Alemania estrena un podio para dos
Schr?eder inicia su andadura como canciller bajo la vigilante mirada de su poderoso 'superministro' Lafontaine
Oskar Lafontaine, el presidente del Partido Socialdem¨®crata Alem¨¢n (SPD), ha demostrado ser el hombre fuerte de su partido durante la transici¨®n de poder que concluye el martes con la elecci¨®n de Gerhard Schr?der como canciller de Alemania. Desde las elecciones del 27 de septiembre, Lafontaine ha reforzado posiciones y ha dejado su huella tanto en el contenido del acuerdo de coalici¨®n con Los Verdes como en la expulsi¨®n de personajes inc¨®modos del terreno principal del juego pol¨ªtico. La huella de Lafontaine est¨¢ en el plan de reforma fiscal, que reducir¨¢ sobre todo la carga impositiva de las familias con hijos para estimular el consumo privado y generar crecimiento econ¨®mico y empleo. Lafontaine es en buena medida responsable del destino de Rudolf Sharping y Jost Stollmann, dos de los miembros del equipo de Gobierno previsto por el SPD antes de las elecciones. Scharping tuvo que renunciar a dirigir el grupo parlamentario y aceptar la cartera de Defensa, que le aleja del pulso del poder. El pol¨ªtico ya se hab¨ªa visto humillado anteriormente por Lafontaine en una demoledora confrontaci¨®n por la presidencia del SPD. Tanto uno como otro fracasaron en sus respectivos intentos de vencer a Kohl y la Uni¨®n Cristiano Dem¨®crata (CDU), pero, a diferencia de Sharping, Lafontaine tiene hoy una oportunidad de resarcirse, si su ambici¨®n no choca con la del futuro canciller.
El empresario Stollmann, que se gast¨® millones de marcos en su campa?a, renunci¨® al Ministerio de Econom¨ªa en se?al de protesta por las competencias que Lafontaine le hab¨ªa recortado en beneficio del suyo, el de Finanzas. Schr?der encontr¨® un sustituto apenas concluir la conversaci¨®n con el empresario de ordenadores, y ¨¦ste, con una ingenuidad conmovedora, confes¨® m¨¢s tarde que no hab¨ªa cre¨ªdo a los peri¨®dicos, que anunciaban los recortes de su ministerio, porque Lafontaine le hab¨ªa dicho que no eran ciertos. El futuro ministro de Finanzas afirmaba esta semana al diario Suddeutsche Zeitung que la decisi¨®n de organizar los departamentos de Econom¨ªa y Finanzas en Alemania como en Francia, Reino Unido o Estados Unidos "la hab¨ªamos tomado mucho antes".
Stollmann fue torpe en su trato con el partido y aplic¨® a la pol¨ªtica un lenguaje de manual norteamericano para el ¨¦xito empresarial. Pero su dimisi¨®n rompi¨® el efecto m¨¢gico de los s¨ªmbolos en los que Schr?der se hab¨ªa sumergido durante la campa?a electoral, por m¨¢s que el futuro canciller precisara que "una persona no simboliza el Nuevo Centro". A Schr?der, como canciller, le corresponder¨¢ determinar la direcci¨®n pol¨ªtica de Alemania. Hoy, el pol¨ªtico parece m¨¢s un ciclista de un t¨¢ndem que un l¨ªder en camiseta amarilla, y los analistas se preguntan cu¨¢nto tardar¨¢n los dos socios en establecer una nueva jerarqu¨ªa.
La posibilidad de jugar en pareja, sin embargo, permite un mayor margen de maniobra a ambos pol¨ªticos, cuya forma de pensar y de actuar se complementan m¨¢s que se oponen. Lafontaine, un convencido y consecuente europe¨ªsta, no se deja cautivar por una idea de modernidad que, para ¨¦l, equivale a la destrucci¨®n del Estado del bienestar ni tampoco por una reforma que suponga la renuncia a conquistas sociales. El ide¨®logo del SPD no coquetea siquiera con la idea de una s¨ªntesis entre los valores b¨¢sicos de la socialdemocracia y los principios liberales, como hace Bodo Hombach, el futuro jefe de la canciller¨ªa, que se ha convertido en el portador de la antorcha del Nuevo Centro tras el eclipse de Stollmann.
Lafontaine cree que la econom¨ªa debe subordinarse a la pol¨ªtica, y no s¨®lo a escala alemana, sino europea y mundial, para evitar el dictado del capital privado y los mercados crediticios y las sacudidas de los cambios monetarios, que imperan desde 1973, cuando se hundi¨® el sistema de Bretton Woods. El pol¨ªtico advirti¨® de los lastres que acarrear¨ªa la unidad alemana, realizada con criterios pol¨ªticos y no econ¨®micos, y ha advertido de los peligros de los flujos financieros incontrolados.
En contraste con Lafontaine, Schr?der se deja llevar m¨¢s por la intuici¨®n y el pragmatismo que por los esquemas te¨®ricos. El futuro canciller ha mostrado ya que es flexible y tiene capacidad para reconocer los errores. Schr?der ha admitido, por ejemplo, la posibilidad de alterar la reforma de las pensiones y la reforma fiscal, que han sido criticada como "insuficiente" por institutos econ¨®micos. Como dijo al Bild: "El Bundestag aprobar¨¢ al final una reforma que deje claro que trabajar vuelve a valer la pena, que ayude a las familias con ni?os y que descargue a la peque?a y mediana empresa".
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