Antonio Barea trajo la emoci¨®n
El momento emocionante lleg¨® en el quinto de la tarde. Antonio Barea cruz¨® el di¨¢metro del ruedo y se hinc¨® de rodillas frente a la puerta de toriles para recibir a su oponente a porta gayola. El novillo sali¨® como una exhalaci¨®n y el torero lo esquiv¨® como pudo. Se levant¨®, perdi¨® el capote y volvi¨® a arrodillarse hasta tres veces m¨¢s para dar otras tantas largas cambiadas tan atropelladas como emocionantes; al final, cuando Barea remataba una tanda de r¨¢pidas ver¨®nicas, el toro le golpe¨® el tobillo izquierdo, y el torero qued¨® desmadejado por el dolor. Con gran esfuerzo lleg¨® hasta el callej¨®n, donde le mojaron y vendaron la zona dolorida, al tiempo que se negaba a visitar la enfermer¨ªa. Visiblemente cojo tom¨® la muleta, se coloc¨® en el centro del ruedo y cit¨® al novillo con un pase cambiado por la espalda que lig¨® acertadamente con el de pecho. A¨²n sufri¨® una voltereta cuando pretend¨ªa torear al natural de la que, afortunadamente, result¨® ileso. Intent¨® el toreo, pero el novillo no le ofreci¨® facilidades. Lo mat¨® de tres pinchazos y le agradecieron el gesto con la vuelta al ruedo.Y se acab¨® la emoci¨®n. La verdad es que no hubo nada m¨¢s, porque el toreo, lo que se dice toreo, brill¨® por su ausencia en todo momento.
Mart¨ªn / El Gastore?o, Barea, Tobali
Novillos de Mart¨ªn Lorca (el 6?, segundo sobrero), bien presentados, flojos y descastados. El Gastore?o: media perpendicular y dos descabellos (ovaci¨®n); estocada perpendicular y descabello (ovaci¨®n). Antonio Barea: estocada baja y descabello (vuelta); tres pinchazos (vuelta). Tobali: estocada (ovaci¨®n); estocada (ovaci¨®n).Plaza de la Maestranza, 4 de octubre. Menos de media entrada.
Los novillos, mansurrones y descastados, dejaron estar a unos novilleros que no llegaron a la Maestranza con la intenci¨®n de comerse el mundo, precisamente. Antonio Barea se encontr¨® en su primero con el ¨²nico que tuvo noble recorrido y lo desaprovech¨® en toda regla. Algunos muletazos resultaron estimables, pero el conjunto careci¨® de mando y profundidad. Acompa?¨® la noble embestida del animal, pero su toreo fue siempre atropellado y aburrido. Pero Barea no fue el ¨²nico. ?l y sus compa?eros de terna demostraron que son dignos representantes de la modernidad imperante, donde mandan la superficialidad, la comodidad, los defectos mil veces repetidos y hasta la dignidad que se le supone a quien se viste de luces.
El Gastore?o, por ejemplo, quiso dar la vuelta al ruedo por su cuenta a la muerte del cuarto, y su cuadrilla se lo impidi¨®. El chaval no ten¨ªa noci¨®n de d¨®nde estaba, lo cual es un escaso aval para carrera tan comprometida. Dio muchos pases, alg¨²n natural aceptable, pero entre las escasas fuerzas del animal y la corta experiencia del torero, la faena no fue brillante. En su primero, que s¨ª le permiti¨® algunas florituras, demostr¨® que sus buenas maneras las emborrona con el abuso del pico y el constante desplazamiento del novillo hacia afuera. En resumen, una actuaci¨®n tibia cogida con alfileres. Tobali tuvo peor suerte con el ganado y m¨¢s partidarios de su Cantillana natal. Hasta el recordado Manili estaba en el tendido para animar a su paisano. Pero no pudo ser. Maneja con soltura el capote, pero se estrell¨® despu¨¦s ante dos novillos mansos y parados. Sin embargo, es tan moderno como sus compa?eros y, para hacer honor a su generaci¨®n, utiliza el pico de la muleta que es un primor.
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