La misma participaci¨®n, pero distinto voto que en las generales
Los partidos estatales obtienen su mejor resultado en unas auton¨®micas pero no repiten la victoria de las legislativas
Las elecciones vascas del pasado domingo registraron una participaci¨®n del 70,7%, con un aumento de 11,1 puntos respecto a las auton¨®micas de 1994. Sin embargo, el Parlamento salido de las urnas registra la misma correlaci¨®n de fuerzas que el anterior: 41 esca?os para los partidos nacionalistas y 34 para los de ¨¢mbito estatal. Este resultado cuestiona la tesis de quienes pensaban, bas¨¢ndose en la experiencia, que el retroceso de la abstenci¨®n favorecer¨ªa proporcionalmente a los partidos estatales.Lo cierto es que las fuerzas no nacionalistas han conseguido su mejor resultado en unas elecciones al Parlamento de Vitoria, con el 44,4% de los votos, y que ello se ha producido precisamente en los comicios auton¨®micos con mayor participaci¨®n de la historia. Sin embargo, su crecimiento, de 1,1 puntos, est¨¢ muy lejos del aumento de participaci¨®n, diez veces superior, y no se ha reflejado en el reparto de esca?os.
Ello se ha debido a que los 243.685 sufragios de m¨¢s que entraron el domingo en las urnas, en relaci¨®n a 1994, se han repartido a partes casi iguales entre nacionalistas y no nacionalistas: los primeros han aumentado sus votos en 103.893 y los segundos en 113.014. Todas las fuerzas nacionalistas han incrementado sus sufragios en t¨¦rminos absolutos, aunque el aumento de Euskal Herritarrok (antes Herri Batasuna) haya sido sustancial (57.117 votos) y el de Eusko Alkartasuna (el partido de Garaikoetxea), insignificante (3.164).
M¨¢s espectaculares han sido los desequilibrios entre los partidos estatales. El PP ha ganado 103.620 votos y el PSE-PSOE, 43.925; mientras que Izquierda Unida y Unidad Alavesa han perdido 22.456 y 12.057, respectivamente. Aunque se da por hecho que los populares han robado los votos de Pablo Mosquera, ello no explica ni siquiera el 50% del crecimiento experimentado por el PP en ?lava, por lo que la mayor parte del mismo cabe atribuirlo a la amplia participaci¨®n. Lo mismo cabe decir de la debacle sufrida por IU: los 12.075 sufragios que ha perdido la coalici¨®n suponen s¨®lo el 11,2% de los ganados por el PSOE y EH, sus eventuales beneficiarios.
Los resultados del an¨¢lisis resultan muy diferentes si, en vez de comparar los resultados del domingo con las auton¨®micas de hace cuatro a?os, se toma como referencia lo sucedido en las elecciones generales de 1996.
La comparaci¨®n resulta pertinente por dos razones: por la mayor proximidad de estos comicios, celebrados hace s¨®lo 30 meses, en lugar de los 48 transcurridos desde las anteriores auton¨®micas; y por la similitud del porcentaje de participaci¨®n: el 71,5%, s¨®lo 0,8 puntos m¨¢s que el domingo, en vez de los 11,1 puntos menos de 1994.
Sin embargo, los parecidos terminan ah¨ª. Aunque el pasado d¨ªa 25 s¨®lo entraron en las urnas 17.692 votos m¨¢s que en marzo de 1996, los partidos nacionalistas obtuvieron 105.248 sufragios m¨¢s, mientras que los estatales recibieron 90.146 menos que entonces. La conclusi¨®n es que socialistas y populares s¨®lo consiguieron a medias su objetivo de convertir las elecciones vascas en una reedici¨®n de las generales.
Es cierto que la polarizaci¨®n de la campa?a perjudic¨® a los partidos peque?os, como IU, EA y Unidad Alavesa, y radicaliz¨® las posiciones, facilitando el ascenso de EH y el PP. Pero la movilizaci¨®n del electorado benefici¨® por igual a nacionalistas y no nacionalistas, en contra de lo que esperaban los primeros, que acusaron a socialistas y populares de recurrir al voto del miedo para despertar al elector dormido.
Aun contando con que los abstencionistas del domingo no fueran exactamente los mismos que los de hace dos a?os y medio (44.348 vascos estrenaron su derecho al sufragio el 25 de octubre), parece claro que algunos electores votan diferente en funci¨®n de que las elecciones sean auton¨®micas o generales y que se produce un trasvase de papeletas, quiz¨¢ no muy amplio pero s¨ª suficientemente significativo, entre los partidos nacionalistas y los estatales, lo que contradice la imagen que se tiene de ellos como bloques electorales estancos.
Si se toman como referencia las elecciones de 1996, los an¨¢lisis de los resultados del domingo resultan sensiblemente distintos. El avance del PP no es tan espectacular, pues s¨®lo obtiene 19.296 votos m¨¢s de los que logr¨® hace 30 meses, mientras que la sangr¨ªa de IU es a¨²n mayor y llega hasta los 45.298 electores. Por el contrario, el ¨¦xito de EH se ampl¨ªa hasta los 68.411 votos, debido a que HB, que hasta el domingo pasado perd¨ªa apoyo en cada cita con las urnas, obtuvo m¨¢s respaldo electoral en 1994 que en 1996.
Con todo, el que peor parado resulta de esta comparaci¨®n es el PSE-PSOE, que ha obtenido ahora 79.866 votos menos que en las legislativas. A pesar de haber ganado dos esca?os en Vitoria, los socialistas no han logrado convencer al 26,7% de sus votantes de las generales para que lo sean tambi¨¦n en las auton¨®micas.
Ello explica por qu¨¦, aunque la participaci¨®n ha sido casi la misma, los partidos de ¨¢mbito estatal ganaron las ¨²ltimas elecciones generales -con el 52% de los votos, frente al 46,2% de los nacionalistas-, mientras que el domingo se invirti¨® la situaci¨®n: PNV, EA y EH se llevaron el 54,5% de los sufragios, mientras que PP, PSE-PSOE, IU y UA debieron conformarse con el 44,4%.
Con todo, el estudio de los resultados electorales durante un periodo prolongado revela la existencia de tendencias profundas, que se mantienen a pesar de sorpresas coyunturales. Los nacionalistas han ganado todas las elecciones auton¨®micas celebradas desde la aprobaci¨®n del Estatuto de Gernika, en 1980. Pero su hegemon¨ªa, que alcanz¨® su c¨¦nit en 1986, con el 67,9% de los votos, se ha ido erosionando. Los partidos estatales, que s¨®lo obten¨ªan el favor de un 30% del electorado en la pasada d¨¦cada, se han situado por encima del 40% en las dos ¨²ltimas auton¨®micas. La diferencia entre ambos bloques, que lleg¨® a casi 37 puntos hace 12 a?os, qued¨® reducida el domingo a s¨®lo 10,1 puntos.
Los partidos vascos dedican estos d¨ªas a desmenuzar los resultados del 25-O y no s¨®lo para corregir posibles errores, sino sobre todo pensando en la pr¨®xima cita con las urnas: las elecciones locales de junio de 1999. Estos comicios tienen particular importancia en el Pa¨ªs Vasco, pues no s¨®lo se eligen los ayuntamientos, sino tambi¨¦n las juntas generales o diputaciones provinciales, cuyo poder econ¨®mico es notable, al tener en sus manos la recaudaci¨®n de impuestos.
El PP ha ganado, por primera vez, en ?lava y aspira a hacerse con el gobierno provincial, lo que le dar¨ªa una palanca de poder de la que hasta ahora ha carecido en el Pa¨ªs Vasco. EH, por su parte, ha obtenido el triunfo en Guip¨²zcoa y, al contrario de lo que sucede con el Parlamento vasco, la coalici¨®n radical nunca ha hecho ascos a participar en las instituciones forales.
Para EH, adem¨¢s, las pr¨®ximos municipales son fundamentales, pues su estrategia expresa consiste en crear una mancomunidad de ayuntamientos vascos, Navarra incluida, que vac¨ªe de contenido las instituciones nacidas del Estatuto de Gernika.
El domingo, el PNV fue el partido m¨¢s votado en 149 de los 253 municipios vascos. EH venci¨® en 65, el PP en 20, el PSE-PSOE en 13 y EA en seis. Lo ocurrido demuestra, sin embargo, que los resultados de unas elecciones no son extrapolables a otras.
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