Alarde de mal gusto
Tal vez recuerde el lector aquellas apariciones de los invitados a una de las tertulias televisivas de Jes¨²s Hermida, saliendo tan animosos de un fondo transparente a la manera de los alien¨ªgenas de Encuentros en la tercera fase. Aqu¨ª Ferran Pina, algo m¨¢s modesto, se limita a aparecer desde una especie de portal¨®n imitando el trote de una deportiva y alborozada carrerita. Al hombre se le ve feliz en la presentaci¨®n de un programa que juega con el futbol¨ªstico t¨¦rmino del tiro libre directo para llevar el agua a su molino titulando el asunto como Lliure i directe. Qu¨¦ m¨¢s querr¨ªa ¨¦l, se dice el espectador, que debe conformarse con el directo en detrimento de lo libre. En la noche del lunes ten¨ªan en el plat¨® como invitados a la plana mayor de la bronca futbolera. Nada menos que Paco Roig, el compostelano Caneda y, ¨¢brase el cielo, Javier Clemente. Y no pas¨® nada digno de menci¨®n. Se ve que las nuevas maneras impuestas por la f¨¦rrea Genoveva liquidan no s¨®lo el erotismo cutre de medianoche sino tambi¨¦n la trifulca de cada d¨ªa, aunque los invitados deban su gloria a su propensi¨®n al alboroto. Para qu¨¦ invitar a Roig si se le impide embroncarse. De qu¨¦ sirve traer a Clemente si se le fuerza a la moderaci¨®n. Qu¨¦ hac¨ªa por all¨ª Caneda en pose filos¨®fica. Es como invitar a Ar¨¦valo para que no cuente chistes. A¨²n as¨ª, fue transparente la adicci¨®n a la tiran¨ªa de Roig, la incomodidad de Clemente en su papel de ursulina, la impostura de Gaspar Rosety en funciones de periodista agresivo. Eso, y el bochorno ante ese anciano periodista de ficci¨®n al que llaman Vicentet y que viene a ser el resumen del ya famoso autoodio valenciano. Lo mejor de ese espacio es su t¨ªtulo. L¨¢stima que tampoco sea aut¨¦ntico.
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