El cine como panda
He querido contar las veces que la ministra de Cultura estuvo en el reciente Festival de San Sebasti¨¢n y me han sobrado dedos por todas partes. Fue un d¨ªa, unas horas, para entregarle el justo premio nacional de cinematograf¨ªa al distribuidor y exhibidor Gonz¨¢lez Macho, pero la ministra aprovech¨® el viaje. Consigui¨® sacar de su suite del Mar¨ªa Cristina a nuestro m¨¢s mundial estandarte f¨ªlmico, Banderas, quien por cortes¨ªa, supongo, no por ideolog¨ªa, se dej¨® hacer cucamonas ante las c¨¢maras apostadas en el vest¨ªbulo del hotel. Una apuesta segura de Esperanza Aguirre.Naturalmente, los festivales necesitan menos a los ministros que estos a todo lo que huela a fiesta y paparazzi, dos palabras que se aman indisolublemente. Un festival se hace con pel¨ªculas buenas y un p¨²blico entusiasta, todo indica que San Sebasti¨¢n, una ciudad con la m¨¢s genuina proporci¨®n de aficionados al cine que conozco, sigue en la excelente forma que le ha venido dando desde la direcci¨®n Diego Gal¨¢n. Mi peque?a aritm¨¦tica ministerial no apunta, por eso, al protocolo, sino a la idea. De todos los mundos de ficci¨®n, el cine -seguido de la ¨®pera, seguidos ambos por el teatro- es el que m¨¢s precisa de lo real, y no me estoy refiriendo a las fuentes de inspiraci¨®n. El cine puede inventar y so?ar tanto como una novela o un verso o una sonata, pero cada uno de sus sue?os de vuelo cuesta una pasta, y detr¨¢s de toda gran pasta hay siempre una ventanilla de pagos, una mano que firma un cheque, una subcomisi¨®n subvencionadora.
?Tan mal est¨¢ el cine? "El cine debe defenderse", dijo hace tres semanas otro ministro envidiable de otro pa¨ªs hermano que hasta hace poco ten¨ªa, cinematogr¨¢ficamente hablando, muy poco que envidiar. Se trata de Walter Veltroni, que a su cargo de ministro de Bienes Culturales une el de vicepresidente del Consejo; es una de las figuras pol¨ªticas ascendentes y m¨¢s respetadas del algo verbenero panorama italiano, y el rostro culto, sensato, inteligente, de la coalici¨®n izquierdista del Olivo. Veltroni, antiguo director del peri¨®dico comunista L"Unit¨¤, ha escrito de cine, sabe de cine; no se trabuca nunca con los nombres de los directores italianos. Pues bien, a pesar de su propia bicefalia como ministro y vicepresidente del Gobierno, Veltroni sac¨® tiempo para ir tres veces al Festival de Cine de Venecia y tan a pecho se lo tom¨® que los paparazzi, frustrados por no tener su foto abrazado a Tom Hanks, ni siquiera a Maria Grazia Cucinotta, hicieron correr el rumor de que hab¨ªa presionado a los jurados de la Mostra para dar el gran premio a un italiano. La calidad excepcional de la pel¨ªcula ganadora de Amelio, uno de los mayores artistas del cine actual, hac¨ªa innecesaria la carta p¨²blica de desmentidos, un alarde de iron¨ªa, que envi¨® a los medios el presidente del jurado Ettore Scola.
Tampoco los tres viajes de Veltroni a Venecia salvaron nada ni hicieron mejor el festival o el cine italiano. Fueron gestos, que llegan despu¨¦s de una pol¨ªtica de reanimaci¨®n (muy visible tambi¨¦n en los museos, el otro enfermo cr¨®nico de la cultura italiana) que est¨¢ sacando del pabell¨®n de incurables a una cinematograf¨ªa que a lo largo de 30 a?os fue la m¨¢s viva de Europa. "El cine italiano ya no es el panda que hay que proteger", declar¨® Veltroni en Venecia.
La lectura animal de las artes contempor¨¢neas es un hecho incontestable, a veces subrayado por la propia zoolog¨ªa de los pol¨ªticos que las administran. En la ley de la selva cinematogr¨¢fica, la defensa a la que aludi¨® el ministro italiano es la de las especies aut¨®ctonas frente al depredador norteamericano; ya sabemos que el Gobierno del PP no incluye a nuestro cine en su do?ana art¨ªstico. Aprovechando la euforia industrial (130 pel¨ªculas producidas en el 97) y los premios de Cannes (Benigni) y Venecia, Veltroni ha lanzado un "pacchetto cinema" en 10 puntos que alterna medidas de proteccionismo financiero (liberalizaci¨®n de cr¨¦ditos, triplicaci¨®n de las inversiones f¨ªlmicas de la RAI en el pr¨®ximo trienio, obligaci¨®n de programar un 20% de cine italiano o europeo en los grandes complejos de multisalas) con otras de ¨ªndole art¨ªstica, entre las que me parecen importantes la atenci¨®n a los cortometrajes y el aumento de los incentivos para las salas que proyectan cine de calidad. Aunque parezca antinatural, la reproducci¨®n de un potente pero fr¨¢gil mamut como el cine puede depender del empuje de una persona con poder. Pilar Mir¨® fue en su d¨ªa la gran bi¨®loga del cine espa?ol. Mi esperanza actual es que nuestros pol¨ªticos en ejercicio no piensen como cazadores ni sirvan de gu¨ªas en los safaris del hombre blanco rico.
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