Ken Loach gana una merecida Espiga de Oro en el festival de cine de Valladolid
Ariadna Gil obtiene el premio a la mejor actriz por su trabajo en "L¨¢grimas negras"
Pod¨ªan haberla ganado Paul Auster, Peter Weir, Paskalievec o Lars von Trier y nada habr¨ªa que objetar a la decisi¨®n del jurado. Pero Ken Loach se llev¨® anoche la Espiga de Oro por Mi nombre es Joe, y tampoco nada hay que oponer al fallo. Esta gran pel¨ªcula brit¨¢nica lo merece, como lo merece la actriz espa?ola Ariadna Gil, por el prodigio de haber sostenido ella sola la casi insostenible L¨¢grimas negras, que la muerte de su director, Ricardo Franco, dej¨® inconclusa. M¨¢s discutibles han sido los premios, Espiga de Plata a Stefan Ruzowitzky y el Especial del Jurado a la australiana Eather Rose.
Es m¨¢s discutible conceder la Espiga de Plata al filme autriaco, dirigido por Stefan Ruzowitzky, Los herederos. Cuenta una historia de notable vigor extra¨ªda de alguna olvidada cr¨®nica de la vida rural en la Austria de los a?os veinte, y trae en bruto, con dolor y violencia, a nuestros d¨ªas, el oscuro proceso de toma de conciencia por un grupo de campesinos en r¨¦gimen de esclavitud, de los caminos hacia la emancipaci¨®n de su clase social. Una dura y oportuna evocaci¨®n, bien ambientada, completamente cre¨ªble, pero que adolece de balbuceos de ritmo y de imprecisiones formales. Aceptable, pero discutible premio, lo mismo que el Especial del Jurado, concedido a la actriz y escritora australiana Eather Rose, por su notable esfuerzo ¨ªntimo en Hazme bailar mi canci¨®n. El premio Pilar Mir¨®, creado para distinguir a debutantes, se ha repartido entre dos excelentes ¨®peras primas. Una es la francesa El ni?o de Chaaba, dirigida por Christophe Ruggia; y otra, la brit¨¢nica -tambi¨¦n premiada a la mejor fotograf¨ªa- Veinticuatro punto siete, de Shane Meadows.
Son dos humildes obras de gran libertad, que dan idea de la altura lograda por la programaci¨®n de relleno en esta edici¨®n del festival vallisoletano. Metidas entre sesi¨®n de lujo y sesi¨®n de lujo, pel¨ªculas como ¨¦stas, hechas con cuatro monedas por gente desconocida que pugna por abrir paso a su talento en los inaccesibles escaparates de su oficio, son las que proporcionan credibilidad y solidez al tejido de la programaci¨®n de un encuentro de este tipo. Pleno acierto, airear los t¨ªtulos de dos obras indicadoras de dos nuevas formas de ver y representar cuestiones palpitantes de la historia europea reciente.
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