Sanidad dar¨¢ jeringuillas a los presos toxic¨®manos para evitar contagios

La Generalitat pondr¨¢ en marcha en el primer trimestre del pr¨®ximo a?o un programa piloto de intercambio de jeringuillas en una de las c¨¢rceles catalanas para que los presos toxic¨®manos puedan inyectarse de forma controlada y sin riesgo de contagios. El Departamento de Sanidad y la Direcci¨®n General de Instituciones Penitenciarias tienen el proyecto sobre la mesa desde hace tiempo, pero no se han decidido a desempolvarlo hasta constatar el ¨¦xito del plan pionero que se aplica desde junio de 1997 en la c¨¢rcel de Basauri (Vizcaya).

"Preferimos no hacer p¨²blicos todav¨ªa los datos estad¨ªsticos, pero s¨ª podemos afirmar que desde la puesta en marcha del plan, en el que han participado 50 presos toxic¨®manos, han descendido notablemente los casos de contagio de sida en la c¨¢rcel de Basauri", afirm¨® ayer Juanjo Mart¨ªnez Leunda, director de Derechos Humanos y Cooperaci¨®n con la Justicia del Gobierno vasco. El director general de Instituciones Penitenciarias de la Generalitat, Ignasi Garc¨ªa Clavel, y el director del ?rgano T¨¦cnico de Drogodependencias, el doctor Joan Colom, han visitado recientemente la c¨¢rcel de Basauri para conocer in situ la experiencia que va a servir de modelo para el programa que se aplicar¨¢ en Catalu?a. Joan Colom no revel¨® ayer cu¨¢l de los centros penitenciarios catalanes estrenar¨¢ este programa de intercambio de jeringuillas. El Colegio de Abogados de Barcelona sugiri¨® que la experiencia se pusiera en marcha en la prisi¨®n de mujeres de Wad-Ras, por contar con una poblaci¨®n reclusa reducida. En la c¨¢rcel que se escoja se habilitar¨¢ una sala donde los presos toxic¨®manos recibir¨¢n jeringuillas nuevas y se inyectar¨¢n la droga de forma controlada, bajo la supervisi¨®n de un equipo de m¨¦dicos, asistentes sociales y psic¨®logos. Estos profesionales ser¨¢n ajenos al personal del centro penitenciario, con lo que se busca una mayor confidencialidad para los presos. Seg¨²n un informe del Colegio de Abogados de Barcelona, la droga circula por las c¨¢rceles como en la calle, pero con el problema a?adido de que los toxic¨®manos tienen mayor dificultad para encontrar jeringuillas. Los presos pueden llegar a pagar hasta 5.000 pesetas por una jeringuilla, que a menudo ya ha sido utilizada. La desinfecci¨®n de la jeringuilla con lej¨ªa -un m¨¦todo al que no recurren todos los presos- no elimina el riesgo de contagio. La cautela con que la Generalitat ha impulsado el programa ha obedecido al supuesto problema de seguridad que planteaba, ya que exist¨ªa el riesgo de que las jeringuillas fueran utilizadas como armas dentro de la c¨¢rcel. Tambi¨¦n se tem¨ªa que se incrementara el consumo de drogas por v¨ªa intravenosa entre los presos. La experiencia de Basauri demuestra que estos temores son infundados. Otro obst¨¢culo que plantea el programa, seg¨²n Colom, es que "debe casar con un modelo penitenciario en el que te¨®ricamente no existe droga en las prisiones". La realidad es otra. Se calcula que un 58% de la poblaci¨®n reclusa de Catalu?a es toxic¨®mana. A principios de este a?o, 803 presos de las c¨¢rceles catalanas segu¨ªan tratamientos con metadona. Seg¨²n Colom, no se puede ocultar que existe un grupo de toxic¨®manos que siguen inyect¨¢ndose droga y ¨¦stos tienen derecho a contar con medidas para protegerse de los contagios.