29 a?os de c¨¢rcel para la "viuda negra"
Patrizia Reggiani, condenada a 29 a?os por el asesinato de su ex marido, el heredero de la firma Gucci
Culpables. Un juez italiano puso punto final ayer con este veredicto al caso Gucci, la historia de un asesinato por encargo digno de un gui¨®n cinematogr¨¢fico de los que le gustaban a Alfred Hitchcok. La principal acusada, Patrizia Reggiani, de 50 a?os, ex mujer de Maurizio Gucci, heredero de uno de los nombres m¨¢s ilustres de la moda italiana, asesinado el 27 de marzo de 1995, fue condenada ayer por un tribunal de Mil¨¢n a 29 a?os de prisi¨®n como inductora del crimen. Sus cuatro c¨®mplices recibieron penas que oscilan entre la cadena perpetua para el ejecutor de los disparos, Benedetto Ceraulo, y los 25 a?os de reclusi¨®n para Pina Auriemma, la persona que puso en contacto a los asesinos a sueldo con la Reggiani. El mundo de la moda milanesa respir¨® con alivio al escuchar ayer un veredicto no por esperado menos ejemplar. Patrizia Reggiani oy¨® resignada la decisi¨®n judicial y s¨®lo pronunci¨® una frase: "La verdad necesita tiempo", dijo.La suerte de Patrizia Reggiani, la viuda negra, estaba echada desde el 19 de mayo pasado, cuando comenz¨® el juicio en Mil¨¢n. Un juicio rocambolesco en el que los cinco procesados se han intercambiado acusaciones, dejando entrever la trama oscur¨ªsima de este asesinato por encargo. Reggiani se present¨® al jurado como la mera v¨ªctima de un chantaje urdido por su amiga Giuseppina Aurienma, conocida como la maga, y sus tres aliados, mientras Aurienma la acusaba de haber sacado partido de su necesidad de dinero.
A lo largo de la vista ha quedado patente el entramado de intereses, odios y venganzas que dio como resultado un crimen a primera vista enigm¨¢tico que estremeci¨® a la buena sociedad milanesa por su fr¨ªa ejecuci¨®n y por las resonancias del nombre de la v¨ªctima: Maurizio Gucci. Todo ocurri¨® de forma confusa el 27 de marzo de 1995, cuando, al filo de las ocho de la ma?ana, el heredero de la firma de moda florentina que fundara su abuelo Guccio Gucci, fue alcanzado por tres tiros de pistola disparados por un desconocido dentro del portal del edificio donde ten¨ªa su oficina, en Mil¨¢n. En el momento de ser asesinado, Gucci ten¨ªa 46 a?os y disfrutaba de una situaci¨®n econ¨®mica y personal excepcionales. Liberado de las intrigas y amarguras que hab¨ªan marcado su dif¨ªcil ascenso en 1988 a la presidencia del grupo familiar, hab¨ªa consumado su divorcio de Patrizia Reggiani -la mujer de la que viv¨ªa ya separado- y de la propia empresa, tras vender su paquete de acciones al grupo ¨¢rabe Invescorp, en 1993. La operaci¨®n le hab¨ªa supuesto unos ingresos de cientos de millones de d¨®lares, de los cuales, seg¨²n ha contado su abogado, Fabio Franchini, se reserv¨® 10 millones para sus gastos privados. Fr¨ªo e indiferente hacia su ex mujer y hacia las dos hijas del matrimonio, Alessia y Allegra, Gucci viv¨ªa una vida de placer junto a su nueva compa?era, Paola Franchi.
Pero el destino le esperaba en el portal del n¨²mero 20 de Via Palestro el 27 de marzo de hace tres a?os. Un asesino a sueldo le arrebat¨® con tres disparos su brillante futuro de heredero. Tras el estupor de los primeros momentos, un confidente proporcion¨® a la polic¨ªa milanesa la primera pista de la trama: se trataba de un vulgar asesinato de encargo, y los asesinos terminaron entre rejas en el plazo de dos a?os. El golpe m¨¢s espectacular de la investigaci¨®n fue la detenci¨®n en enero de 1997 de todos los ayer condenados. Patrizia Reggiani, ex mujer de Gucci, destrozada por la separaci¨®n y el divorcio y, sobre todo, seg¨²n la explicaci¨®n de una de las empleadas dom¨¦sticas de la pareja, por la dr¨¢stica reducci¨®n de la asignaci¨®n anual que le destinaba el ex marido, que baj¨® de 18 a 5 millones de pesetas, encarg¨® el crimen a su amiga Aurienma, de 52 a?os. ?sta y un conocido suyo, portero de un modesto hotel de Mil¨¢n, Ivano Savioni, se pusieron inmediatamente a la busca de los sicarios. El trabajo le costar¨ªa a Reggiani unos 45 millones de pesetas, y en ¨¦l intervendr¨ªan finalmente, como ejecutor, Benedetto Ceraulo, de 35 a?os, un tipo sin antecedentes penales, y Oracio Cicala, no precisamente desconocido para la polic¨ªa milanesa, que ser¨ªa el encargado de conducir el coche en el que huyeron los asesinos.
La tesis del fiscal, aceptada por los jueces que ayer dictaron sentencia, sit¨²a a Reggiani como la urdidora de una trama siniestra que la ha valido el apodo de la viuda negra.
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