'A?DA'
El Real se reencuentra consigo mismo "Aida", de Giuseppe Verdi. Con Norma Fantini (Aida), Walter Fraccaro (Radam¨¦s), Luciana d"Intino (Amneris) y Simon Estes (Amonasro). Director musical: Garc¨ªa Navarro. Director de escena, escen¨®grafo y figurinista: Hugo de Ana. Coreograf¨ªa: Leda Lojodice. Orquesta Sinf¨®nica de Madrid. Coro de la Comunidad de Madrid. Teatro Real, 2 de octubre.
La inauguraci¨®n de la segunda temporada de ¨®pera del nuevo Real se vivi¨® como si fuese una apertura del teatro. No faltaba ning¨²n ingrediente: t¨ªtulo de alto riesgo, necesidad imperiosa de un ¨¦xito que diese confianza a sus directivos y a sus seguidores, presi¨®n ambiental con los consiguientes nervios en las horas previas... La ¨®pera es un espect¨¢culo de alta tensi¨®n y estos factores la benefician. Aida es una obra que se mueve entre la espectacularidad y el intimismo. No falt¨® ninguna de estas dos caracter¨ªsticas en la propuesta esc¨¦nica de Hugo de Ana. Su escenograf¨ªa fue espl¨¦ndida por la capacidad evocadora a trav¨¦s de las hiedras, por la utilizaci¨®n de la penumbra y el claroscuro, por la atemporalidad, por la impresionante fuerza pl¨¢stica. La convencional direcci¨®n de actores, el movimiento esc¨¦nico y, sobre todo, la trivial y a veces hortera coreograf¨ªa rebajaron la calidad global del espect¨¢culo: demasiada ansia por llenar el escenario en unos tiempos en que se va hacia el despojamiento; demasiado figurante en cometidos prescindibles; demasiado lujo y esplendor simplemente por que s¨ª. En una ¨®pera como Aida, tan vinculada a una recuperaci¨®n de la infancia mit¨®mana, esto es en cierto modo comprensible, pero cuando hay un tratamiento tan po¨¦tico como el que sugieren algunos cuadros esc¨¦nicos de Hugo de Ana, los efectos llam¨¦mosles gal¨¢cticos distorsionan o al menos deval¨²an la emoci¨®n est¨¦tica. El director de orquesta Garc¨ªa Navarro estuvo m¨¢s pendiente de que todo estuviese en su sitio, del orden y la concertaci¨®n, que de la brillantez. Es de agradecer. Control¨® y matiz¨® con precisi¨®n y musicalidad, sobresaliendo su lectura en los actos m¨¢s intimistas. Tal vez lo m¨¢s descafeinado fue, curiosamente, la marcha triunfal. Acompa?¨® a los cantantes con mucho oficio. Fue una de las bazas s¨®lidas de la noche, como tambi¨¦n lo fue el coro de la Comunidad de Madrid. Norma Fantini es una de esas sopranos cuya presencia en escena no pasa desapercibida. Tiene car¨¢cter, una l¨ªnea musical estupenda y se adecua a las mil maravillas al personaje de Aida. Luciana D"Intino es tambi¨¦n una cantante de gran personalidad. Sus comienzos en Aida fueron titubeantes, pero se centr¨® desde el d¨²o con la protagonista que da t¨ªtulo a la obra, manteniendo un alto nivel hasta su intervenci¨®n en el ¨²ltimo acto. Agarrotado y bajo de tono acometi¨® Walter Fraccaro el ¨¢rea de salida Celeste Aida, esa broma de Verdi para tenores nada m¨¢s comenzar la obra sin que la voz est¨¦ a¨²n caliente. Fraccaro estuvo, sin embargo, altamente convincente en los dos ¨²ltimos actos, sacando a relucir un bello timbre y una magn¨ªfica musicalidad. Entre las voces bajas destac¨® la de Simon Estes. No fue un espect¨¢culo redondo pero estuvo cerca de serlo. No hay duda. El Real se ha reencontrado consigo mismo.
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