Cristales
Con la limpieza en las calles sucede igual. Cuando las aceras est¨¢n limpias, sin una colilla ni un solo papel que macule su aspecto, la gente se corta y no suele tirar nada al suelo. Basta que alguien deje caer un bote de refresco, una botella o una bolsa de pl¨¢stico para que detr¨¢s de ¨¦l lleguen otros haciendo lo propio hasta cubrir de desperdicios la v¨ªa p¨²blica. Ese comportamiento es equiparable al que se produce en el mundo de la delincuencia, el mismo en el que se fundamenta la llamada teor¨ªa de "las ventanas rotas". Expresada por vez primera en el a?o 82 por el experto en Ciencias Pol¨ªticas y crimin¨®logo norteamericano George Keling, la teor¨ªa mantiene que si alguien rompe una ventana de un edificio y ¨¦sta no es r¨¢pidamente reparada, otros se animar¨¢n a romper m¨¢s ventanas, creando un sentimiento de desorden que atraer¨¢ a los criminales estimulados por las condiciones de apat¨ªa p¨²blica y negligencia. La aplicaci¨®n de esa teor¨ªa de "las ventanas rotas" es la que ensaya la ciudad de Nueva York desde el 94 y la que ha hecho descender de forma radical los ¨ªndices de criminalidad en los ¨²ltimos a?os. A instancias del alcalde Rudolph Giuliani y con la intervenci¨®n de 5.000 nuevos agentes que incrementaron la plantilla del Departamento de Polic¨ªa de Nueva York se dieron ¨®rdenes estrictas para que hicieran cumplir las normas sobre convivencia civilizada. Aquello supuso realizar un seguimiento estad¨ªstico muy estrecho para trazar un mapa de delitos que permitiera identificar n¨ªtidamente los puntos calientes de violencia. Sobre ellos cayeron las llamadas patrullas de Calidad de Vida, que actuaban sobre los peque?os delincuentes, camellos, drogadictos y tambi¨¦n sobre los borrachos, mendigos y hasta los grafiteros. El lema es que los peque?os delitos han de ser tomados tan en serio como los delitos graves. Esa teor¨ªa de "las ventanas rotas" es la que servir¨¢ de referente, para la puesta en marcha a partir de enero en Madrid, de la llamada Polic¨ªa del 2000. La Direcci¨®n General de la Polic¨ªa, que lo promueve, ha distribuido ya, a sus comisarios, una amplia documentaci¨®n explicando la f¨®rmula y el proceso que requiere su puesta en funcionamiento. Lo prioritario ser¨¢ -seg¨²n se explica- mantener una serie de reuniones entre los mandos ejecutivos de la Polic¨ªa y los jefes de las unidades operativas para obtener un flujo de informaci¨®n constante, que les permita realizar los an¨¢lisis estad¨ªsticos y determinar las zonas sobre las que actuar.A partir de ah¨ª se repetir¨¢ el esquema de actuaci¨®n intensiva que ha limpiado Manhattan.
Importar y aplicar en Madrid el sistema de "las ventanas rotas" puede ser un gran acierto si no se desprecian los riesgos que la t¨¢ctica comporta. En primer t¨¦rmino estamos hablando de incrementar la presi¨®n sobre los colectivos marginales hasta sacarlos del territorio que ocupan. Esa presi¨®n podr¨ªa generar, f¨¢cilmente, comportamientos arbitrarios por parte de los polic¨ªas que la ejercen de no existir una coordinaci¨®n adecuada, mecanismos de control que impidan los abusos y, sobre todo, un buen nivel de formaci¨®n de los agentes. Ha de haber, igualmente, claridad de objetivos y autoridad moral por parte de los mandos para que el plan no se les vaya de las manos. El riesgo, para que nos entendamos, es que pueda suceder lo que en la Marbella de Jes¨²s Gil, donde los polic¨ªas municipales han sido denunciados y procesados por sus excesos. No en esa proporci¨®n, pero el problema lo han tenido tambi¨¦n en Nueva York al producirse un aumento espectacular de las denuncias por abuso policial. Hay, adem¨¢s, una segunda cuesti¨®n que resulta prioritario contemplar. La delincuencia y la marginalidad, que se pretende expulsar de las calles, no puede ocultarse bajo la alfombra sin m¨¢s. Cualquier campa?a de presi¨®n que se ejerza sobre ellos, ha de ir necesariamente acompa?ada de programas de atenci¨®n social que salgan al paso ofreciendo alternativas a esos colectivos. Ello requiere el concurso de inversiones considerables para que el de los m¨¢s desfavorecidos no sea, tan s¨®lo, un futuro de represi¨®n. Est¨¢ bien que no dejemos en Madrid una sola ventana sin reparar, pero es menester que lo hagan profesionales bien formados, con el mayor esmero y los medios adecuados para no causar da?os mayores en la fachada. Los cristales rotos pueden cortarnos.
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