Naturalmente indeciso
Camilo Jos¨¦ Cela suele decir que escribe las novelas "con estupor y con amor". Pur¨ªsima verdad. Pur¨ªsima concepci¨®n de la verdad la del estupor de muchos pese al amor de unos pocos que siguen d¨ªa a d¨ªa la novela de los candidatos a lehendakari en esta Campa?a para una Legislatura que debe ir o deber¨ªa ir de finales del 1998 al 2002. Es decir, estamos tratando de elegir a los que nos van a representar en nuestra Comunidad Aut¨®noma Vasca -que as¨ª es aunque as¨ª no parezca-, en el futuro m¨¢s inmediato. Y hete aqu¨ª que, observaando la campa?a desde fuera, uno se llena de estupor, m¨¢s que de amor. Amor ser¨¢ el que uno tenga, uno ponga o preste, como votante en la urna el 25 para acertar con quien se elija para esa entrada en el nuevo milenio en esta Comunidad. Y estupor, que invita al desamor, es todo lo que uno est¨¢ oyendo estos d¨ªas. Parece que los candidatos (poco mitineros, la verdad) tienen por consigna eludir la tregua de ETA y sin embargo todos caen en ella, como si todos hablasen con voz de treinta a?os de violencia; es decir, no han conseguido deshacerse de la terrible costumbre de que hubiera un grupo amenazando de muerte. Y a¨²n es peor cuando hablan del d¨ªa despu¨¦s del 25, es decir, cuando se supone que habr¨¢ m¨¢s normalidad que en las legislaturas anteriores. Unos creen que con esa tregua ya est¨¢ todo hecho y que eso les dar¨¢ votos; y los otros creen que nada se ha resuelto todav¨ªa... As¨ª, estamos asistiendo a una campa?a de incredulidades. Nadie cree a nadie. Estupor tras estupor. Y amor, amor ciego, el que nos solicita cada partido. Los seguidores acuden a escuchar al que bien conocen y lo hacen con amor a lo sentido. Por a?adidura, el fiel seguidor est¨¢ tambi¨¦n quedando m¨¢s de una vez estupefacto mientras escucha, subsumido en el espacio y en el tiempo, sin saber si ese candidato est¨¢ buscando su voto o est¨¢ tratando de quitar el voto al que tiene enfrente. Y as¨ª, se asiste a la campa?a sin saber para que se est¨¢ escuchando: si para votar el d¨ªa 25 o para esperar al 25 para ver que pas¨® con ese alto porcentaje de indecisos, seg¨²n encuestas. El indeciso no suele asistir a los m¨ªtines ni est¨¢ excesivamente preocupado con treguas m¨¢s o menos comprometidas. El reclama la normalizaci¨®n. Est¨¢ preocupado, s¨ª, pero de lo que va a pasar con sus prioridades actuales, que probablemente no son las de los pol¨ªticos y que desde luego no son ni han sido nunca violentas, aunque siempre fueran amenazantes: amenaza de la libertad, de la pluralidad, de la democracia, del trabajo, de la salud, amenaza de quienes amenazan que despu¨¦s del 25-O puede ocurrir lo que nadie, con dos dedos de frente, quiere que ocurra. La gran mayor¨ªa de esos indecisos desean que nos dediquemos de verdad a mirar todos juntos de una vez hacia el futuro, que es el gran riesgo. Y eso lo olvidan los candidatos, lo que les hace ser precisamente indecisos.Y creemos que esa es la lecci¨®n del votante indeciso (seg¨²n encuestas), que tiene ya el voto naturalmente decidido. Y eso nos tranquiliza a todos. Para ese supuesto indeciso, la campa?a ya est¨¢ natural y libremente dicha y escrita. Lo ¨²nico que esperan es votar...
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