Paisaje
JOSEP TORRENT El erial por el que transita el PSPV contrasta con el frondoso vergel en el que mora el Partido Popular. Una suerte de para¨ªso material por el que discurren r¨ªos de leche, miel, millones y un inmenso caudal de poder con may¨²sculas. Todo ello bajo la atenta mirada de Eduardo Zaplana y de sus edecanes m¨¢s cercanos. La jornada de ayer, sin ir m¨¢s lejos, result¨® un magn¨ªfico escaparate de las miserias de los unos y de la opulencia de los otros. Andan los socialistas a la gre?a en una gresca interna y aburrida a cuenta de unas elecciones primarias que, como se pudo comprobar antes del verano, son lo m¨¢s parecido al timo de la estampita en su variante pol¨ªtica. Por ah¨ª est¨¢n Asunci¨®n y Garc¨¦s predicando un asamblearismo de patio de colegio que, en la mejor de las hip¨®tesis, tal vez pretenda la generalizaci¨®n del caos para provocar un big bang renovador. Y Joan Romero, especializado en centrifugar responsabilidades propias en organismos ajenos. Primero con la Acad¨¨mia, escondido tras la Universidad; y parapetado ahora en los secretarios generales comarcales para no sufrir el mal de fiebre de las primarias que con tanto af¨¢n promovi¨®. En la otra orilla, mientras tanto, Zaplana se relame de gusto con sus "europartenariats" o c¨®mo demonios se llame ese c¨®nclave al que acude el Pr¨ªncipe Felipe, el vicepresidente Rato y los presidentes auton¨®micos de Baleares y Murcia. Toda una demostraci¨®n de poder, la concreci¨®n de qui¨¦n manda de verdad en el eje mediterr¨¢neo conservador frente a ese otro galimat¨ªas popular que configuran Fraga, Lucas y Gallard¨®n en el centro y el oeste. La realidad es muy tozuda y resulta absurdo negar las evidencias. Hoy por hoy, el presidente de la Generalitat se levanta como uno de los barones territoriales con m¨¢s peso espec¨ªfico dentro de su partido. L¨¢stima que toda esa capacidad de influencia y de presencia en la pol¨ªtica nacional quede lastrada por pesadas hipotecas provincianas y por alg¨²n que otro disgusto en la Vega Baja. Pero todo ello, para Zaplana, no dejan de ser peque?as piedras en el paisaje.
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