Los hijos de Yoyes
Si tienes 15, 16, 17 a?os y vives en Euskadi hacerte un hombre o una mujer puede resultar una tarea que implica algunos riesgos
Una tarde de septiembre, pocos d¨ªas despu¨¦s de que ETA anunciara su tregua, Akaitz Dorronsoro, de 16 a?os, regresaba del colegio con una enorme mochila al hombro. Una carga liviana si se compara con el peso que soporta desde que siendo un ni?o vio c¨®mo ETA mataba a su madre, Dolores Gonz¨¢lez Catara¨ªn, alias Yoyes. Quiz¨¢ ¨¦l haya recordado ahora aquel momento, como muchos otros habr¨¢n recordado a tantas v¨ªctimas que hoy parecen in¨²tiles, aunque no lo hayan sido para los etarras, ni para que el nacionalismo vasco llegara al punto en que hoy se encuentra. Akaitz ha crecido en San Sebasti¨¢n, una ciudad marcada por la violencia, algo com¨²n al resto de los adolescentes del Pa¨ªs Vasco. La mayor¨ªa de los escolares, como el joven Dorronsoro, han crecido en una contundente implantaci¨®n del euskera y han recibido en sus colegios una educaci¨®n adecuada para llegar a ser esos vascos orgullosos que demanda el nacionalismo. Si la tregua se afianza, para todos ellos empezar¨¢ una nueva vida. El 10 septiembre de 1986, Akaitz ten¨ªa tres a?os y medio y caminaba cogido de la mano de su madre por la plaza Nueva de Ordizia cuando Jos¨¦ Antonio L¨®pez, alias Kubati -¨¦l mismo se lo cont¨® al juez que en 1991 lo conden¨® a 47 a?os de prisi¨®n- se acerc¨® por la espalda y pregunt¨®: "?T¨² eres Yoyes?". Ella respondi¨® afirmativamente, y ¨¦l, pistola en mano, explic¨® a qu¨¦ hab¨ªa ido: "?Sabes qui¨¦n soy yo? Un militante de ETA y vengo a ejecutarte". Luego dispar¨® tres tiros, y Akaitz vio que su madre ca¨ªa al suelo y quedaba tendida en un charco de sangre. El ni?o s¨®lo pudo hacer una cosa: gritar desconsoladamente. Poco despu¨¦s alguien se lo llev¨® a casa de sus abuelos y lo acost¨® en una cama. Al despertar le dijeron que su madre se hab¨ªa ido de viaje. Hoy, 12 a?os despu¨¦s, Akaitz vive con su padre, Juan Jos¨¦ Dorronsoro, en el barrio donostiarra de Gros y estudia en una ikastola. Como es natural empieza a tener su propia vida y a elaborar sus propias ideas.
Desde luego, hace a?os que en Euskadi nada es igual que cuando Yoyes se hizo etarra en 1973, a finales del franquismo. Entonces los vascos no gozaban de autonom¨ªa pol¨ªtica, el euskera era una lengua marginada. De hecho, Yoyes no lo hablaba bien, aunque parece que tampoco era una de sus mayores preocupaciones. Nada m¨¢s regresar de M¨¦xico se present¨® a un examen para ayudante de la Biblioteca Municipal de San Sebasti¨¢n; la suspendieron precisamente en la prueba de euskera. Por aquel entonces, su amiga Lourdes Auzmendi se encontr¨® con ella en uno de los puentes de San Sebasti¨¢n. "Estaba muy tensa desde que volvi¨®, porque algo pod¨ªa pasarle. El puente estaba desierto, s¨®lo nosotras dos, pero ella miraba nerviosa a un lado y otro. Me coment¨®: "F¨ªjate que a estas alturas me tengo que poner a estudiar euskera". Tampoco le gustaba el pa¨ªs que se hab¨ªa encontrado".
No est¨¢ claro cu¨¢l fue el motivo que condujo a Yoyes de regreso a Guip¨²zcoa con su hijo en brazos. Desde su c¨ªrculo se ha dicho que quer¨ªa que el ni?o, que fue un hijo deseado y naci¨® en M¨¦xico, se educara en Euskadi. Produce escalofr¨ªo, cuando los hechos ocurridos ya pertenecen a la historia, leer en su diario el temor que le produc¨ªa que su hijo se educara en M¨¦xico, un lugar lleno de peligros para la salud f¨ªsica y mental del ni?o. Parece que Yoyes s¨®lo decidi¨® regresar, corriendo un riesgo que sin duda conoc¨ªa, al fracasar su plan de instalarse en Par¨ªs. Escribi¨® sobre lo agradable que ser¨ªa pasear por Par¨ªs con Akaitz, tranquilamente. Por eso pidi¨® una beca al Gobierno vasco, y cuando se le neg¨®, estando ya en Francia, se encontr¨® en una situaci¨®n sin salida. No pod¨ªa volver a M¨¦xico, no pod¨ªa quedarse en Par¨ªs. Regres¨® a Euskadi porque era el ¨²nico lugar que le quedaba. Antes, mientras dejaba a su beb¨¦ en casa de unos amigos, inform¨® de sus intenciones a ETA. Que nadie atentar¨ªa contra ella, en lo que de ¨¦l dependiera, le dijo Txomin Iturbe, el jefe etarra. Sin embargo, Yoyes escribi¨® en esos d¨ªas una carta, dirigida a la opini¨®n p¨²blica y conocida despu¨¦s de su muerte, donde dejaba dicho que si alguien la mataba los culpables no ser¨ªan las fuerzas de seguridad del Estado sino ETA. Luego cogi¨® al ni?o, y junto a su marido cruz¨® la frontera en busca de su incierto destino. Meses despu¨¦s la mataban y Akaitz se quedaba sin madre.
Y naci¨® el mito Yoyes. Algunos del sector abertzale que no imaginaban que ETA matara a uno de los suyos maquillaron su pasado. En Desde mi ventana, el libro donde se recoge parte de su diario, se echa de menos una reflexi¨®n pol¨ªtica de por qu¨¦ abandon¨® ETA. Una amiga suya que particip¨® en la elaboraci¨®n del libro reconoce que los textos originales fueron expurgados. "Entre la gente que lo preparamos hab¨ªa algunos que de entrada no se creyeron que ETA la hab¨ªa matado, y luego, ya confirmado, siguieron sin poder aceptarlo. De esa actitud nace una determina
Pasa a la p¨¢gina siguiente
Viene de la p¨¢gina anterior
da elecci¨®n de los textos". S¨®lo en las anotaciones escritas en 1985 y 1986 hay algunas referencias claras a lo que ella pensaba sobre la banda terrorista y Herri Batasuna, acerca del pa¨ªs que entre todos estaban creando. "?C¨®mo voy a apoyar a una HB convertida en payaso de un militarismo de corte fascista? ?C¨®mo me voy a identificar con dirigentes que lo ¨²nico que saben hacer es aplaudir los atentados de ETA y pedir m¨¢s muertos?". Es un comentario del 17 de noviembre de 1985. S¨®lo hac¨ªa un mes que la chica feroz, como la define uno de sus vecinos, hab¨ªa regresado a Guip¨²zcoa.
Donosti, precisamente donde la presi¨®n del nacionalismo ha sido m¨¢s potente, fue el lugar elegido por el viudo de Yoyes, Juan Jos¨¦ Dorronsoro, para crear el hogar donde Akaitz iba a vivir desde 1986. En una calle del barrio de Gros viven hoy padre e hijo. A pocos metros de su casa, en el respaldo de un banco, se pueden leer unas pintadas: "Gora ETA, Espa?a puta, Espa?a muerte". Pero por la calle, tras la salida de los colegios, circulan chicos con una tabla de surfing bajo el brazo, camino de la playa. Como si fuera el d¨ªa m¨¢s tranquilo del verano. Akaitz tambi¨¦n coge olas en la playa. Y anda en bicicleta. Con sus amigos se acerca hasta A?orga, y all¨ª, en el front¨®n, juegan al f¨²tbol hasta que cae la tarde. Tambi¨¦n le gusta el cine, y visitar las tiendas de deportes donde se compran piezas y embellecedores. Luego, en el garaje del padre de uno de los chicos, pasan horas dedicados a arreglar las m¨¢quinas. Hoy, Akaitz es un ni?o menudo, de baja estatura, que usa unas gafas de montura liviana y viste pantalones cortos y camiseta de algod¨®n blanca. Tiene un rostro atractivo; la boca de labios llenos bien dibujada, la mirada serena y potente. Cuando era peque?o, ¨¦l y su padre viajaban a menudo a Ordizia para ver a la familia Gonz¨¢lez Catara¨ªn. Hoy los dos Dorronsoro han creado su propio c¨ªrculo y esas visitas se han hecho menos frecuentes. Los vecinos de Ordizia, el pueblo de su madre, recuerdan haber visto a Juanjo Dorronsoro y a Glori, una de las hermanas de Yoyes, hoy profesora de Historia en el Instituto de Beasain, paseando al ni?o en el cochecito. Era un ni?o normal, dicen, pero pocos se acercaban a saludarlo. Desde que Yoyes regres¨® a Euskadi y el Goierri apareci¨® sembrado de amenazas de muerte contra ella, los Catara¨ªn dejaron de ser la familia de la hero¨ªna -de la ¨²nica mujer que lleg¨® a ser jefa de ETA- para convertirse, tambi¨¦n ellos, en traidores. No es que todo el pueblo pensara de esa manera, pero s¨ª la gente de HB, que, sin ser los m¨¢s, manten¨ªan amordazados a todos. Por ejemplo, el abuelo de Akaitz, oriundo de Le¨®n, franquista recalcitrante, vio que en su tienda de ultramarinos las ventas disminu¨ªan. Por otro lado, algunos de los hermanos Catara¨ªn, incapaces de asimilar que ETA hab¨ªa matado a Yoyes, atribuyeron el asesinato a una venganza personal y lamentaron que el asesinato se hubiera producido sin un anuncio oficial de que ETA se dispon¨ªa a atentar contra las personas que dejaran la lucha y regresaran a Euskadi.
Lo cierto es que los t¨ªos de Akaitz, que viv¨ªan en aquellos a?os inmersos en su burbuja de fanatismo y eran entre los radicales los m¨¢s radicales de todos, cambiaron tras el asesinato de Yoyes. Asun, la mayor, militante de las Gestoras pro Amnist¨ªa, trabaja ahora, con id¨¦ntica pasi¨®n, con Gesto por la Paz. A Isa, que en tiempos estuvo en ETA y sufri¨® prisi¨®n por ello, se la ve en las manifestaciones contra ETA. Tambi¨¦n a Glori, que confiesa que la muerte de su hermana supuso un cambio radical en su vida. Lo de Jos¨¦ Luis es diferente. Fue concejal de HB y miembro de ETA, y s¨®lo 10 a?os despu¨¦s de la muerte de su hermana se atrevi¨® a decir en la televisi¨®n vasca que nadie tiene derecho a matar a nadie. La declaraci¨®n deb¨ªa de ser algo excepcional, porque indujo a que un vecino le dijera: "Me ha parecido bien, s¨¦ que es dif¨ªcil para ti". Jos¨¦ Luis se ha negado a decir a EL PA?S si contin¨²a o no en HB. Ella desaparecida, solos el padre y el hijo, cuando Juanjo tend¨ªa a Akaitz sobre la cuna para dormir, cubr¨ªa el cuerpo del beb¨¦ con un rebozo mexicano que Yoyes hab¨ªa tra¨ªdo de M¨¦xico y que ella siempre guardaba a mano para ech¨¢rselo sobre los hombros. Dorronsoro es quien ha cuidado a ese ni?o, y lo ha protegido de ser el hijo de un s¨ªmbolo. ?l y dos de sus hermanas, solteras, que viven cerca del padre y el hijo. Dorronsoro es profesor del liceo Santo Tom¨¢s, donde imparte clase de filosof¨ªa. En esa misma ikastola, Akaitz cursa sus estudios.
El liceo es una de las ikastolas m¨¢s prestigiosas de Guip¨²zcoa, creada en los momentos de pleno auge de la recuperaci¨®n del euskera. All¨ª se han escolarizado los hijos de muchos padres de clase media y fe nacionalista. No s¨®lo era el lugar apropiado para aprender el idioma, tambi¨¦n ense?aban a los ni?os las ra¨ªces y las tradiciones del pueblo donde hab¨ªan nacido, cercenadas durante el franquismo. Y eso se ha hecho con fervor durante a?os, al igual que en otras ikastolas. El liceo, como el resto de estos centros, y como la sociedad vasca, ha vivido un proceso paralelo al que ha seguido la implantaci¨®n de las ideas nacionalistas en el Pa¨ªs Vasco. Un desarrollo en el que se ha llegado a un punto, en la actualidad, que provoca en una madre cuyos hijos se educaron hace a?os en ese colegio la siguiente reflexi¨®n: "Ahora yo no llevar¨ªa a mis hijos a ninguna ikastola. Es meterte en la boca del lobo. Es que hoy en Euskadi hay menos ETA, pero mucho m¨¢s nacionalismo". Por eso mismo, precisamente, algunos padres de origen inmigrante y que no hablan euskera, lo han elegido para educar a sus hijos. "Me cuesta mucho dinero", dice la madre de un alumno, "pero es la ¨²nica manera de asegurar un futuro para mi hijo. Aqu¨ª si no sabes euskera no puedes ser ni barrendero".
A mediados de los ochenta, HB comenz¨® su implantaci¨®n en las ikastolas e institutos. Eso desembocar¨ªa, en los noventa, en la explosi¨®n de violencia callejera de los m¨¢s j¨®venes; quema de autobuses, de cabinas telef¨®nicas, lanzamiento de c¨®cteles mol¨®tov. ETA y HB empujaban en la calle, a base de muertos y violencia, y el PNV marchaba en pos de m¨¢s y m¨¢s nacionalismo. Ram¨®n Etxezarreta, concejal socialista en el Ayuntamiento de San Sebasti¨¢n, dice que "hay una imagen de cultura nacionalista que ha cuajado en la sociedad y ha llegado a formar un magma que llega a todas partes, afectando tambi¨¦n a la vida de los no nacionalistas". "Pero eso no es de ahora", asegura Miguel Calvillo, que tiene una gestor¨ªa en Ordizia. "El PNV siempre ha inculcado esa idea en la pol¨ªtica institucional, en la educaci¨®n y en el d¨ªa a d¨ªa".
La clase de conocimientos que se imparte en las ikastolas tiene la fe nacionalista como gu¨ªa. En este mismo peri¨®dico se ha contado que la editora Elkar, por ejemplo, la de mayor implantaci¨®n en las ikastolas, ense?a en sus libros de historia una Euskal Herria formada por las cuatro provincias situadas en Espa?a y las tres localizadas en Francia. Por eso, Espa?a y Francia son referencias de importancia equivalente. Y el pensamiento pol¨ªtico m¨¢s extremado de Sabino Arana se estudia en el primer ciclo de la ESO sin atisbo de cr¨ªtica, ni siquiera cuando expone sus ideas m¨¢s radicales: "Todos los maketos (inmigrantes), grandes y peque?os, burgueses y trabajadores, sabios e ignorantes, buenos y malos, son enemigos de nuestra patria" (revista Bizkaitarra, 17-12-1893). Pero inmersos en la defensa de una pureza nacionalista que siempre era poca, se empez¨® a censurar incluso a ciertos vascos ilustres, pero no tan nacionalistas como el momento exig¨ªa. En la enciclopedia infantil Mega Txikientzat, en el apartado dedicado a los vascos del siglo XX, no se encuentran vascos tan ilustres como Unamuno, Baroja, Chillida, Blas de Otero o Celaya.
En el liceo Santo Tom¨¢s, despu¨¦s de todo un centro privado, en un momento dado, la direcci¨®n, desbordada, decidi¨® reducir el derecho asambleario de los alumnos a los dos ¨²ltimos cursos. Lo cuenta el padre Jos¨¦ Mari Aranalde, nacionalista, euskaldun y reci¨¦n jubilado. Fue desde 1968 profesor de Formaci¨®n Humana en el liceo Santo Tom¨¢s, al que acude Akaitz. Reconoce que alrededor de 1985 en el liceo hab¨ªa posturas radicales lideradas por seis o siete profesores que pertenec¨ªan a HB, y asegura que posteriormente el grupo radical se ha marginado y s¨®lo hay un profesor af¨ªn a esa formaci¨®n pol¨ªtica, que imparte clases de histo
Pasa a la p¨¢gina siguiente
Viene de la p¨¢gina anterior
ria. "Pero no historia de Espa?a", seg¨²n la madre de un alumno, "porque mi hijo no sabe que hubo un Dos de Mayo, ni un Dieciocho de Julio". El caso es que, a pesar de la correcci¨®n que el liceo ha llevado a cabo, en una reuni¨®n de profesores del curso 1996-97, al plantearse la actitud que deb¨ªa tener el colegio ante el problema de la violencia, Aranalde sinti¨® la necesidad de decir: "Quiero que me expliquen c¨®mo empiezo mis clases, cuando he constatado que la v¨ªspera alg¨²n profesor y algunos alumnos del liceo han estado gritando: "?ETA m¨¢talos!". Nadie se atrevi¨® a contestarme. Nadie se atreve a tomar decisiones radicales".
Para Aranalde "no hay colegio capaz de impermeabilizar contra la propaganda de HB, a la que se han dejado arrastrar los nacionalistas del PNV". Los dogmas del nacionalismo, el euskera, el pa¨ªs, y que Espa?a es el enemigo, no se pueden tocar. Y sobre ellos ha sido f¨¢cil levantar la violencia. ?Qu¨¦ van a decir los chavales? Porque aqu¨ª, en Euskadi, los chavales pueden hacer todo; blasfemar, quemar autobuses, menos hablar espont¨¢neamente en castellano. Eso no se consiente; es pol¨ªticamente incorrecto. "La mitificaci¨®n ha llegado a tal extremo", dice la donostiarra, que piensa que llevar a los hijos a una ikastola es meterlos en la boca del lobo, "que muchos chicos creen a pie juntillas que Euskadi ha sido alguna vez un pa¨ªs independiente y feliz, un para¨ªso que los espa?oles destruyeron".
Si tienes 15, 16, 17 a?os y vives en Euskadi, hacerse un hombre todav¨ªa puede resultar una tarea que implica algunos riesgos. Aranalde reconoce la dificultad de explicar a un adolescente d¨®nde est¨¢n los l¨ªmites que no se deben traspasar. "Porque el joven es ut¨®pico, lanzado, y en ¨¦l ha fructificado la semilla que su padre plant¨®, que consiste en pensar que hay un riesgo permanente de que lo vasco desaparezca, y que ese es un proyecto que siempre han albergado los espa?oles".
En cuanto a la preeminencia del euskera, en el liceo s¨®lo hace feo hablar en castellano; en otras ikastolas llegan m¨¢s lejos. En una de ellas dicen a los ni?os, por ejemplo, que si se les escapa una frase, una mascota se enterar¨¢ y se lo dir¨¢ de inmediato a la profesora para que les castigue. A pesar de que el liceo ha puesto coto a los excesos, no ha podido evitar que del alumnado hayan salido algunos c¨¦lebres miembros de ETA y HB; Valent¨ªn Lasarte, el asesino de Fernando M¨²gica; Miguel Albisu, alias Antza, responsable del aparato pol¨ªtico de ETA, al que se supone autor del comunicado donde se anunciaba la tregua de la banda. Antes de eso, Antza organiz¨® la fuga de un preso de la prisi¨®n de Martutene en los bafles del cantante Imanol. Y Joseba Permach, concejal de HB en el Ayuntamiento de San Sebasti¨¢n y miembro de la Mesa Nacional, uno de los que ha participado en las conversaciones que han llevado a la citada tregua. El alumno Akaitz, que habla euskera con acento de Ataun, el pueblo de su padre, en las clases de Formaci¨®n Humana preguntaba como todo el mundo, pero Aranalde no recuerda que estuviera especialmente interesado por el tema de la violencia. Lo describe como un chico normal, delicioso, algo solitario, capaz de divertirse solo y de andar por su cuenta. "Quiz¨¢ se hace muchas ilusiones sobre s¨ª mismo, pero es un chaval educado, con cierto toque art¨ªstico". El profesor le regal¨® un libro de Xalbador, un famoso bertsolari, y le escribi¨® una dedicatoria: "En recuerdo de tu madre, y para que quieras mucho a tu padre".
"El hijo de Yoyes es un buen alumno, aprueba las asignaturas y no anda con sus compa?eros de clase que llevan ya las alforjas al hombro", dice Aranalde refiri¨¦ndose a los chicos que siguen las consignas de Jarrai. (Este grupo, tras el anuncio de tregua de ETA, ha dicho que continuar¨¢ la lucha en la calle). Cuando Akaitz era peque?o, lo enviaron a un campamento de verano. De regreso, una amiguita le escribi¨® una carta que llevaba una ikurri?a pintada y una frase en euskera: "Insumisi¨®n o muerte", un lema de HB. Akaitz se lo ense?¨® a su padre, quien le pregunt¨® qu¨¦ le parec¨ªa. El ni?o respondi¨® que estaba de acuerdo con la idea de una Euskadi libre, pero que no compart¨ªa el modo de conseguirlo de su amiga. Akaitz ha crecido desde entonces. "Es un ni?o normal, completamente normal", insiste nuevamente en esa palabra un conocido de Juan Jos¨¦ Dorronsoro. Seguramente a un chico normal en Euskadi no le parece que los que rompen farolas o incendian cabinas de tel¨¦fonos o tiran c¨®cteles m¨®lotov sean gente con cuernos y rabos.
Ese es el mundo de Akaitz; donde la palabra normal tiene un significado diferente al que tiene en otras partes. Un mundo donde la vida social y familiar se desarrolla, en muchos casos, llena de conflictos que marcan unas pautas de convivencia, producen complicidades o rencores. Un antiguo colaborador de ETA, cuyo hermano es de HB, explota: "Es que a veces me han entrado ganas de incendiar el coche de mi hermano, y llamar a la Ertzaintza y decirle: "?Qu¨¦ pasa?, he sido yo, detenedme".
Es un ejemplo, una reacci¨®n aislada, pero sin duda ETA ha valorado ese hast¨ªo ciudadano, el cansancio de muerte, para ofrecer su tregua. Pero hay m¨¢s. Y es que por primera vez una parte de la sociedad vasca se siente asfixiada no s¨®lo por los muertos del terrorismo, tambi¨¦n por ese magma nacionalista que ha inundado la sociedad. "Es que el PNV ha llegado a extremos insoportables", comenta un ciudadano que ha defendido toda su vida la identidad vasca, la implantaci¨®n del euskera, altos niveles de autonom¨ªa para Euskadi. Otro ejemplo lo ofrece Kepa Korta, que perteneci¨® a Euskadiko Ezkerra y que ha decidido llevar a su hijo a un colegio p¨²blico, en vez de a una ikastola, para que comprenda algo importante desde peque?o: que hay vascos con apellidos espa?oles con los que va a tener que convivir. ?l es uno de los optimistas, piensa que las cosas est¨¢n cambiando irremediablemente. No es una contradicci¨®n que en su pueblo, que fue cuna de ETA y de Yoyes, actualmente HB tenga tres concejales, los mismos con que contaba en 1986. El cambio ha cuajado entre los dem¨¢s; en esa mitad que no vota a los partidos nacionalistas y que empieza a perder el miedo lentamente, pero tambi¨¦n entre los nacionalistas moderados a quienes la toma de la sociedad por parte del PNV se les ha atragantado. Korta se muestra optimista en un sentido; asegura que desde hace meses todo indicaba el fin de la violencia, y que eso supone una esperanza. Pero, llegados a este punto, su optimismo se desvanece: "Desde luego, lo malo vendr¨¢ despu¨¦s, cuando, finalizada la violencia definitivamente, nos encontremos con que la sociedad est¨¢ dividida en dos mitades. Entonces, ?qu¨¦ haremos?". Los datos de la ¨²ltima encuesta del Gobierno vasco parecen darle la raz¨®n; la mitad de los vascos entre los m¨¢s j¨®venes son independentistas, lo que no parece augurar nada bueno, aunque s¨®lo sea porque eso indica que la otra mitad no lo es.
Y Akaitz, ?qu¨¦ camino tomar¨¢? Tal vez escuche la voz de su madre, una etarra que de vuelta a Guip¨²zcoa, en 1985, escribi¨®: "En Euskadi se est¨¢ perdiendo, en la mente de bastantes personas, el aspecto universal del ser humano, en aras de un ensalzamiento desmesurado del aspecto particular, propio de la identidad nacional".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- HB
- Demoscopia
- Conexiones terroristas
- UA
- Heridos
- Jos¨¦ Antonio L¨®pez Ruiz "Kubati"
- Mar¨ªa Dolores Gonz¨¢lez Catarain "Yoyes"
- EH
- Elecciones Vascas 1998
- Pol¨ªtica nacional
- Eusko Alkartasuna
- Treguas terroristas
- V¨ªctimas terrorismo
- Sondeos elecciones
- EAJ-PNV
- Encuestas electorales
- Encuestas
- Atentados mortales
- PSOE
- Elecciones auton¨®micas
- Pa¨ªs Vasco
- PP
- Opini¨®n p¨²blica
- V¨ªctimas
- Atentados terroristas