Una cuesti¨®n gramatical
Pocas cosas hay que irriten m¨¢s al lector de prensa que una frase mal concordada, una falta de ortograf¨ªa o un giro gramatical incorrecto. Las cuestiones del lenguaje son las m¨¢s sentidas, precisamente porque no resultan ser las mejor tratadas en los medios de comunicaci¨®n. Los lectores de EL PA?S no son una excepci¨®n, porque, desgraciadamente, tampoco este peri¨®dico les da las satisfacciones que merecen en este terreno. Pero, a veces, algunos lectores se muestran en exceso puristas ante t¨¦rminos que han logrado instalarse en el lenguaje corriente, aunque, de momento, no figuren en el Diccionario de la Lengua Espa?ola.No hace mucho, un lector residente en M¨¦xico DF mostraba su desconcierto por el uso atosigante del t¨¦rmino "medi¨¢tico", convertido en una especie de comod¨ªn de moda con el que redondear o abrillantar una frase o un sustantivo, venga o no a cuento. Desde aqu¨ª se le contest¨® que ten¨ªa raz¨®n en lo del uso sin ton ni son del susodicho t¨¦rmino, pero que no exist¨ªa otro m¨¢s apropiado para designar la realidad de los medios de comunicaci¨®n modernos. En la columna del Defensor del Lector ?Es eso informaci¨®n?, del domingo 27 de septiembre, se hablaba, por ejemplo, de "espect¨¢culo medi¨¢tico" para referirse al reflejo que ha tenido el caso Lewinsky en los medios de comunicaci¨®n. ?Habr¨ªa sido m¨¢s correcto hablar de espect¨¢culo informativo? No, porque lo medi¨¢tico trasciende lo estrictamente informativo y a veces incluso lo contradice. El tratamiento dado en los medios a ese asunto es buena prueba de ello. Pero, adem¨¢s, los conceptos de "espect¨¢culo" e "informaci¨®n" casan mal, lo que no impide, desde luego, que la llamada "informaci¨®n espect¨¢culo" est¨¦ en boga para desgracia de la informaci¨®n (bueno, el editor de prensa m¨¢s importante del mundo, Rupert Murdoch, opina de modo distinto, y as¨ª justific¨® la publicaci¨®n en sus medios de los diarios falsos de Hitler, sentenciando: "Despu¨¦s de todo, estamos en el negocio del espect¨¢culo". El Pa¨ªs Semanal, 27 de septiembre de 1998).
Pero la cuesti¨®n gramatical que motiva esta columna es el uso y el significado del verbo advertir seg¨²n le acompa?e la preposici¨®n de o que. La duda se plantea muchas veces: ?advertir de que o advertir que? Los dos giros son correctos; el primero, cuando la advertencia se refiere a un hecho del que se puede derivar una consecuencia; el segundo, cuando la advertencia tiene efectos o busca una reacci¨®n inmediata. No es f¨¢cil distinguir en la pr¨¢ctica cu¨¢ndo el verbo advertir debe ir seguido de que y cu¨¢ndo de la preposici¨®n de. No hace mucho, un lector se enfad¨® mucho con EL PA?S porque, en referencia a unas declaraciones sobre la tregua de ETA, se dec¨ªa: "Advirti¨® de que el tiempo dir¨¢ si...". El lector insisti¨®, equivocadamente, en que el de sobraba y, sin embargo, no se percat¨® de que esa preposici¨®n se echaba en falta en el titular de la p¨¢gina anterior que dec¨ªa: "HB advierte que la tregua...". El temor a caer en el deque¨ªsmo conduce muchas veces a la incorrecci¨®n del que¨ªsmo. ?Ser¨¢ ese temor el que ha llevado a las autoridades sanitarias espa?olas a redactar la leyenda preventiva sobre los da?os del tabaco que figura en las cajetillas de cigarrillos en los t¨¦rminos de que "advierten que el tabaco perjudica seriamente la salud" (mejor, a la salud)? Salvo que, como ha dictaminado el Departamento de Espa?ol Urgente de la agencia Efe, dichas autoridades se limiten pasivamente a "observar", "apreciar" o "comprobar" los riesgos del tabaco, desentendi¨¦ndose de sus efectos. Pero si quieren transmitir, como parece, su compromiso activo con el fumador, al que "avisan", "alertan" o "ponen en guardia" sobre los riesgos de fumar, a esa leyenda le falta la preposici¨®n de para decir, como proceder¨ªa en este caso, "las autoridades sanitarias espa?olas advierten de que...".
Precisamente porque no es f¨¢cil determinar cu¨¢ndo procede de que o que y, en consecuencia, los errores son frecuentes en un sentido u otro, la pr¨®xima edici¨®n del Libro de estilo de EL PA?S (la decimotercera) incluir¨¢ un apartado con algunos criterios y trucos que ayuden a evitar la confusi¨®n. Como el Defensor del Lector ha tenido la posibilidad de conocer ese texto, considera que debe compartirla con los lectores para que puedan aportar sus sugerencias. ?ste es el texto en cuesti¨®n: "Advertir de que, advertir que. El verbo advertir cambia de significado seg¨²n lo acompa?e o no la preposici¨®n de. Advertir de algo significa avisar sobre un hecho del que se pueda derivar alguna consecuencia; y advertir algo significa darse cuenta de ello. Adem¨¢s, este verbo tiene tambi¨¦n valor de admonici¨®n -rar¨ªsima vez empleado en prensa-, pero en tal caso precisa el empleo de subjuntivo en la oraci¨®n completiva: "Te advierto que no me grites".
Las dudas se suelen plantear precisamente en las oraciones de complemento directo: "Arzalluz advierte que hay que ampliar el estatuto vasco" significar¨ªa que se apercibe de esa necesidad. Y "Arzalluz advierte de que hay que ampliar el estatuto vasco" implica que avisa a alguien de ello. En este segundo caso, por considerar equivocadamente que toda construcci¨®n con de que es err¨®nea, se suele suprimir la proposici¨®n. Para comprender si en un verbo, sea el que fuere, rige la preposici¨®n de, se pueden aplicar tres trucos:
1.Imaginarse la oraci¨®n en pasiva: "Aznar es advertido por Arzalluz". En estos casos suele salir intuitivamente c¨®mo contin¨²a la frase: "de que hay que ampliar el estatuto vasco"; y no "es advertido que hay que ampliar".
2.Sustituir la oraci¨®n completiva ("que hay que ampliar el estatuto vasco") por un pronombre: Arzalluz advierte esto (se da cuenta); Arzalluz advierte de esto (avisa). Arzalluz est¨¢ seguro esto (incorrecto); Arzalluz est¨¢ seguro de esto (correcto). Arzalluz alerta esto (incorrecto); Arzalluz alerta de esto (correcto). Y as¨ª sucesivamente.
3.Convertir la frase en interrogativa: ?de qu¨¦ advierte Arzalluz?, ?de qu¨¦ inform¨®? En la mayor¨ªa de los casos, la intuici¨®n ayudar¨¢ al redactor a hallar la soluci¨®n adecuada y a desechar f¨®rmulas como "?qu¨¦ alerta Arzalluz?", "?qu¨¦ est¨¢ seguro Arzalluz?".
Los lectores pueden escribir al Defensor del Lector por carta o correo electr¨®nico (defensor@elpais.es), o telefonearle al n¨²mero 91 337 78 36.
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