Mosqueo
Querida Cibeles:?No le da a usted la impresi¨®n de que Madrid est¨¢ otorgando concesiones vergonzosas al muermo? Mire usted, se?ora, yo soy un jubilado de 79 a?os, viudo, arrejuntado, col¨¦rico y guas¨®n. Mi nombre es Crist¨®bal, pero todos me llaman Cristo, porque donde voy la armo. Tanto por edad como por experiencia, estoy en condiciones de afirmar que la ola de aburrimiento que invade a la ciudad es de las que hacen ¨¦poca. Encima, ahora nos proh¨ªben saltar, brincar, correr, mear y decir procacidades a las se?oras en la v¨ªa p¨²blica.
Tama?a reglamentaci¨®n est¨¢ dando alas a los enemigos de la humanidad y de la risa. El viernes, se me ocurri¨® proclamar al paso de una jamona: "Por ti cruzar¨ªa el Atl¨¢ntico montado en los cuernos de una gamba". Ella me lanz¨® una mirada como misil y sigui¨® caminando. Pero yo la segu¨ª y susurr¨¦ a su o¨ªdo: "Tienes los ojos m¨¢s grandes que los pies". Fren¨®, se revolvi¨®, mir¨® en su torno, me agarr¨® por los pelos y me lanz¨® contra una farola. Un guardia municipal que pasaba por all¨ª me puso una multa de 5.000 pesetas por invadir la calle y alterar la convivencia.
Aunque soy pensionista, no estoy parado. Ejerzo tres d¨ªas a la semana de mimo callejero. Todo empez¨® por accidente. Iba yo por la Gran V¨ªa una tarde cuando, de repente, me dio un patat¨²s al lado del metro de Callao y me qued¨¦ tieso sin poder mover un m¨²sculo. Quise pedir ayudar a los viandantes, pero ellos, creyendo que era una estatua, me socorrieron ech¨¢ndome monedas. Abomin¨¦ de la humanidad, pero cuando super¨¦ la crisis mi derredor estaba sembrado de divisas. En total, 7.782 pesetas y tres florines holandeses. Como mimo, saco para vicios diversos, pero aguanto lo que no est¨¢ escrito. Los perros mean a mis pies, los ni?os me tiran de la t¨²nica y me dejan en bolas, los gorriones me faltan al respeto y los guardias me multan. Estoy mosca. Espero que de inmediato salgan ordenanzas contra perros, chavalines, p¨¢jaros y agentes. ?O acaso ellos son pol¨ªticamente correctos?
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