El candidato y su apuesta
En la presentaci¨®n de su bosquejo de programa el pasado d¨ªa 3, fueron visibles los esfuerzos de Borrell por configurar una imagen propia, y no s¨®lo porque cambiase el himno habitual o sustituyera el pu?o y la rosa por la conjugaci¨®n de p¨¦talos que sugiere una rosa roja abierta. Este ¨²ltimo cambio es quiz¨¢ el m¨¢s significativo, dado que simboliza el intento de desbordar los l¨ªmites de una candidatura partidaria para aglutinar en torno al n¨²cleo socialista una mayor¨ªa social de izquierda. La cr¨®nica olvid¨® recoger que entre la prolongada oraci¨®n introductoria de Almunia y la de cierre a cargo de Borrell hubo una serie de intervenciones en cascada en las cuales, con desigual fortuna, personas pertenecientes a distintos sectores sociales, que en su mayor¨ªa destacaron su no militancia en el PSOE, fueron dando sus razones para apoyar a una candidatura de izquierda. Unos lo hicieron de forma muy brillante, como el actor Adolfo Marsillach, la senadora elegida por una lista com¨²n de izquierda en Ibiza o la deportista minusv¨¢lida; otros con m¨¢s plomo en las alas, caso de los sindicalistas de Comisiones Obreras y de la UGT. Pero el conjunto dio a entender la voluntad de representar sensibilidades y problemas de toda la izquierda, m¨¢s all¨¢ de la estrategia de control del espacio electoral desde un partido que caracteriz¨® a la era Gonz¨¢lez. Por otra parte, el montaje vino a recordar una triste evidencia: con la actual Izquierda Unida de Anguita y Madrazo puede contarse m¨¢s para colaborar con proyectos de disgregaci¨®n del Estado en busca del aval de Clinton que para dar forma a una mayor¨ªa pol¨ªtica de izquierda de Espa?a.La segunda novedad ofrecida por Borrell consiste en el alto grado de integraci¨®n entre las distintas facetas -los cinco pilares, las llam¨® al modo isl¨¢mico- de su proyecto pol¨ªtico. No es que ning¨²n planteamiento fuera en exceso imaginativo. Combinar un crecimiento autosostenido con la defensa de la cohesi¨®n y de la solidaridad sociales en el marco del Estado de bienestar, recordar la importancia del ecosistema, apostar por una Europa que tras la uni¨®n monetaria alcance una creciente dimensi¨®n pol¨ªtica, evocar la participaci¨®n de los ciudadanos y la creaci¨®n de una nueva cultura c¨ªvica, son componentes normales del mensaje socialdem¨®crata de hoy, aunque no lo fuera tanto el acento puesto por Borrell sobre una actitud de izquierda en el tratamiento de las cuestiones puntuales. La sorpresa fue el ¨¦nfasis con que Borrell destac¨® que era el suyo un proyecto pol¨ªtico para Espa?a, entendida como "naci¨®n de naciones", una naci¨®n con composici¨®n plural que en el marco del Estado de las autonom¨ªas, forjado por la Constituci¨®n y los Estatutos, respeta y promueve la identidad de las nacionalidades. Situ¨¢ndose en la doble l¨ªnea del nacionalismo democr¨¢tico espa?ol, que en los a?os treinta promoviera Manuel Aza?a, y de la tradici¨®n federalista del PSOE, Borrell formula as¨ª una clara alternativa al vac¨ªo de la derecha sobre el tema y al reto de unos nacionalismos perif¨¦ricos que en los ¨²ltimos tiempos han emprendido una ofensiva concertada contra el Estado de las autonom¨ªas. El rosario de insultos que llovi¨® como consecuencia sobre el candidato socialista desde todo el espectro nacionalista catal¨¢n y vasco prueba que ha dado en el clavo, tanto en su recuperaci¨®n del concepto democr¨¢tico y plural de Espa?a como al se?alar el fracaso de una alianza PP-nacionalismos que en el balance de dos a?os de funcionamiento s¨®lo cuenta con la subida en flecha de las orientaciones centr¨ªfugas. Ha podido verse que desde su punto de partida de una Hispanidad agresiva, simbolizada por los famosos gritos contra Pujol, el partido conservador no ha sabido pasar a otra cosa que a un pragmatismo miope dirigido a mantenerse a toda costa en el poder. Los votos catalanistas no le han faltado a Aznar, pero a cambio hasta Pujol ha terminado por sumarse a la puja de los planteamientos radicales impulsando en el Parlament el voto de la autodeterminaci¨®n, gesto impensable hace un par de a?os.
Es quiz¨¢s ¨¦ste el punto en que el enfoque de Borrell marca una ventaja decisiva sobre el vac¨ªo de su oponente conservador, aun cuando ello pueda a su vez tener un alto precio en cuanto a futuras alianzas. El socialismo recupera en todo caso su viejo papel como agente de vertebraci¨®n de la Espa?a democr¨¢tica. Y, a?adir¨ªamos, de unas construcciones nacionales en Catalunya y Euskadi liberadas de la irracional propensi¨®n disgregadora. Pues no se trata de "espa?olismo" versus nacionalismos, sino de mantener la articulaci¨®n de la plurinacionalidad frente a una balcanizaci¨®n que nada tiene que ver con nuestro horizonte de unificaci¨®n europea.
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