El fr¨¢gil concepto del "riesgo moral"
Ning¨²n concepto ha sido tan sobado estos meses de crisis financiera como el del riesgo moral. La teor¨ªa consiste, en esencia, en la conveniencia de dejar caer a una entidad financiera -y, por extensi¨®n, a un pa¨ªs- cuando est¨¢ en trance de bancarrota, por sus efectos ejemplificadores. Los t¨¦cnicos ortodoxos han multiplicado sus cr¨ªticas a los paquetes de rescate financiero, porque generan un riesgo moral entre los inversores m¨¢s arriesgados: la confianza de que, hagan lo que hagan, siempre habr¨¢ quien los salve de la ruina. Seg¨²n esta tesis -que olvida al resto de los paganos de las crisis: los ciudadanos-, las empresas o los pa¨ªses deben asumir las consecuencias de sus errores. La teor¨ªa del riesgo moral se ha puesto en la vanguardia de los ataques que ha recibido en los ¨²ltimos tiempos el FMI. Hasta hace poco, las principales cr¨ªticas que el Fondo soportaba lo eran desde la otra orilla; desde quienes consideraban que su actuaci¨®n conllevaba planes de ajuste dur¨ªsimos, fuesen cuales fuesen las circunstancias del pa¨ªs en el que se practicaban, sin tener en cuenta los condicionamientos sociales de los afectados por sus recetas. Los partidarios del que cada palo aguante su vela han crecido amparados en lo impecable de su razonamiento: no es justo que los contribuyentes de los principales pa¨ªses donantes del FMI pierdan sus impuestos apoyando a gobiernos ineficaces o corruptos (y a su trav¨¦s, a los inversores que apostaron mal o con malas artes).No es el objeto de esta columna analizar las circunstancias atenuantes o los costes de tal aserto, sino plantear que tan riguroso riesgo moral tiene excepciones que hacen dudar de su coherencia. Un ejemplo clamoroso de ello ha sido el paquete de rescate instrumentado por el presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, para salvar de la quiebra al hedge fund Long Term Capital Management (LTCM).
La Reserva Federal, ortodoxa entre las ortodoxas, ha articulado un acuerdo por el que un selecto grupo de bancos (entre ellos, J. P. Morgan, Merrill Lynch, Goldman Sach, Bankers Trust, Deutsche Bank, Paribas, etc¨¦tera) ha acudido al rescate de LTCM, por un importe superior al medio bill¨®n de pesetas.
La emergencia del LTCM actualiza la existencia de los hedge funds, conocidos como fondos de alto riesgo. El m¨¢s publicitado de todos ellos es el Quantum Fund, propiedad de George Soros. Se trata de fondos de inversi¨®n colectiva especializados, cuyos participantes son bancos, empresas, fondos de pensiones o de inversi¨®n, que no suelen tener m¨¢s l¨ªmites en su actuaci¨®n que las que imponen sus propios reglamentos (la inversi¨®n m¨ªnima en el LTCM era de 10 millones de d¨®lares, que no pod¨ªan ser retirados antes de tres a?os). Act¨²an bajo la f¨®rmula del apalancamiento (comprar con dinero prestado) para lograr incrementos de sus rentabilidades superiores a la media en todo tipo de mercados. Se estima que hay alrededor de tres millares de hedge funds operando en el mundo (¨¦sta fue la f¨®rmula escogida por Emilio Bot¨ªn Jr., hijo del presidente del Banco Santander, que abandon¨® el banco familiar para crear un hedge fund denominado Vega Asset Management). LTCM no es precisamente un fondo marginal; lo gestionaba un antiguo vicepresidente de Salomon Brothers, y en ¨¦l trabajaban un antiguo vicepresidente de la Reserva Federal y dos premios Nobel, galardonados -?paradoja de paradojas!- por sus trabajos sobre la formaci¨®n de precios en los mercados de instrumentos financieros derivados.
Greenspan ha tenido que acudir esta semana al Congreso para aclarar que su intervenci¨®n en el rescate del LTCM fue espor¨¢dica y no supone un giro en su pol¨ªtica (que se apoya en la tesis del riesgo moral), y que la ayuda se produjo "para evitar trastornos graves en los mercados, que potencialmente podr¨ªan haber da?ado las econom¨ªas de muchas naciones, incluida la nuestra". Pero, ?no se puede aplicar este argumento a otras muchas situaciones?; ?por qu¨¦ ahora s¨ª y en otros casos no? Hay muchos liberales que s¨®lo lo son mientras los precios suben.
Este art¨ªculo debi¨® ser publicado en la edici¨®n de ayer domingo. Por un error, apareci¨® otro que ya hab¨ªa sido difundido hace dos semanas.
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