El barco se hundi¨® en dos minutos y apenas a diez metros del muelle
Rosal¨ªa Calvo, de 43 a?os, lleva a?os acompa?ando a turistas por el lago de Banyoles. Ayer, tras su explicaci¨®n al grupo de jubilados franceses, prefiri¨® tomarse un caf¨¦ en lugar de subir a La Oca. Instantes despu¨¦s, el catamar¨¢n se hund¨ªa en menos de dos minutos con 141 personas a bordo y a menos de 10 metros del muelle que acababa de dejar. Las 20 v¨ªctimas convierten el siniestro de ayer en el m¨¢s grave registrado en el lago. En 1913 murieron 10 personas al naufragar otro barco. El h¨¦roe de aquel d¨ªa fue un ni?o, Jos¨¦ Roura, que hoy es octogenario y fundador de la empresa propietaria de La Oca.
A las ocho y media de la ma?ana, los 141 jubilados que el pasado domingo compraron la excursi¨®n del lago -el grupo lo formaban 200- subieron al autob¨²s en direcci¨®n a Banyoles. Antes de llegar visitaron una f¨¢brica de chocolate. Pasadas las 10.30 se dispon¨ªan a recorrer el lago en la embarcaci¨®n La Oca. Rosal¨ªa se despidi¨® de ellos y se dirigi¨® al bar. A esta misma hora, el pintor Joan de Palau, que lleva 27 a?os pintando la placidez del estanque, trabajaba a unos 200 metros de la embarcaci¨®n."De repente he escuchado un ruido muy fuerte, seco, pero no le he prestado atenci¨®n. Sin embargo, enseguida he o¨ªdo gritos y gente diciendo que se hab¨ªa hundido el barco". Todos coinciden en que el agua tard¨® menos de dos minutos en tragarse la embarcaci¨®n. "Cuando llegu¨¦ ya estaban sacando cad¨¢veres y del barco s¨®lo se ve¨ªa el morro", explica Palau. "Hab¨ªa un desconcierto impresionante; ped¨ªan mantas y les ofrec¨ª mi abrigo".
Josep Maria Veciana, un cliente de un bar cercano, tambi¨¦n vio con impotencia como el barco se iba a pique. Estaba tomando caf¨¦ con unos amigos y recuerda que comentaba que hab¨ªa mucha gente en el estanque. "Hay d¨ªas de todo, pero hoy el barco estaba llen¨ªsimo". No hab¨ªan acabado el comentario cuando un compa?ero, recuerda Veciana, exclam¨®: "?Parece que se levanta por delante!". "El patr¨®n se dio cuenta e hizo un intento de volver, pero no pudo", afirma. Corrieron hacia el lago pero ya era tarde. "Ha sido tremendo, me he colapsado. S¨®lo he sabido taparme la cara con las manos", asegura Veciana.
Chavales al rescate
Rosal¨ªa Calvo tambi¨¦n sali¨® disparada del caf¨¦: "Los primeros que se tiraron al agua para intentar rescatar a los heridos fueron los alumnos de una escuela, de 15 o 16 a?os, que estaban de excursi¨®n", recuerdan. "Su actitud ha sido impresionante: los he visto despu¨¦s, mojados, llorando".La rapidez con que actuaron los servicios de socorro no pudo evitar la muerte de 20 turistas. La cafeter¨ªa La Carpa, de la misma familia propietaria de la embarcaci¨®n, cerr¨® sus puertas y los curiosos se agolparon en silencio delante del establecimiento, observando c¨®mo las gr¨²as trataban de sacar la embarcaci¨®n del agua.
Los heridos fueron trasladados a una cl¨ªnica de Banyoles y al hospital Josep Trueta de Girona. "Ha sido terrible. Yo no s¨¦ nadar, pero afortunadamente estoy bien", acertaba a explicar en este hospital una superviviente.
Sus compa?eros que eran dados de alta regresaron a media tarde al hotel Guitart, de Lloret de Mar, donde se instal¨® un dispositivo de psic¨®logos y m¨¦dicos para atenderlos. Por la noche hab¨ªan regresado 86 de los clientes afectados. "Los que llegan muy nerviosos van calm¨¢ndose, pero la mayor¨ªa de los que inicialmente parecen tranquilos se van derrumbando poco despu¨¦s", asegur¨® Sebasti¨¤ Morey, director del hotel. "Alguno est¨¢ en estado de shock y no recuerda nada", explica. Morey esperaba la llegada de los responsables de Carr¨¦ Evasion, organizadores del viaje, y explic¨® que ten¨ªan ya preparadas habitaciones para hospedar a los familiares.
La tragedia alimenta la leyenda negra del lago. El precedente m¨¢s cercano se remonta a 1913, cuando 10 personas fallecieron al hundirse una embarcaci¨®n con 13 personas a bordo. El cronista local Joan Olivas recuerda que entonces una publicaci¨®n se hizo eco "del hero¨ªsmo del ni?o Jos¨¦ Roura, que hab¨ªa intentado infructuosamente salvar a los accidentados". Ese ni?o, hoy un anciano conocido como El Lero, es el fundador de la empresa que gestiona la embarcaci¨®n siniestrada.
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