Regresa el "doctor Bacteria"
"All¨¢ por los primeros d¨ªas de enero de 1884 me traslad¨¦ a Valencia, tomando posesi¨®n de la c¨¢tedra de Anatom¨ªa. Me hosped¨¦ provisionalmente con mi familia en una fonda situada en la plaza del Mercado, cerca de la famosa Lonja de la Seda. Comprados los muebles necesarios, nos instalamos despu¨¦s en modesta casa de la calle de Avellanas, donde dispon¨ªa de sala holgada y capaz para laboratorios. D¨ªas despu¨¦s, me nac¨ªa una hija...". As¨ª relata Ram¨®n y Cajal su primera toma de contacto con esta tierra de "suav¨ªsima temperatura", en Recuerdos de mi vida (1923). Formado en la Escuela Libre de Medicina de Zaragoza, el cient¨ªfico hab¨ªa participado en la tercera guerra carlista y en la de Cuba, antes de conocer en Madrid a su primer maestro, Aureliano Maestre, un experto en Histolog¨ªa que acab¨® perdiendo la vista por una salpicadura de sosa ca¨²stica, y que dirigi¨® la tesis doctoral que permiti¨® a Cajal ganar la c¨¢tedra en Valencia, la Atenas espa?ola. En 1983, Robert Koch acababa de descubrir el vibri¨®n col¨¦rico y la localidad valenciana de Beniopa estaba sufriendo un fuerte brote de c¨®lera que un a?o despu¨¦s se extendi¨® a toda la provincia. Atra¨ªdo por esta revoluci¨®n bacterol¨®gica y por la campa?a de vacunaci¨®n de Jaume Ferran (microbi¨®logo seguidor de Pasteur), Ram¨®n y Cajal se dedic¨® moment¨¢neamente al estudio de la microbiolog¨ªa, para proseguir m¨¢s tarde su investigaci¨®n sobre la estructura del sistema nervioso. Cuando en 1891 present¨® su teor¨ªa sobre la polarizaci¨®n din¨¢mica de las neuronas (la direcci¨®n en que se transmite el impulso nervioso), hac¨ªa muchos a?os que no firmaba sus escritos con el pseud¨®nimo de doctor Bacteria. Luis Simarro, gran amigo de Sorolla y maestro valenciano de Cajal, le hab¨ªa ense?ado antes la t¨¦cnica de la cromoarg¨¦ntica para te?ir las c¨¦lulas nerviosas, lo que convirti¨® al bicromato pot¨¢sico en pieza clave de su estancia en Valencia. Pero no s¨®lo hubo ciencia en todos esos a?os. Cajal se hab¨ªa hecho socio del Casino de Agricultura, donde se entregaba al "noble juego del ajedrez". En L"Albufera y El Palmar desarroll¨® su afici¨®n a la fotograf¨ªa, y desde la torre del Miguelete, que debi¨® de visitar en m¨¢s de una ocasi¨®n, admiraba "la cinta de plata del lejano mar latino", dejando rienda suelta a su vena po¨¦tica. De su ingreso en el Ateneo Valenciano, cuenta que era un centro cient¨ªfico-literario donde se congregaba por aquella ¨¦poca "los m¨¢s selecto y brillante de la juventud levantina". As¨ª lo narra en sus recuerdos: "Este oreo literario y pol¨ªtico h¨ªzome mucho bien, evitando a mi cerebro esas temibles atrofias compensadoras del especialismo profesional, en virtud de las cuales vemos con pena todos los d¨ªas a matem¨¢ticos, f¨ªsicos y naturalistas insignes discurrir sin cordura y a la buena de Dios, en cuanto se les saca de sus habituales estudios...". Demostrar que Cajal no surgi¨® por generaci¨®n espont¨¢nea en un pa¨ªs ajeno a la ciencia es uno de los objetivos de esta exposici¨®n (que permanecer¨¢ abierta hasta el 20 de diciembre) y que recoge fotograf¨ªas del cient¨ªfico cuando iba a trasladarse a Cuba como capit¨¢n m¨¦dico; tratados de Anatom¨ªa; una l¨¢mina mural sobre la estructura del cerebro dibujada por ¨¦l mismo, o microscopios e instrumentos de vacunaci¨®n utilizados en la ¨¦poca. Aparece tambi¨¦n un plano topogr¨¢fico de la ciudad de 1885, con datos sobre la mortalidad provocada por la epidemia de c¨®lera y en el que barrios como el de Ruzafa figuran en las "afueras" de Valencia, en medio de la huerta. Las cartas de Cajal a sus maestros y sus dedicatorias a la ilustre Facultad de Medicina de Valencia completan esta incursi¨®n en la vida de este gran investigador, que aclar¨® la estructura microsc¨®pica del sistema nervioso sin dejar de apreciar la belleza de los campos plagados de pitas y de naranjos.
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