El casino y los fondos de cobertura
Las arriesgadas apuestas de inversores como LTCM agravan la crisis financiera
En su comparecencia ante el Comit¨¦ de Banca y Finanzas del Congreso de Estados Unidos, el presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, compar¨® su participaci¨®n en el salvamento del fondo de cobertura (hedge fund) Long Term Credit Management (LTCM) con una de las haza?as del banquero J.P. Morgan a principios de siglo: "La comparaci¨®n entre los costes a corto plazo y los beneficios a largo fue lo que presumiblemente llev¨® en 1907 a J.P. Morgan a convencer en su biblioteca a los l¨ªderes financieros de la ¨¦poca para hacer frente al agudo p¨¢nico que se produjo ese a?o".Los norteamericanos, sin embargo, no saben si la inusual decisi¨®n de Greenspan de organizar la salvaci¨®n de una instituci¨®n no bancaria, aunque sea sin dinero p¨²blico, era una respuesta a un peligro real para el sistema, -"demasiado grande para caer"-, u obedec¨ªa a intereses y compromisos menos confesables. En este ¨²ltimo caso, Greenspan estar¨ªa brindando al mundo un buen ejemplo de c¨®mo funciona el crony capitalism, o capitalismo de amigotes.
Ricos e influyentes
Los inversores de LTCM son ricos e influyentes, el fondo les exig¨ªa una inversi¨®n m¨ªnima de 10 millones de d¨®lares (1.400 millones de pesetas) que deb¨ªan mantener durante al menos tres a?os. Adem¨¢s, entre los responsables de ese fondo, que contaba entre sus genios con dos premios Nobel, figuraba todo un representante del stablishment financiero del pa¨ªs, nada m¨¢s y nada menos que un ex vicepresidente de la Reserva Federal, David Mullins, quien ocup¨® ese cargo con Greenspan como presidente.Curiosamente, Mullins dirigi¨® en 1991 una investigaci¨®n contra Salomon Brothers que concluy¨® con la dimisi¨®n del responsable del departamento de esa firma, John Meriwether. Al salir de Salomon, Meriwether, la estrella de Wall Street, fund¨® LTCM.
No acaban ah¨ª los ejemplos de pr¨¢cticas discutibles. Entre el grupo de 11 bancos norteamericanos y europeos que han asumido el rescate del fondo de cobertura, con 3.500 millones de d¨®lares, se encuentra Merrill Lynch, una de las grandes de Wall Street, algunos de cuyos ejecutivos, encabezados por su presidente, David Komansky, ten¨ªan inversiones personales de m¨¢s de 20 millones de d¨®lares en el fondo.
La c¨²pula de la Uni¨®n de Bancos Suizos, incluido su presidente, ha dimitido por las p¨¦rdidas con LTCM superiores a los 800 millones de d¨®lares. En Italia se ha desatado una tormenta al descubrirse que el banco central tambi¨¦n se apunt¨® al casino.
Tambi¨¦n es ¨¦ste el caso del Gobierno chino, que invirti¨® unos 10 millones de d¨®lares. En Wall Street, los rumores sobre nuevas p¨¦rdidas a¨²n no reconocidas por otros importantes bancos circulan a todas horas. Todo un domin¨® que sin duda otorga cierta credibilidad al dram¨¢tico diagn¨®stico que Greenspan hizo ante el comit¨¦ del Congreso y que afecta al coraz¨®n del sistema financiero norteamericano, Wall Street, que gracias a este tipo de fondos ha recuperado su papel estelar en la vida econ¨®mica, tras la crisis de 1987.
Los fondos de cobertura, que seg¨²n diversos c¨¢lculos, siempre aproximados dado el r¨¦gimen legal del que disfrutan y que no les obliga a informar ni sobre sus recursos, ni sobre sus inversiones, disponen de unos 400.000 millones de d¨®lares (56 billones de pesetas) de recursos de sus part¨ªcipes. Pero esto es s¨®lo el principio. Su m¨¦todo operativo habitual les permite inflarse a¨²n m¨¢s. En el caso del LTCM, los recursos de los inversores eran de 2.200 millones de d¨®lares a los que deb¨ªan sumarse otros 88.000 millones de d¨®lares obtenidos de los bancos, algunos de los cuales han tenido que considerarlos ahora p¨¦rdidas. Con este dinero, el fondo compraba acciones y deuda p¨²blica, que a su vez eran reutilizadas como garant¨ªa sobre la que sustentar sus apuestas en el mercado, acumulando un riesgo estimado en unos 125.000 millones de d¨®lares, las inversiones totales del pol¨¦mico fondo.
Esas apuestas ten¨ªan, y tienen, lugar en los llamados mercados derivados, fundamentalmente los de opciones y futuros. En ellos, los inversores, utilizando complicados modelos matem¨¢ticos gestionados por ordenador como los elaborados por los dos premios Nobel, cruzan ofertas para comprarse y venderse en una fecha dada acciones y t¨ªtulos de deuda, especulando con que en esa fecha futura su precio sea mejor que el pactado. En teor¨ªa, tal y como indica su nombre gen¨¦rico, los fondos de cobertura como LTCM, deb¨ªan cubrir sus apuestas en los mercados financieros mundiales con otros compromisos de compra o de venta que redujeran o eliminaran su riesgo. En la pr¨¢ctica, esto no fue as¨ª.
Tormenta financiera
Durante la tormenta financiera que ha desbaratado al LTCM, muchos fondos de cobertura apostaron por cosas como por ejemplo que el yen continuar¨ªa bajando respecto al d¨®lar, que las diferencias entre los rendimientos de la deuda p¨²blica de los pa¨ªses de la zona euro se reducir¨ªa r¨¢pidamente y que el precio de los bonos del Tesoro de EE UU bajar¨ªa. Todo fue justamente al rev¨¦s. Entonces se vio que el LTCM no ten¨ªa cobertura y que hab¨ªa realizado apuestas utilizando un endeudamiento que representaba 100 veces sus recursos.En los mercados de derivados, los operadores deben aportar cada d¨ªa una parte proporcional de las p¨¦rdidas que hubiera tenido esa jornada si sus contratos a futuro se hubieran cerrado en ese momento. Es una manera de evitar que al realizar de verdad la compraventa, un operador que no hubiese previsto sus p¨¦rdidas se encontrara en insolvencia.
LTCM fue cubriendo mientras pudo, no s¨®lo en los mercados sino ante los bancos acreedores que exig¨ªan m¨¢s garant¨ªas a medida que perd¨ªan valor sus inversiones. LTCM, como est¨¢n haciendo ahora otros fondos, tuvo que vender las acciones que hab¨ªa utilizado como garant¨ªa de sus operaciones. Los descensos generalizados de las bolsas fue, pues, en gran parte, una consecuencia de las malas apuestas en el casino.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.