El delineante
El de Palestrina y Victoria en Roma fue efectivamente, como rezaba el t¨ªtulo de este concierto, un encuentro afortunado. Dos de los m¨¢s grandes creadores musicales del Renacimiento compusieron muchas de sus mejores obras muy cerca uno de otro y es muy probable que existiera entre ellos una buena amistad o, cuando menos, una sincera admiraci¨®n rec¨ªproca. Ambos dedicaron importantes obras a Felipe II, de ah¨ª que su hermanamiento en el ciclo Los Siglos de Oro, dedicado este a?o a la figura del monarca, no sea en absoluto gratuita.Son muchos los coros ingleses con un alt¨ªsimo nivel de excelencia, pero no siempre resulta f¨¢cil distinguirlos. The Sixteen, sin embargo, posee una personalidad propia y, aun con los ojos cerrados, es imposible confundirlo con cualquiera de sus colegas. El m¨¦rito es, claro, de su director, Harry Christophers, que ejerce de tal hasta en los m¨¢s m¨ªnimos detalles, ya que muchos de los cantantes de su grupo son habituales tambi¨¦n de otras formaciones. Christophers es un estudioso del canto coral, conoce todos sus secretos y eso le permite conseguir con una precisi¨®n milim¨¦trica el tipo de sonido y el concepto interpretativo exacto que tiene en su cabeza. Sin ensayos, una disciplina f¨¦rrea, una plantilla muy estable y un constante escucharse unos a otros todo lo que logra no ser¨ªa posible.
The Sixteen
Director: Harry Christophers.Obras de Victoria y Palestrina. Iglesia de los Jer¨®nimos. Madrid, 11 de noviembre.
Equilibrio
Un equilibrio impecable entre las voces (?qu¨¦ perfecci¨®n en los acordes finales, qu¨¦ dicci¨®n!), un preciosismo sonoro en el umbral mismo de lo tolerable, un amplio espectro din¨¢mico y un cierto alejamiento de las emociones fuertes: ¨¦stas son las se?as de identidad de unas versiones en las que Christophers semeja ser un delineante que, escuadra y cartab¨®n en mano, traza sus l¨ªneas hasta construir un todo perfectamente coherente. A veces se a?ora una mano m¨¢s libre, de dibujante, o una belleza m¨¢s imprevisible, menos despegada del suelo, pero The Sixteen desarman casi siempre con su perfecci¨®n. Y cuando Christophers se ensimisma (en el Ave Maria de Victoria, en el segundo Agnus Dei de la Misa del Papa Marcelo de Palestrina o en el Versa est in luctum de Lobo, ofrecido como propina), sus versiones son de muchos quilates y prenden de lleno en un p¨²blico seriamente zarandeado por la emoci¨®n.Hace a?os que son los grupos brit¨¢nicos los que, en conciertos y en grabaciones discogr¨¢ficas, mantienen viva y deslumbrante la llama de la gran polifon¨ªa espa?ola: Victoria, Guerrero, Morales, Lobo, Pe?alosa, recientemente Escobedo. ?Para cu¨¢ndo dejamos el cultivo asiduo de este repertorio entre nosotros?
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