En las redes de "El Paral¨ªtico"
La polic¨ªa atribuye a un 'narco' turco la mayor¨ªa de la hero¨ªna que abastece los poblados marginales
Ahora mismo, en un abigarrado cafet¨ªn de Estambul un hombre en silla de ruedas puede estar leyendo un peri¨®dico cualquiera. De gesto cansado, pelo negro y vestido como un ejecutivo occidental, ese parapl¨¦jico puede llamarse Urfi Cetinkaya, tener 49 a?os, y llevar marcados en el nacimiento de la espalda los dos tiros que le derribaron para siempre. Ahora mismo, en el poblado marginal de La Celsa, arrimados a una pared de uralita y requemados por el sol del arrabal, Pablo y Jos¨¦, dos amigos de 36 y 40 a?os, pueden estar buceando en un para¨ªso artificial bien puestos de hero¨ªna. Ninguno de los dos ha o¨ªdo hablar de Urfi Cetinkaya, alias El Paral¨ªtico, pero ambos son sus mejores clientes.A Cetinkaya y a sus contactos de oro atribuye la Unidad Central de Estupefacientes el control de la mayor¨ªa de los cargamentos de hero¨ªna que abastecen a los miles de toxic¨®manos que como Pablo y Jos¨¦ recorren a diario los poblados marginales (La Celsa, La Rosilla, La Quinta...). Pero no es esta permanente presencia en el patio trasero de la capital la causa de su poder, lejano y oscuro, ni del temor, casi religioso, que atenaza a los pocos que le han conocido personalmente. Cetinkaya, oculto en el otro extremo del Mediterr¨¢neo, se ha convertido, seg¨²n las investigaciones policiales, en uno de los grandes barones de la hero¨ªna, un hombre obligado a orinar con una sonda, pero que, conocedor de las m¨¢s secretas rutas de la droga, se jacta ante los suyos de ser capaz de disponer de 500 kilos de hero¨ªna con el mero chasquido de sus dedos, y que se vanagloria tambi¨¦n de poder determinar de un solo vistazo la paternidad de la droga que contiene una papelina. Tanto poder, sin embargo, no le vuelve invulnerable. O eso piensa la polic¨ªa, que recuerda con precisi¨®n la ma?ana en que Madrid, para Cetinkaya, pas¨® a convertirse en algo m¨¢s que una sucursal de su extenso negocio.
El 15 de septiembre de 1991 fue detenido, junto a su esposa, en el hall de Novohotel. No lo esperaba. Su captura fue fruto de una coincidencia. Como recuerdan los agentes que llevaron a cabo la operaci¨®n, la llegada a Espa?a de Cetinkaya no ten¨ªa m¨¢s que un fin intimidatorio. Hab¨ªa sufrido problemas de pago con un env¨ªo suyo, y con su presencia -una se?al mort¨ªfera, seg¨²n la polic¨ªa- quer¨ªa dejar claro a su organizaci¨®n en Espa?a, supuestamente dirigida por su hermano Erdogan, que ni los pasaba por alto ni los perdonaba. Pero esto no bastaba para su detenci¨®n: no ocultaba droga y sobre ¨¦l no pesaba ninguna orden de b¨²squeda y captura.
Llevaba ya una semana en Madrid, haci¨¦ndose ver, cuando la polic¨ªa descubri¨® que de Turqu¨ªa acababa de llegar un env¨ªo de 47 kilos de hero¨ªna y que este cargamento, adem¨¢s, correspond¨ªa a la organizaci¨®n de Cetinkaya. La captura del alijo, escondido en el compartimento secreto de una furgoneta aparcada junto al kil¨®metro 24 de la carretera de Burgos, abri¨® las puertas al arresto de Cetinkaya, de su hermano Erdogan y de sus lugartenientes, entre ellos el violento Ekrem Turmus.
Hombre curtido en el lado salvaje, no era la primera vez que Cetinkaya era capturado. Ya en 1989 hab¨ªa sido detenido en Turqu¨ªa bajo la acusaci¨®n de ocultar 308 kilos de hero¨ªna. Pero casi inmediatamente fue puesto en libertad. En Espa?a tardar¨ªa cuatro a?os en volver a pisar la calle. Y su libertad no lleg¨® sin pol¨¦mica.
El 12 de julio de 1995, pese a contar con una acusaci¨®n fiscal de 23 a?os de prisi¨®n por tr¨¢fico de drogas y contrabando, la Secci¨®n Segunda de lo Penal de la Audiencia Nacional le dej¨® en libertad con una fianza de 25 millones de pesetas. Esta decisi¨®n judicial, como ocurri¨® con los otros detenidos, tuvo su origen en el enorme atasco que en aquella ¨¦poca sufr¨ªan los asuntos penales de la Audiencia y que imposibilit¨® que se le juzgase antes de que se cumpliesen los cuatro a?os de prisi¨®n preventiva, el m¨¢ximo permitido en Espa?a. Una vez libre, Cetinkaya huy¨® a su pa¨ªs sin esperar juicio. La polic¨ªa espa?ola sostiene que all¨ª, donde permanece oculto, reactiv¨® un imperio del que nunca lleg¨® a perder las riendas. La clave de su negocio reside en el control que posee sobre la materia prima que se produce en la media luna de oro, una zona comprendida entre Afganist¨¢n, Tayikist¨¢n y Pakist¨¢n. Este opio, apenas tratado, llega a los laboratorios del noreste de Turqu¨ªa y, una vez listo para ser inyectado, sale oculto en camiones y autobuses (de matr¨ªculas comunitarias) por mil rutas. Desde Turkmenist¨¢n hasta los Balcanes, pasando por el mar Rojo. Todo un nudo de caminos en cuyos hitos los transportistas van depositando paulatinamente su cargamento de paquetes sellados con cordel verde hasta alcanzar su ¨²ltima parada. Entre ellas, Madrid y sus poblados marginales. Un trasiego en el que participa un ej¨¦rcito de intermediarios f¨¢cilmente intercambiables que apenas se conocen unos a otros y cuyo cometido es s¨®lo un detalle del cuadro general trazado por Cetinkaya. Jes¨²s Garc¨ªa Freire fue supuestamente una de estas notas a pie de p¨¢gina. El Susi, como se le conoce entre los clanes gitanos, fue arrestado la semana pasada por el Grupo II de la Unidad Central de Estupefacientes. En la operaci¨®n, que supuso el desmantelamiento de la principal red de suministro de droga de los poblados marginales, fueron decomisados 48 kilos de hero¨ªna marr¨®n; el mayor alijo de 1998, un tercio de toda la decomisada en Espa?a en lo que va de a?o. Una cantidad tal que, ya adulterada, se hubiese multiplicado en dos millones de micras de las que a Pablo (15 a?os de enganche) y Jos¨¦ (10 a?os de c¨¢rcel por atracos a mano armada) les calman los malos humores. En total, 3.000 millones de pesetas.
La ca¨ªda de El Susi y su trama, pese a su magnitud, no supuso un descalabro capaz de acabar con el suministro de hero¨ªna en los poblados. Ni siquiera provoc¨® un aumento de precio significativo. Como los desdentados Pablo y Jos¨¦ recordaban este mismo viernes: "Todo eso del desabastecimiento es mentira, aqu¨ª te metes lo que quieres y cuando quieres. Y adem¨¢s, m¨¢s barato que en ning¨²n sitio. As¨ª que no pongas nada de que falta droga, no vaya a ser que los camellos lo lean y aprovechen para subir el precio".
Este razonamiento coincide con el de los expertos de la Unidad Central de Estupefacientes. Para estos especialistas la carest¨ªa de hero¨ªna que ha acompa?ado los principales golpes policiales se ha debido m¨¢s a un reflejo especulativo de los camellos, que a una falta de material: "Bajo la excusa de la redada, aprovechan para cortar el suministro y disparar los precios". Puro mercado.
As¨ª se demostr¨® en febrero pasado, cuando los mismos agentes consiguieron acabar con otra de las grandes redes de venta de hero¨ªna que supuestamente Cetinkaya dispone en los poblados. Esta vez, cayeron Seyed Asfhin Larijini y Enrique Jim¨¦nez Silva. Dos caras de la misma moneda. Asfhin, iran¨ª de 34 a?os, controlaba presuntamente la recogida de la droga procedentes de los confines asi¨¢ticos y, Jim¨¦nez Silva, de 30, su distribuci¨®n en los poblados. La detenci¨®n de ambos vino acompa?ada del decomiso de siete kilos de hero¨ªna. Una cantidad insignificante pero que bast¨®, dada la publicidad que recibi¨® la operaci¨®n policial, para que se activase la especulaci¨®n en los poblados, subiese el precio de la hero¨ªna y los toxic¨®manos sufriesen como un l¨¢tigo la fluctuaci¨®n.
?se es el mundo sobre el que, seg¨²n la polic¨ªa, Cetinkaya reina. Un lugar poblado de espectros donde, el que un d¨ªa detenta el poder, al siguiente puede aparecer, como Ekrem Turmus, lugarteniente detenido con Cetinkaya en 1991, en un estercolero de Valdeming¨®mez. Fue el 2 de diciembre de 1995. El cad¨¢ver ten¨ªa la sonrisa rajada, las piernas cortadas y las v¨ªsceras al aire. El asesino a¨²n sigue libre y quiz¨¢, ahora mismo, tambi¨¦n lea un peri¨®dico cualquiera.
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