Un acuerdo sin futuro

Hay que tener mucha fe -y los hechos apoyan palmariamente la incredulidad- para creer que el compromiso de Wye entre israel¨ªes y palestinos pueda ser un programa de paz. Netanyahu, que no est¨¢ a gusto ni personal ni pol¨ªticamente con el perfil moderado que le confiere el pacto firmado en EEUU el 23 de octubre, ha encontrado inmediatamente pretextos para boicotearlo. Primero, aplazando su discusi¨®n en Consejo de Ministros, alegando que los palestinos no hab¨ªan remitido a Washington con suficiente detalle su plan de seguridad. Ahora, posponiendo su debate tras el nuevo y brutal atentado de Ham¨¢s.No hay acuerdo entre dos si uno no quiere, y argumentos no le van a faltar al primer ministro israel¨ª, que lleg¨® al poder proclamando que los acuerdos de Oslo -paz por territorios- eran un desastre para su pa¨ªs. El memor¨¢ndum de Wye, firmado de muy mala gana por Netanyahu tras dos a?os y medio de fintas, otorga a los palestinos un poco m¨¢s de tierra a cambio de mayores esfuerzos para combatir a Ham¨¢s, el movimiento islamista que usa la dinamita para torpedear un proceso de paz al que se opone. Pero ser¨¢ papel mojado si los palestinos no perciben sus resultados.

Frente a la intransigencia de Tel Aviv, Arafat est¨¢ dando muestras de su voluntad para cumplir lo pactado. En una sola semana, sus fuerzas de seguridad, fiscalizadas ahora por la CIA, se han empleado contra los suyos en tres ocasiones, llegando al arresto domiciliario del venerado jeque paral¨ªtico Yassin, jefe espiritual de Ham¨¢s, tras reivindicar el grupo un ataque contra un autob¨²s escolar israel¨ª. Arafat arriesga doblemente. Primero, porque no es posible erradicar por la fuerza un movimiento extremista implantado a trav¨¦s de una tupida red social y engrasado por el dinero que fluye de la corrupci¨®n instalada en la propia Autoridad Palestina. Segundo, porque muchos palestinos piensan ya que lo firmado por su jefe bajo la presi¨®n de Clinton es un mal negocio, en el que Israel ha obtenido el m¨¢ximo de lo que quer¨ªa, mano dura, a cambio de la menor concesi¨®n posible.

Los palestinos, que ahora tienen el control civil y de seguridad de menos del 3% de Cisjordania, pasar¨¢n al 17%, seg¨²n Wye, tras una retirada escalonada del Ej¨¦rcito israel¨ª. En el mejor y m¨¢s irreal de los casos, Arafat llegar¨ªa a tener dominio civil o militar sobre el 40% de Cisjordania, algo muy lejos de las 4/5 partes a que aspira su pueblo. Pero todo ello es una entelequia. Netanyahu ni siquiera se comprometi¨® en EEUU a parar los asentamientos jud¨ªos en la orilla occidental del Jord¨¢n. De hecho, incluso se anuncian nuevos proyectos para seguir reduciendo a premeditados islotes el territorio te¨®ricamente destinado a un Estado palestino en Cisjordania y Gaza, la ¨²nica base firme para un paz duradera.