Cartas cruzadas
El mensaje del Gobierno a ETA, anunciando su disposici¨®n a entablar di¨¢logo directo con los representantes del MLNV (sic), se ha cruzado con el de ETA a los partidos nacionalistas para recordarles que la tregua no es definitiva. Algo ha debido fallar para que el Gobierno se adelante a reconocer como movimiento de liberaci¨®n a lo que hasta ayer era una banda, que en su ¨²ltimo comunicado no deja de lanzar m¨²ltiples advertencias. Tal vez sea inevitable en un proceso que casi por definici¨®n exige muchos sobreentendidos, pero da la impresi¨®n de que el di¨¢logo ha comenzado en t¨¦rminos de ad¨®nde vas, manzanas traigo.Si nos atenemos al precedente irland¨¦s, lo importante no es lo que digan los comunicados de los grupos terroristas, sino lo que hagan (o dejen de hacer). Pero eso no significa que haya que pasar por alto cualquier cosa que digan. Parte del secreto del ¨¦xito del proceso es que quienes estaban acostumbrados a un discurso sin r¨¦plica posible -el de la muerte- aprendan que la democracia es algo diferente a la aceptaci¨®n por parte de los dem¨¢s del propio punto de vista, por muy indiscutible que a ellos les parezca.
Ya el comunicado del 17 de septiembre, en el que se anunciaba la tregua, era un monumento a esa l¨®gica. Su argumentaci¨®n ven¨ªa a sostener que ETA hab¨ªa conseguido forzar a los partidos nacionalistas a abandonar su propio punto de vista y asumir el correcto: el estatuto est¨¢ agotado, la integraci¨®n de Navarra (y el Pa¨ªs Vasco franc¨¦s) no es una cuesti¨®n opinable, no habr¨¢ libertad sin autodeterminaci¨®n, etc¨¦tera. El abandono definitivo de las armas quedaba condicionado a que los nacionalistas fueran consecuentes y no volvieran a las andadas. En lo inmediato, les exig¨ªa la ruptura de cualquier relaci¨®n con los partidos espa?oles, entendiendo por tales a los que no se pliegan a las exigencias de la construcci¨®n nacional tal como la interpreta ETA.
A su mensaje inicial a?ade ahora el argumento de que las elecciones han consagrado la mayor¨ªa de quienes defienden estas posiciones expresadas en el pacto de Estella, pese a que han "podido votar guardias civiles, polic¨ªas y militares" y a que las elecciones se han celebrado "bajo la amenaza y el control" de esos cuerpos y de las "fuerzas armadas zipayas". Ah¨ª est¨¢ el punto de partida de ETA para el di¨¢logo: no se trata de hablar de presos, sino de un nuevo marco pol¨ªtico.
El Gobierno sostiene, por su parte, que antes de cualquier movimiento debe quedar claro que el abandono de la violencia es definitivo. Entonces podr¨¢n entrar en juego las previsiones del Pacto de Ajuria Enea sobre medidas de reinserci¨®n social de los presos. Y s¨®lo tras la culminaci¨®n del proceso de paz podr¨¢ eventualmente discutirse de asuntos pol¨ªticos, siempre por cauces institucionales.
Llegados a este punto es urgente conocer cu¨¢l es la posici¨®n de los partidos firmantes del acuerdo de Lizarra: si piensan que sus votantes han respaldado la interpretaci¨®n que hace ETA de la situaci¨®n actual y de los resultados electorales; en particular, si consideran que el Estatuto de Gernika sigue teniendo vigencia o ha sido superado, y si se atienen a los principios del Pacto de Ajuria Enea.
En los ¨²ltimos meses, los nacionalistas reprochaban a las dem¨¢s fuerzas de ese foro democr¨¢tico su pasividad en la b¨²squeda de v¨ªas de acercamiento al mundo radical que permitieran una salida dialogada. Es in¨²til seguir discutiendo de ello una vez que la propia ETA ha declarado una tregua indefinida. La cuesti¨®n es ahora si existe acuerdo sobre el contenido esencial del pacto: la negativa a que alguien pueda sacar ventajas pol¨ªticas de la violencia. Si existe, deber¨¢n ser los partidos vascos, firmantes o no de Lizarra, los que respondan a ETA que no es el estatuto ni la Constituci¨®n, sino el pluralismo de la sociedad vasca, lo que obstaculiza la realizaci¨®n de su ideal independentista.
Aceptar la v¨ªa pol¨ªtica significa reconocer que otros ciudadanos tienen diferentes ideales y que no es democr¨¢tico intentar cambi¨¢rselos a tiros, o con la amenaza de reanudarlos.
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