Neruda, vivo
A los 25 a?os de la muerte de Neruda no ha faltado quien, entre nosotros, con audacia digna de mejor empe?o, ha decidido poner en tela de juicio la entidad del inmenso poeta. Ya en los a?os treinta, en medio de la refriega personal y literaria, Juan Ram¨®n Jim¨¦nez llam¨® a Neruda "gran mal poeta" en alusi¨®n a la desorganizaci¨®n y visi¨®n ca¨®tica de su poes¨ªa. Lo que no suele decirse es que, despu¨¦s de la guerra civil, ya en Am¨¦rica, J.R.J. rectific¨® este juicio: "Es evidente ahora para m¨ª", dec¨ªa, "que usted expresa con tanteo exuberante una poes¨ªa hispanoamericana general aut¨¦ntica, con toda la revoluci¨®n natural y la metamorfosis de vida y muerte de este continente". A?ad¨ªa J.R.J. que ¨¦l lamentaba que esto fuera as¨ª, pero era. Invocar a J.R.J. para descalificar a Neruda resulta dif¨ªcil, pero se hizo, ha hecho y se sigue haciendo.Harold Bloom, en su libro El canon occidental, se?ala a Neruda como el modelo de toda la poes¨ªa en lengua espa?ola del sigloXX. Opini¨®n discutible, pero tambi¨¦n suscribible. No porque el idioma no haya producido poetas de igual talla a la de Neruda, que los ha producido, sino porque, seguramente, es dif¨ªcil encontrar una obra tan representativa de las tensiones y referencias est¨¦ticas de nuestro tiempo. Neruda es, sucesivamente, l¨ªrico neorrom¨¢ntico, surrealista desbordante, poeta de combate, ¨¦pico absoluto, escritor materialista y terrestre, cantor depurado del amor, poderoso memorialista. Practica de manera incomparable el verso libre pero tambi¨¦n el verso suelto o blanco; es el gran heredero de Whitman, pero tambi¨¦n el nieto leg¨ªtimo de Quevedo.
La obra de Neruda es como un oc¨¦ano, donde cabe todo y donde, oc¨¦ano al fin del siglo XX, llega tambi¨¦n la contaminaci¨®n en forma de vergonzosa claudicaci¨®n pol¨ªtica ante la tiran¨ªa. Neruda escribi¨® versos lamentables a Stalin y mir¨® hacia otro lado cuando la sangre y la muerte comunistas manchaban para siempre las m¨¢s bellas esperanzas de los hombres. Pero los Veinte poemas de amor, las Residencias, el Canto general o las Odas elementales sobrevuelan muy por encima de las precariedades, las miserias y las verg¨¹enzas de este siglo criminal que ya felizmente se muere.
Un distinguido poeta me dijo una vez: "Neruda no tiene o¨ªdo". La prueba era el primer verso del poema ?ngela ad¨®nica: "Hoy me he tendido junto a una joven pura". Es verdad, deb¨ªa ser un endecas¨ªlabo y brot¨® un dodecas¨ªlabo. ?Y qu¨¦? Tambi¨¦n las gram¨¢ticas proh¨ªben la cacofon¨ªa, pero san Juan de la Cruz se burl¨® de ellas e hizo poes¨ªa... cacof¨®nica: "Un no s¨¦ que quedan balbuciendo". O escribi¨® este otro incorrect¨ªsimo endecas¨ªlabo: "Sino la que en el coraz¨®n ard¨ªa", donde hay que esperar hasta la s¨ªlaba octava para encontrar un acento. Pues a ver qui¨¦n mejora este prodigio mediante el cual el poeta alarga la ansiedad de su b¨²squeda del amado: "Ni yo miraba cosa, / sin otra luz y gu¨ªa / sino la que en el coraz¨®n ard¨ªa". A ver qui¨¦n mejora ?ngela ad¨®nica. Lo que sucede es que s¨®lo los grandes poetas son capaces de saltarse los c¨¢nones, como s¨®lo los grandes pintores deshacen la pintura que los precede. Yo me apunto a la falta de o¨ªdo de Neruda.
Neruda es tambi¨¦n la tradici¨®n po¨¦tica de la lengua. Am¨®, tanto como los poetas del 27, a los viejos poetas cl¨¢sicos: Manrique, Garcilaso, Alonso de Ercilla, G¨®ngora, Lope, Quevedo... Enamorado de los grandes l¨ªricos franceses (Baudelaire, Rimbaud), sinti¨® como propia la tradici¨®n po¨¦tica de la lengua de Castilla. ?sta es otra lecci¨®n del "gran mal poeta", m¨¢s vigente que nunca en este momento en que s¨®lo nos queda la tradici¨®n, incluida la vanguardista, pero en el que el furor iconoclasta de las vanguardias es ya herrumbre definitiva, in¨²til ceniza helada, por m¨¢s que algunos se empe?en en reivindicarla.
Veinticinco a?os despu¨¦s de su muerte, Pablo Neruda sigue siendo un poeta m¨¢ximo. Sus Veinte poemas se siguen editando y leyendo en todo el mundo. La poes¨ªa en lengua espa?ola de este siglo se llama, adem¨¢s de Dar¨ªo, Juan Ram¨®n, Antonio Machado, Lorca, Cernuda y unos pocos nombres m¨¢s; y se llama tambi¨¦n Neruda. Qu¨¦ le vamos a hacer.
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