La Fundaci¨®n
El museo est¨¢ a poca distancia, en esta provincia o comunidad aut¨®noma donde vivimos, surcada de autov¨ªas, carreteras, caminos y sendas, entre algarrobos, encinas y pinares, bajo cuya sombra pacen o sestean vacas rubias, negras, terciadas y sus novillos, los que el a?o pr¨®ximo o el otro escuchar¨¢n los clarines toreros. Nuestra sierra, hacia el norte, parece haber estabilizado el aspecto y ni siquiera en las semanas ¨²ltimas del riguroso y c¨¢lido verano han perdido verdor las horas y las yerbas que crecen entre los pe?ascales. A la vera del municipio de Valdemorillo, a 45 kil¨®metros de la capital, en una de las grandes fincas que parcelan el territorio, se ha instalado un curioso museo, que pronto abrir¨¢ al p¨²blico.En el principio fue una plaza de toros y la casa aneja; al costado se alza, como un desprop¨®sito lleno de armon¨ªa, la edificaci¨®n que contiene las iniciales aportaciones al ins¨®lito museo. El dise?ador y los arquitectos dan una pista acerca del estilo, levemente japon¨¦s, lanzado a las estribaciones de la sierra del Guadarrama. Luz, planos convergentes, curvos y superpuestos contienen las piezas maestras de lo que ha sido el imperio levantado, en su d¨ªa, por un gallego de aldea, enrolado en el escalaf¨®n de los grandes capitanes de industria. Depende de la Fundaci¨®n Eduardo Barreiros y significa el homenaje a la memoria de aquel hombre emprendedor.
Una vida encerrada entre los par¨¦ntesis que abren la fecha de su nacimiento (1919), en un lugarejo de la provincia de Ourense, y su muerte, en La Habana, en 1992. Es la biograf¨ªa singular de un hombre que se propuso hacer fortuna, no en las Am¨¦ricas, sino, lo que tiene mayor m¨¦rito, dentro de su propio pa¨ªs. ?Y qu¨¦ pa¨ªs! Adolescente a¨²n ve c¨®mo se representa el drama en tres a?os de la ¨²ltima guerra civil. Reparan, en el modesto taller familiar, autobuses de desguace, incrementando la flotilla que cubr¨ªa la l¨ªnea Ourense-Los Peares, y fabrica gas¨®genos, unos inventos que la fantas¨ªa de las nuevas generaciones no pueden imaginar. Diez a?os m¨¢s tarde recoge el hallazgo del ingeniero alem¨¢n herr doktor Rudolf Diesel y, consciente de la duradera sequ¨ªa de carburantes que est¨¢ sufriendo Espa?a, y lo que le iba a rondar, ampl¨ªa aquellas sencillas instalaciones para transformar motores de explosi¨®n por gasolina en los Diesel, idea afortunada y simple, grande.
De all¨ª a Madrid. Alquila unos talleres en el kil¨®metro 7 de la carretera de Andaluc¨ªa. En 1954, junto a su hermano Valeriano, funda Barreiros Diesel, con tecnolog¨ªa propia, tecnolog¨ªa Barreiros. Fabrica, vende, exporta veh¨ªculos y gana un re?ido concurso en Portugal para suministrar 300 camiones, con destino a su Ej¨¦rcito, y abre en aquel pa¨ªs otra factor¨ªa. En 1964 se asocia con la Chrysler Corporation; en Villaverde se producen los Simca y los Dodge, adem¨¢s de autocares, camiones, carretillas, furgonetas y una amplia gama de Diesel para veh¨ªculos pesados, motores marinos, etc¨¦tera. La pieza m¨¢s atractiva de esta colecci¨®n es el prototipo de un enorme todoterreno, con nombre propio El Abuelo, creado en Galicia en 1957, meticulosamente reconstruido en los mismos talleres de esta fundaci¨®n. Funciona perfectamente. En 1969 deshace la sociedad con Chrysler y diversifica las actividades, que fueron a dar en la Cuba de Fidel Castro, donde firma un contrato para dirigir el plan de desarrollo automotriz, industrias auxiliares y otros ingenios.
La historia de este hombre y sus obras son lo que constituyen el museo. Es muy frecuente en nuestro pa¨ªs que las realizaciones de tales personajes singulares acaben en el olvido, arrolladas por novedades irresistibles. La vida intensa y la obra del esforzado pionero quedar¨¢n perennes gracias -en su mayor parte- a la tenacidad y empe?o que en ello ha puesto su hija, Mariluz Barreiros, alma y aliento de la fundaci¨®n. Tuvo la gentileza de invitarnos a visitar el museo. Ante aquellos remozados vestigios de hierro colgado, entra?as complicadas de pret¨¦ritos artefactos, mostramos la admiraci¨®n y la ignorancia acerca del mundo de la mec¨¢nica. "Maravilloso -musitamos ante un motor Taino 8V turboalimentado-, pero no entiendo nada". Mariluz Barreiros lanz¨® una fugaz mirada alrededor y repuso: "Yo tampoco, pero no es eso lo que importa".
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