El jinete de fuego
Los ingleses han estado m¨¢s listos que nosotros. La prestigiosa sala Wigmore Hall de Londres ha contratado este mes para tres recitales con programas diferentes al joven bar¨ªtono alem¨¢n Matthias Goerne. Con ello, adem¨¢s del repertorio rom¨¢ntico, le escuchar¨¢n el Hollywooder liederbuch de Hanns Eisler, en el a?o del centenario del nacimiento del compositor, que Goerne ha grabado recientemente y aparecer¨¢ en el mercado en fechas pr¨®ximas. El bar¨ªtono lo canta tambi¨¦n en Par¨ªs la semana que viene. Aqu¨ª se ha perdido la ocasi¨®n; una l¨¢stima.No es, de ninguna manera, cuesti¨®n de lamentaciones, sino m¨¢s bien una constataci¨®n de que la presencia de Goerne en Madrid ha sabido a poco: un Schubert vol¨¢til, algo et¨¦reo y sin excesiva concentraci¨®n; un Beethoven sensacional y un Wolf sencillamente insuperable, de los que dejan huella. Seleccion¨® Goerne textos de Goethe para Schubert y de M?rike para Wolf: una fiesta de la palabra, un estremecimiento desde la m¨²sica.
Matthias Goerne (bar¨ªtono)
Con Andreas Haefliger (piano). Canciones de: Schubert, Beethoven y Wolf. V Ciclo de Lied. Fundaci¨®n Caja de Madrid. Teatro de la Zarzuela, 13 de octubre.
Goerne se recre¨® con delectaci¨®n en el idioma (?qu¨¦ hermosura de pronunciaci¨®n la suya!), en la belleza musical de cada s¨ªlaba, matizando a partir del color y dejando que el contenido po¨¦tico de los poemas volase con fantas¨ªa hasta dimensiones esclarecedoras.
A la excelencia del fraseo se une en Goerne una habilidad especial para el acento mel¨®dico y una intensa vena expresiva nunca enfatizada en exceso. En canciones como El jinete de fuego de Wolf, por ejemplo, Goerne conmovi¨® con un dramatismo que no exclu¨ªa los valores musicales del silencio. Decir, como dijo Goerne, los textos de M?rike, cantar, como cant¨® Goerne las m¨²sicas de Wolf, es un lujo de los sentidos, pero sobre todo de la inteligencia. La precisi¨®n de relojero iba pareja a una sensibilidad sin concesiones al efecto inmediato, buscando siempre las esencias.
En la primera parte ya Goerne ya hab¨ªa dejado su sello personal en el ciclo A la amada lejana de Beethoven con una lectura llena de serenidad, elegancia, equilibrio cl¨¢sico y atisbos de inquietud rom¨¢ntica. No estuvo tan centrado en un Schubert algo mon¨®tono y previsible.
Desde el piano, Andreas Haefliger se identific¨® con los rasgos musicales del cantante y hasta los realz¨®. Buena pareja. El ¨¦xito fue muy grande, Schubert incluido. El comienzo del quinto ciclo de canto y piano ha empezado con los mejores presagios.
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