Los derechos humanos, despu¨¦s de 50 a?os
Este a?o, en diciembre, celebraremos los 50 a?os de la Proclamaci¨®n de los Derechos Humanos por la ONU. Es, por tanto, tiempo de hacer balance y preguntarnos desde el norte rico si estamos organizando el mundo al mismo nivel que las f¨®rmulas que decimos que son derechos para todos los seres humanos. De hecho, al final de siglo debemos volver a pensarlos para que puedan ser aplicados como derechos de todos y no s¨®lo de los ricos del norte que los hemos proclamado. Incluso tenemos que repensar su formulaci¨®n escuchando a los que hasta ahora han sido excluidos de la posibilidad de decir lo que piensan y de vivir de acuerdo con aquello que los derechos humanos representan. Ya es famosa la distinci¨®n entre generaciones de derechos. Los derechos de la primera generaci¨®n eran derechos individuales de la burgues¨ªa contra el poder del Estado. El valor que se defend¨ªa era la libertad de los individuos. Hay contradicci¨®n, porque era necesario defender la libertad individual contra el poder absoluto del Estado ("el Estado soy yo") y, al mismo tiempo, se hac¨ªa un contrato por el cual el Estado aseguraba los derechos de sus ciudadanos dentro de los l¨ªmites de su soberan¨ªa y en el marco de su gobernabilidad. Son derechos, especialmente, de ciudadanos con capacidad de intervenci¨®n en la esfera p¨²blica, derechos c¨ªvicos y pol¨ªticos como la libertad de pensamiento, conciencia y religi¨®n, opini¨®n y expresi¨®n, derecho a la propiedad... Hay un esfuerzo por hacer un contrato neutro respecto a las particularidades de los seres humanos, de manera que se habla de un hombre "universal, abstracto, individuo sujeto de derechos por naturaleza", como dec¨ªa Hobbes. Filos¨®ficamente, la desconstrucci¨®n de este discurso nos permite percatarnos del sub-texto oculto que no explicita que hay otros seres humanos, las mujeres, que tienen relegada su intervenci¨®n a la esfera privada, donde no hay derechos humanos, u hombres que no tienen el nivel de renta suficiente para participar en la esfera p¨²blica de las decisiones pol¨ªticas. El Estado aseguraba los derechos y ped¨ªa a los ciudadanos que pudieran dar la vida por la patria. En cualquier caso, eran derechos de algunos y no de todos. Los derechos denominados de segunda generaci¨®n son los derechos econ¨®micos y sociales, que pretenden basarse m¨¢s en la igualdad que en la libertad formal. Tambi¨¦n est¨¢n ligados a cierta forma de entender el Estado. Son los derechos al trabajo, a la seguridad social, la remuneraci¨®n digna y satisfactoria, al descanso y al ocio, a un nivel de vida que asegure la salud... La combinaci¨®n de estos derechos y los derechos procesales o de garant¨ªas jur¨ªdicas est¨¢n expresados en la Declaraci¨®n de 1948. Filos¨®ficamente podemos decir que sigue la concepci¨®n centrada en el individuo, ligado, a la vez, a un Estado-naci¨®n que le ha de asegurar los derechos y, al mismo tiempo, contra el que tiene que defenderse; que por lo que respecta a la libertad individual y la igualdad, realizan un esfuerzo metodol¨®gico por no distinguir la raza, el color, el sexo, la lengua, la religi¨®n, la opini¨®n pol¨ªtica, etc, para actuar mejor con criterios de justicia para todos; que tiene una concepci¨®n occidental de la familia y el matrimonio. Los derechos de la libertad versus los derechos de la igualdad han servido de trasfondo al orden mundial de la Guerra Fr¨ªa: Estados Unidos contra la URSS. Sin abandonar la interacci¨®n tensa entre estas dos generaciones de derechos, ahora estamos construyendo un mundo diferente. El desarrollo de la econom¨ªa, el armamento y la alteraci¨®n del medio ambiente rompe la ecuaci¨®n anterior seg¨²n la cual los estados-naci¨®n son igual a seguridad, m¨¢s soberan¨ªa, m¨¢s gobernabilidad. Es todo el planeta el que tiene problemas de seguridad (econ¨®mica, medioambiental, de paz) y los seres humanos no est¨¢n m¨¢s seguros dentro de los l¨ªmites del estado-naci¨®n. Como advert¨ªa Kant, la violaci¨®n de un derecho en una parte del mundo se siente en todas partes. Tenemos que reconceptualizar, por tanto, las nociones de soberan¨ªa y gobernabilidad por encima y por debajo de los estados-naci¨®n. As¨ª surgen los derechos humanos de la tercera generaci¨®n: el derecho al desarrollo, a la paz, a la autodeterminaci¨®n de los pueblos, a un medio ambiente digno. Son derechos colectivos, no s¨®lo individuales. El valor, ahora, es la solidaridad. La noci¨®n de dignidad moderna occidental, en la que se basaban las otras generaciones de derechos humanos reflejadas en la Declaraci¨®n de 1948, tambi¨¦n tiene que abrirse a la interpelaci¨®n de otras maneras de entender a los seres humanos m¨¢s comunitaristas, como se expresa en la Carta Africana de los Derechos Humanos y de los Pueblos, o la adoptada desde la perspectiva del Islam. Tenemos que aprender todos de todos y expresar la tensi¨®n metodol¨®gica entre el esfuerzo de ser justos porque no hacemos distinciones de sexo, raza, etc, y la cuesti¨®n de si la idea de dignidad tiene m¨¢s sentido porque pedimos el reconocimiento de cada ser humano por su color de la piel, su g¨¦nero, o la complejidad de sus particularidades, es decir, desde su diferencia. Filos¨®fica y educativamente, tenemos que utilizar la doble metodolog¨ªa de atender al otro concreto que desde su sufrimiento o su satisfacci¨®n y alegr¨ªa nos interpela, y al otro gen¨¦rico que pueda hacer que, como procedimiento, los derechos hayan de ser derechos para seres humanos en general. Desde el punto de vista de la educaci¨®n moral tenemos que aprender a distanciarnos de nuestro compromiso centrado s¨®lo en los nuestros (los de nuestra familia o nuestra patria) para adoptar un punto de vista moral universal como procedimiento. Este punto de mira moral universal no nos ha de desarraigar de nuestro compromiso concreto con los seres humanos de carne y hueso, sexuados, y con la interacci¨®n de las diferentes maneras de comprender el mundo y las relaciones humanas.
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