"La emigraci¨®n es m¨¢s dura para la mujer"
Sacar de la marginaci¨®n a las mujeres y a los sectores m¨¢s desfavorecidos de Marruecos es uno de los retos del Gobierno surgido de las elecciones de noviembre de 1997 y presidido, por primera vez en 40 a?os, por un socialista, Abderram¨¢n Yussufi. La soci¨®loga Aicha Belarbi (Sal¨¦, 1946), secretaria de Estado de Cooperaci¨®n del Ejecutivo marroqu¨ª, militante de la Uni¨®n Socialista de las Fuerzas Populares (USFP) y profesora de la Facultad de Ciencias de la Educaci¨®n de la Universidad de Rabat, afirma que la situaci¨®n de las mujeres en Marruecos ha mejorado sustancialmente en el ¨¢mbito urbano, pero todav¨ªa no en las zonas rurales. Belarbi estuvo el lunes en Barcelona invitada por el Instituto Catal¨¢n del Mediterr¨¢neo para hablar sobre Mujeres y migraciones en el Mediterr¨¢neo occidental. Las mujeres, en opini¨®n de la secretaria de Estado, sufren m¨¢s que los hombres la emigraci¨®n. Pregunta. ?Qu¨¦ cambios va a representar para las mujeres el nuevo Gobierno de Marruecos? Respuesta. El nuestro es un Gobierno de cambio y de esperanza, no s¨®lo para las mujeres, sino para todos los grupos sociales m¨¢s desfavorecidos del pa¨ªs. Es un Gobierno que concentra su atenci¨®n en el desarrollo social, en aspectos como el acceso al trabajo, a la educaci¨®n, a la sanidad. En lo que se refiere a las mujeres, si bien la Constituci¨®n les otorga los mismos derechos que a los hombres, no sucede lo mismo en el terreno familiar. El nuevo c¨®digo de familia se est¨¢ discutiendo desde 1993 y se debe buscar la f¨®rmula para que garantice la igualdad entre hombre y mujer que establece la Constituci¨®n y que es cada d¨ªa m¨¢s patente en la sociedad. La situaci¨®n de las mujeres en Marruecos ha cambiado sustancialmente en los ¨²ltimos a?os, aunque de momento s¨®lo en el medio urbano, donde el 35% de las mujeres tienen profesiones liberales y el 86% de la j¨®venes est¨¢n escolarizadas. P. La imagen que generalmente tienen los occidentales de la mujer marroqu¨ª, sin embargo, no es la de una mujer liberalizada e independiente. R. Occidente tiene una imagen deformada de las mujeres marroqu¨ªes porque, entre otras razones, se limita a observar ¨²nicamente desde el prisma de la inmigraci¨®n. Los marroqu¨ªes que llegan a los pa¨ªses occidentales suelen proceder de las zonas rurales, donde todav¨ªa persiste con fuerza una mentalidad machista que sit¨²a a la mujer en una situaci¨®n de inferioridad respecto al hombre. Esta mujer marroqu¨ª de origen rural se encuentra totalmente perdida cuando llega a una sociedad occidental, por lo que la vivienda y el marido se convierten en el refugio donde se siente segura. Eso no hace m¨¢s que fortalecer en la mentalidad occidental la imagen de que las mujeres marroqu¨ªes son totalmente sumisas y dependientes del marido. Pero, como en todos los pa¨ªses, en Marruecos hay mujeres sometidas al marido y mujeres independientes, ciudadanas emancipadas que act¨²an y expresan sus ideas con libertad. P. ?Cree que las mujeres emigrantes sufren m¨¢s que los hombres? R. El choque es enorme en el caso de las mujeres que nunca hab¨ªan salido de su ¨¢mbito rural y que emigran para reunirse con el marido cuando ¨¦ste ha conseguido un trabajo. Se encuentran con una sociedad totalmente distinta a la suya que a menudo no es nada acogedora ni integradora. P. ?En qu¨¦ medida el factor religioso dificulta la situaci¨®n de los inmigrantes marroqu¨ªes? R. Es, m¨¢s que nada, un freno para la acci¨®n integradora de los occidentales, que asocian la religi¨®n musulmana al fundamentalismo y al terrorismo isl¨¢mico. La realidad es radicalmente distinta: los marroqu¨ªes que emigran no son integristas y practican la religi¨®n musulmana de forma totalmente abierta y tolerante. Creo que existe un grave problema de incomunicaci¨®n y de incomprensi¨®n de los pa¨ªses de Occidente hacia la sociedad magreb¨ª, hacia sus costumbres, su cultura y religi¨®n. P. ?Cu¨¢l es la f¨®rmula para acabar con la inmigraci¨®n ilegal y con los viajes en pateras que a veces acaban en tragedia? R. Es una cuesti¨®n que concierne tanto a los pa¨ªses del Sur como a los del Norte, por lo que todos tienen algo que decir. Debemos buscar conjuntamente f¨®rmulas que, si no sirven para liberalizar el tr¨¢fico de personas hacia Occidente, al menos vayan encaminadas a flexibilizar las actuales medidas que dosifican estos flujos. Debe tenerse en cuenta que si hay inmigraci¨®n es porque Occidente la necesita y la incita. Es curioso que hoy se est¨¦ hablando constantemente de apertura de mercados, de globalizaci¨®n y de libre circulaci¨®n de mercanc¨ªas, mientras que para los seres humanos todo es cerraz¨®n. Prohibir la emigraci¨®n hacia Occidente es contraproducente, ya que, como todo veto, genera un deseo de transgredirlo. P. Los marroqu¨ªes que huyen tambi¨¦n lo hacen so?ando con un mundo mejor. R. Efectivamente. En nuestros pa¨ªses debemos trabajar para que los j¨®venes no tengan necesidad de huir, pero eso es dif¨ªcil cuando desde Occidente se les vende la imagen de una sociedad libre y rica donde es f¨¢cil acceder a un trabajo y al bienestar. Luego, cuando llegan a Occidente, viene la decepci¨®n: no s¨®lo consiguen trabajos mal pagados, si es que los encuentran, sino que se ven obligados a vivir en condiciones precarias y no pueden disfrutar del consumo y del bienestar. Adem¨¢s son maltratados por la polic¨ªa y por una sociedad con pocas ganas de integrarles.
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