Talar el ¨¢rbol podrido y preservar el bosque
En las ¨²ltimas semanas ha saltado a la opini¨®n p¨²blica el caso de las irregularidades que presuntamente se cometieron en los a?os 1993 y 1994 en la gesti¨®n de fondos de ECHO, el Departamento de Ayuda Humanitaria de la Comisi¨®n Europea. Este asunto ha sido tratado en toda la prensa europea, y con especial profusi¨®n en la alemana, con el noble empe?o de esclarecer lo ocurrido y exigir las responsabilidades a que hubiere lugar.El Parlamento Europeo ha tomado cartas en el asunto solicitando de la Comisi¨®n una investigaci¨®n exhaustiva y una completa explicaci¨®n de lo acontecido velando por la limpieza de las actuaciones de la Comisi¨®n Europea. Hasta aqu¨ª no cabe ning¨²n reproche, sino que, por el contrario, la actitud de los eurodiputados y de los medios de comunicaci¨®n debe contar con el pleno apoyo del ciudadano y de las instituciones de todos los pa¨ªses europeos que deseamos para las instancias comunitarias la misma transparencia y pulcritud en su funcionamiento que exigimos de nuestras propias instituciones a nacionales.
Ahora bien, ser¨ªa una l¨¢stima que este af¨¢n tan necesario como irreprochable pudiera acarrear una suspensi¨®n temporal de las labores de ECHO, que son de crucial importancia tanto para sus beneficiarios como para la propia Uni¨®n Europea.
En efecto, ECHO es una instituci¨®n que, pese a su juventud (naci¨® en 1992) se ha convertido en uno de los principales buques insignia de la Uni¨®n Europea. Cada vez que en alg¨²n lugar del planeta estalla una guerra o se produce una inundaci¨®n o un terremoto, la ayuda humanitaria europea es de las primeras en acudir. La experiencia demuestra que ECHO aparece inmediatamente sobre el terreno, directamente o a trav¨¦s de las organizaciones no gubernamentales a las que subvenciona. Esa rapidez de reacci¨®n, indispensable en situaciones de emergencia, s¨®lo es posible merced a los ¨¢giles procedimientos que le permiten movilizar y canalizar la ayuda a su destino sin recurrir a los tr¨¢mites ordinarios de otras instancias de la Comisi¨®n, cuyas actuaciones no est¨¢n sujetas a la urgencia y cuya eficacia no se mide, en consecuencia, por la velocidad en dar respuesta a los problemas.
Esta imprescindible premura en la actuaci¨®n de ECHO no debe, desde luego, servir de excusa para los errores o las irregularidades que se hayan podido cometer en sus a?os de funcionamiento. Tampoco exime de responsabilidad la incontestable escasez de medios personales de la oficina en relaci¨®n con el considerable volumen de recursos que maneja, circunstancia que le ha obligado a recabar la asistencia de otras organizaciones para canalizar las ayudas y a contratar personal de apoyo a los funcionarios de ECHO en la dif¨ªcil tarea de gestionar los propios recursos.
Dicho lo cual, es menester situar la cuesti¨®n en sus justos t¨¦rminos. Y no parece razonable que la detecci¨®n de unas irregularidades aparentemente aisladas que se produjeron varios a?os atr¨¢s -las cuales son, por lo dem¨¢s, concienzudamente investigadas por la UCLAF, la unidad antifraude de la Comisi¨®n-, acarree como sanci¨®n la paralizaci¨®n de ECHO mediante la congelaci¨®n de sus dineros.
Resultar¨ªa desproporcionado que por un ¨¢rbol podrido corri¨¦ramos el riesgo de talar todo un bosque sano y saludable. El ¨¢rbol podrido es el caso de presunta corrupci¨®n que se est¨¢ investigando. El bosque es la ayuda generosa y eficaz que la Uni¨®n Europea brinda a las miles de v¨ªctimas de guerras y cat¨¢strofes esparcidas por todo el mundo. Debemos ser implacables en el combate de la corrupci¨®n, posici¨®n que no est¨¢ en modo alguno re?ida con que ECHO contin¨²e prestando sus inestimables servicios a la comunidad internacional y a la pol¨ªtica exterior y de seguridad com¨²n de la Uni¨®n Europea. Sobre todo, porque conviene recordar que es imposible sustituir a este gigante en su labor humanitaria.
De las tareas desempe?adas por ECHO, y en buena medida gracias a ellas, son testigos poblaciones enteras desde los Grandes Lagos hasta Corea del Norte, pasando por Cuba y el Kurdist¨¢n iraqu¨ª. Los Estados miembros no ser¨ªamos ni de lejos por nosotros mismos capaces de hacer tanto en tantos sitios. No nos podemos, por tanto, permitir el lujo de prescindir de ECHO, ni siquiera para darle unas forzosas vacaciones temporales.
Las ¨²ltimas noticias de Estrasburgo y Bruselas son alentadoras. El mensaje del Parlamento a la Comisi¨®n, auspiciado por el eurodiputado espa?ol y miembro de la Comisi¨®n de Presupuestos Juan Manuel Fabra, ser¨ªa tajante, deben depurarse todas las responsabilidades, pero no dr¨¢stico al levantarse la amenaza de impedir a ECHO disponer de su presupuesto.
Por lo dem¨¢s, este debate servir¨¢ de est¨ªmulo para intentar mejorar el funcionamiento de ECHO, cometido sobre el que ya han empezado a reflexionar tanto la comisaria responsable, Emma Bonino -cuyos m¨¦ritos en pro de los m¨¢s desfavorecidos, y muy en particular de las mujeres, reconoce el Premio Pr¨ªncipe de Asturias de Cooperaci¨®n Internacional- como el director de la oficina, el espa?ol Alberto Navarro. Tengo gran confianza en que dicha reflexi¨®n desembocar¨¢ en una mejora en los desempe?os de ECHO sin incurrir en traumas innecesarios.
Creo, en fin, que ante esta perspectiva positiva no s¨®lo debemos congratularnos por los beneficiarios de la ayuda humanitaria europea. Tambi¨¦n cabe hacerlo desde un punto de vista pol¨ªtico. Son de sobra conocidas las carencias de esta Europa que estamos construyendo a la hora de contribuir eficazmente a prevenir y resolver conflictos. En contraste, la Uni¨®n Europea s¨ª es protagonista estelar en la asistencia a las v¨ªctimas y en la reconstrucci¨®n de territorios asolados.
ECHO es as¨ª parte irrenunciable de esa embrionaria pol¨ªtica exterior y de seguridad com¨²n que deseamos ver fortalecida para que los europeos hagamos o¨ªr con fuerza nuestra voz en un mundo convulsionado. La ayuda humanitaria europea es, en ese sentido, uno de los pilares de la Europa a la que aspiramos. Como, por a?adidura, es de dominio p¨²blico la activa y notoria participaci¨®n espa?ola en este despliegue de solidaridad, desde Espa?a no cabe sino reiterar un compromiso firme y vocacional con todo lo que representa la Oficina de Ayuda Humanitaria de la Comunidad Europea.
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