David Hare. Maggie (Amparo Bar¨®) es una actriz de teatro que comienza su decadencia, y se hunde en ella. Su yerno Robin (Miguel P¨¦rez Meca) es un periodista de cine, un cr¨ªtico (sarcasmos contra los cr¨ªticos), un productor de televisi¨®n (odio, desprecio a la televisi¨®n). Se disputan a Amy (?ngeles Mart¨ªn); hija de Maggie, esposa de Robin.Una juventud, una opini¨®n sana que se debate entre las dos fuerzas. Pasan los actos y los a?os, Maggie se va quedando sin trabajo, el capitalismo se lleva sus ahorros. Maggie, digamos, es el teatro: se hunde, no tiene dinero para seguir; mientras la televisi¨®n y el cine violento y populachero ganan; y tienen que darle dinero para que sobreviva. Hay, claro, m¨¢s cosas. David Hare no es un autor bald¨ªo. Es uno de los que recibieron el efecto de los movimientos de 1968; y tambi¨¦n los de las generaciones col¨¦ricas anteriores. En cierta forma Maggie y su teatro que se sumerge me recordaban al Lawrence Olivier de The entertainer (John Osborne, 1957), donde la ca¨ªda brit¨¢nica se enlazaba con la del music-hall.
La opini¨®n de Amy
De David Hare, adaptaci¨®n de Juan Jos¨¦ Arteche. Int¨¦rpretes: Amparo Bar¨®, Fernando Delgado, ?ngeles Mart¨ªn, Elvira Traves¨ª, Miguel P¨¦rez Meca, Miguel Such. Escenograf¨ªa: Toni Cort¨¦s. Direcci¨®n: ?ngel Garc¨ªa Moreno.Teatro F¨ªgaro, Madrid.
La met¨¢fora teatro-televisi¨®n-cine es tambi¨¦n la de una Inglaterra que se va: no s¨®lo unas formas, unos modales, sino lo que fueron los ideales de la posguerra. Como otros de los "nuevos escritores" o los escritores socialistas, Hare ve que esa ca¨ªda no ha sido sustituida m¨¢s que por la corrupci¨®n. En otras comedias anteriores sus personajes han sido un diputado laborista que abandona la pol¨ªtica, y aun as¨ª no puede evitar la corrupci¨®n; o un personaje del periodismo (Anthony Hopkins; Pravda) sin escr¨²pulos.
En esta adaptaci¨®n de La opini¨®n de Amy, que ha hecho Arteche y dirigido Garc¨ªa Moreno, se tiende sobre todo al drama familiar, a las tres mujeres que lo representan: abuela, madre, hija. La abuela (Elvira Traves¨ª), que busca en su ¨²ltima senilidad a su esposo, muerto hace a?os, pintor que fue valioso y cuyos cuadros ya no quiere nadie; la madre, que se aferra desesperadamente al teatro que se hunde; la nieta, perdida entre dos mundos, sin tener donde asirse.
Optimismo
Ah, y un final optimista, como en todas estas obras: el yerno -el malo de la obra- llega con una caja llena de dinero -la actriz enga?ada por el capitalismo debe un mill¨®n de libras-, y Maggie sale al escenario con un joven compa?ero que significa la continuidad, y que previamente ha dicho que las colas ante la taquilla son espl¨¦ndidas. Supongo que algunos de los valores pol¨ªticos y sociales de la obra se han perdido en el camino, por demasiado locales. No lo s¨¦, no conozco el original; lo digo por la personalidad del autor.La obra es, claro, de Amparo Bar¨®. Para ella son las justas ovaciones y los gritos de entusiasmo, y para ?ngeles Mart¨ªn, que resuelve la hosquedad de su papel con arte; y lo comparte Fernando Delgado, que dice con su calidad las cuatro frases que el equ¨ªvoco papel le permite. Hablo de la representaci¨®n del mi¨¦rcoles por la tarde, con p¨²blico de taquilla: atento, perceptivo, normal.
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