La Constituci¨®n y el fin del militarismo
El presidente del Partido Nacionalista Vasco, Xabier Arzalluz, despu¨¦s de casi una semana de abstinencia, subi¨® con ganas a la red el pasado s¨¢bado en Getxo para insistir en que los militares dejaron su impronta en la Constituci¨®n y en que la Carta Magna est¨¢ tutelada porque se hizo bajo el signo del temor. Arzalluz sigue aferrado al estribillo de la militarizaci¨®n ajena, enredado en una especie de bucle militarista mediante el que pretende transferir a los dem¨¢s sus propios problemas en este campo. Porque las fuerzas pol¨ªticas democr¨¢ticas, actoras durante la transici¨®n, supieron salir de la situaci¨®n previa y encontrar un consenso para la propuesta de una Constituci¨®n, la de la concordia, que, tras 40 a?os de victoria de unos y de derrota de otros, inaugur¨® la paz entre todos y super¨® los imposibles del anterior r¨¦gimen franquista. Al mismo tiempo, el Rey desde el primer d¨ªa s¨®lo quiso reinar sobre ciudadanos libres y rehus¨® continuar en el esquema de monarqu¨ªa alauita que se hab¨ªa dise?ado bajo la ense?a del Movimiento Nacional y de sus principios, cuya fecha de caducidad estaba unida de modo indeleble a la del dictador, como evidenciaba la insistencia en proclamar su naturaleza permanente e inalterable. Claro que en pol¨ªtica nada se hace en el vac¨ªo del laboratorio. Sobre la Constituci¨®n, seg¨²n iba elabor¨¢ndose, dieron su parecer toda clase de fuerzas y sectores pol¨ªticos, econ¨®micos, sociales y religiosos. Y los militares, que se sent¨ªan depositarios de la continuidad del r¨¦gimen anterior, hubieron de ser persuadidos primero de la necesidad de respetar la voluntad de la ciudadan¨ªa, y segundo, de que el procedimiento elegido para los cambios a efectuar ir¨ªa de la ley a la ley, pasando por la ley. Y ese paso dej¨® el papel de las Fuerzas Armadas en el sitio en que figuran en los textos constitucionales de los pa¨ªses de nuestro entorno. El profesor Manuel Ballb¨¦ en su libro Orden p¨²blico y militarismo en la Espa?a constitucional (1812-1983) explica c¨®mo a trav¨¦s de todas las discontinuidades pol¨ªticas y reg¨ªmenes tanto mon¨¢rquicos como republicanos, tanto absolutistas como liberales, tanto de derechas como de izquierdas, puede seguirse un hilo conductor inalterable: el mantenimiento del orden p¨²blico ha sido entregado al Ej¨¦rcito y, correlativamente a la jurisdicci¨®n de guerra, sin interrupci¨®n alguna hasta que se quiebra con la Constituci¨®n de 1978. Y a¨²n m¨¢s grave, eso mismo pasaba con las situaciones excepcionales de estado de guerra o de sitio que han podido ser declaradas, hasta la vigencia de la actual Constituci¨®n, por el simple arbitrio de las autoridades militares.
As¨ª que Arzalluz debe reconocer que es precisamente con la Constituci¨®n de 1978 cuando se pone fin a las tutelas militares porque la tutela del orden p¨²blico era tambi¨¦n la de las libertades p¨²blicas. Un vistazo al libro de Javier Fern¨¢ndez L¨®pez El Rey y otros militares, que analiza la actitud de los uniformados ante el cambio de r¨¦gimen pol¨ªtico en Espa?a, puede ser tambi¨¦n una lectura conveniente para el Euskadi Buru Batzar. Porque entre tanto, la hegemon¨ªa de ETA en el nuevo conglomerado de Estella queda por el momento fuera de discusi¨®n. De ah¨ª el inter¨¦s de las declaraciones del fundador etarra Julen Madariaga a Antoni Batista en La Vanguardia del domingo cuando aclara que la Declaraci¨®n de Lizarra "no se habr¨ªa dado sin la participaci¨®n de ETA, fuera de la forma que fuera". La batalla m¨¢s ardiente se est¨¢ dando como tantas veces en torno al pasado. Como ha dicho Kepa Aulestia, "el verdadero temor (de HB y, cabr¨ªa a?adir, de los otros firmantes de Lizarra) es que al final se demuestre que la soluci¨®n era pol¨ªtica, es decir, que consist¨ªa simplemente en que ETA dejase de matar".
Quedarse sin historia es para muchos de los comprometidos con la sangre una amputaci¨®n intolerable, pero dar rentabilidad al crimen es para todos los dem¨¢s la pendiente del desastre. Atentos, en todo caso, a la autoridad nacional ante la que, seg¨²n Julen Madariaga, ETA rendir¨ªa su arsenal: "Una asamblea de ayuntamientos de todo Euskal Herr¨ªa, con car¨¢cter constituyente, de la que alg¨²n d¨ªa dimanar¨¢ una autoridad vasca de alg¨²n tipo". As¨ª que en las elecciones municipales volver¨¢n a pedir cartas.
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